Nacional

Leer es un plan infinito

Por domingo 25 de mayo de 2014 Sin Comentarios

El fenómeno cultural es lo único que va a transformar a una sociedad”: Braulio Peralta

Por Sylvia Teresa Manriquez*

Coincidimos con Braulio Peralta en una conferencia primero, y en un taller después. Periodista, escritor, editor, entrevistador. Nos convocó su charla sobre Octavio Paz, el de carne y hueso; además su generosidad de compartir con periodistas sonorenses la clave del buen periodismo: la lectura ante todo.

Platicamos de muchos temas, el que más urgía saber:

¿Por qué la cultura no llega hasta donde queremos que llegue?

Fundamentalmente es un problema de difusión y administración de la cultura, de gestores culturales que se ocupen de difundir,  promover, comunicar las cosas que se hacen en los gobiernos de los estados y en el Distrito Federal. Hay una pésima política administrativa que tiene qué ver entre la iniciativa privada y la iniciativa pública. Lo que hace el gobierno no lo difunde la iniciativa privada, lo que hace la iniciativa privada no lo difunde la iniciativa pública. Tenemos que coordinarnos todos. Eso pasa con el cine, el teatro, la literatura.

No es tanto que haya pocas bibliotecas sino que los libros no están llegando a los lugares donde tienen que llegar. Es increíble que un autor presente su libro y los libros no llegan para su venta. Es un problema de comunicación y burocracia, no se hace el trabajo de difusión que se tiene qué hacer. Podríamos tener más público del que la gente piensa si planeamos de forma coordinada, de forma interinstitucional le llaman a estas posibilidades de la difusión. Porque se publica mucho, pero no está circulando la información; eso me parece muy delicado.

¿Entonces el problema es mayormente de distribución?

Es un problema de distribución muy delicado que afecta en gran medida al libro y a lo que le llaman ‘industria del libro’. Nunca se te olvide lo que un libro representa; una página impresa vale un peso, ahora los libros de doscientas páginas valen doscientos pesos, o sea, de ese tamaño es el tema, es un problema económico y es un problema de difusión. Si se cuida el tema de difusión todos ganamos, gana el autor, gana la editorial y gana el país porque la gente finalmente se cultiva.

Braulio, ¿cómo nos fue con aquello de que cada mexicano y mexicana va a leer tantos libros por obligación porque los va a tener en su casa?

Pues es un fracaso desde la política de José Vasconcelos que creía y soñaba con un país de lectores y había logrado difundir, no sé cuántos números de ejemplares en los años veinte para que se distribuyeran en todo el país; y es un fracaso lo que hizo Sari Bermudez y es un fracaso lo que hicieron las instituciones, y es un fracaso del priismo que presume mucho a su país con esplendor de treinta siglos hacia fuera y que no le da al país una vertebración posible, entre lo que se hace a nivel creativo y las formas de distribución y promoción para que lleguen a todas las bibliotecas del país.

Yo creo que eso se va a resolver en la era digital; en el momento en que las bibliotecas estén todas conectadas a nivel digital, para que tú  puedas consultar las bibliotecas de todas partes, no sólo del país, sino del mundo, como está pasando ya en los países de primer  mundo, puedes consultar la biblioteca de Washington, de Berlín, de Inglaterra y ojalá que un día podamos consultar la Biblioteca Vasconcelos para beneplácito de los mexicanos de todo el país y para beneplácito de la gente en el mundo que habla español y que lee español.

Hablando de periodismo ¿Qué sucede con los suplementos culturales?

Yo creo que estamos terminando la era del papel y todavía no hemos terminado de inaugurar la era de internet donde la cultura sea primordial. Creo que se empiezan a dar blogs y sitios de escritores, muy importantes, que si los aprendemos a consultar vamos a estar mejor informados que lo que a veces un suplemento como el de La Jornada, de Reforma, de Milenio o el de El Universal están otorgando, que son los únicos diarios nacionales que tienen suplementos; ya no hay en La Razón, Crónica, Excélsior , nunca existió en La Prensa, y en los periódicos de provincia no hay suplementos especiales, ni siquiera hay secciones culturales, están dentro de sociedad o dentro de espectáculos, o se convierte en evento cultural cuando va el gobernador y si no va el gobernador nadie lo cubre; es algo muy triste.

Pero eso depende de los dueños de los periódicos. Tenemos que incentivar a los dueños de los periódicos a que comprendan que el fenómeno cultural es lo único que va a transformar a una sociedad. Así como aprender a leer y escribir, incentivar sobre el aprendizaje de la lectura y de la escritura, que tiene que ver con la continuidad de la lectura. Leer es un plan infinito.

Nos estás mencionando puntos focales donde el periodismo cultural puede aportar, un tema pendiente para los periodistas culturales ¿Qué otros pendientes tenemos?

Hay muchísimos pendientes, empezando con que los periodistas tenemos que aprender a escribir bien, tenemos que tener un gran bagaje cultural y un gran conocimiento; nos hace falta leer más. Ser periodistas en lugares adversos al periodismo cultural donde los jefes de redacción, los directores, los dueños de los periódicos, no tienen sensibilidad para entender los fenómenos culturales que pasan en su región, es muy delicado, muy grave.

No es cultura el que es famoso, es cultura quien trae prestigio, quien da identidad a un lugar, quien le da a un país la posibilidad de pensarse y de un crecimiento intelectual, humano, propio.

Braulio Peralta, yo te llamo “el periodista de carne y hueso”, como te encontré en tu libro “Los nombres del arcoíris”, ¿Qué temas te apasionan?

Una de mis obsesiones periodísticas fue Octavio Paz,  antes de que recibiera el Nobel de literatura, cuando él tendría entre 55 y 60 años de edad, y hasta su muerte. Para mí Octavio Paz representaba el pensamiento más lúcido de un poeta que podía decir algo en su tierra, por eso le puse “El poeta en su tierra” a mi libro, como una forma de decir “el profeta en su tierra”.

Los diálogos con Octavio Paz me dieron la ventaja de saber y de conocer de cerca, desde su propia voz, su tono, su ritmo, el significado de las palabras, lo cuidadoso que era con el lenguaje y aprender con él. Un periodista es un escucha, es el intermediario para un lector posible de Paz y un posible lector del que hizo el trabajo con Paz, que en este caso me tocó ser a mí.

A cercarse con humildad y también acercarse con el conocimiento de haber leído a ese poeta y preguntarle sin temor, porque sí, es un dios de la literatura pero es un ser humano y había que acercarse con él, con el corazón en la mano y preguntarle sobre la confrontación del tema político, sobre las diferencias de la cuestión estética de algunos de los poemas que él  mismo no reconocía como propios porque eran de juventud, y todo esto es lo que es mi libro de “El poeta en su tierra”.

Platícame sobre “Los nombres del arcoíris”.

“Los nombres del arcoíris” es el libro más personal que yo he hecho porque representa una época en la que muchos amigos murieron de sida. Representa la historia de un movimiento de  homosexuales y lesbianas que no se había registrado en los anales de la historia de la cultura en nuestro país. Representa la posibilidad de que todas esas luchas que se dieron desde 1901 hasta la fecha, han venido para bien con las sociedades de convivencia, con la posibilidad del matrimonio, con la posibilidad de adopción de hijos.

Todos somos seres humanos, no hay cucarachas y seres humanos. Hay seres humanos. Tenemos que aprender a ser ecologistas, a ser feministas, a tener respeto por la diferencia, por todo tipo de diferencia. Más allá de un concepto político tiene que existir la amistad, sin eso no hay nada, como la familia.

De hace unos años cuando nos diste aquel taller de periodismo, en Hermosillo, a la fecha ¿encuentras avances en lo que se está haciendo en cuanto a periodismo cultural?

Bueno, algunos ya publicaron libros, en aquella época no tenían libro publicado, aspiraban a hacer, en aquella época ustedes estaban haciendo el periodismo y hoy están haciendo un trabajo más profesional.

¿De alguna forma esto te da certeza de que has sembrado?

No sé si yo puedo decir eso. Yo siempre he dicho que en los talleres el que aprende soy yo porque escucho ecos de horizontes que desconozco, como esta luz en el desierto que es Hermosillo, yo aprendo más que lo que puedo decirles. No lo digo como humildad, lo digo desde el propio conocimiento; el maestro no es más que un eco de los demás, un espejo de los otros y si los otros te dan tú puedes dar, si los otros no te dan, tú no puedes dar.

¿Qué proyectos tienes en este momento?

Estoy trabajando en dos libros pero no quiero decir los temas porque se me agrian -Braulio sonríe-. Dejé el mundo editorial porque me cansé de servir a los autores como editor, me quiero convertir en mi propio personaje para trabajar. Todos estos años maravillosos de madurez los quiero dedicar a mí.

¿Qué me dices sobre tu columna “La letra desobediente”?

“La letra desobediente” sigue ahí, dando tumbos, peleándose con el mundo intelectual, con el mundo cultural, diciendo su verdad, no la verdad, pero sí mi verdad y haciendo llorar a las palabras lo más que pueda para que la gente las sienta, las huela, sonría y en vez de sufrir sienta esperanza.

Y así despedimos esta entrevista, Braulio, oliendo las palabras, sonriendo, y con la esperanza de encontrarnos pronto, gracias por compartir, por convivir y por llevarte algo de nosotros, como tú dices.

(Braulio sonríe) Es un honor compartir, estoy de acuerdo. Gracias por esa oportunidad.

*Comunicadora

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