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FALLECIÓ EL ESCUINAPENSE HÉCTOR SIMENTAL BEAVEN

Por viernes 31 de agosto de 2018 Sin Comentarios

FAUSTINO LÓPEZ OSUNA

Una breve nota a modo curricular, diría: Héctor Ignacio Simental Beaven, originario de Escuinapa, Sinaloa, Contador Público, ex subsecretario de Egresos del Gobierno del Estado de Sinaloa, ex presidente constitucional del municipio de Escuinapa, Sinaloa, ex asesor de la subsecretaría de Pesca, empresario, fundador de las empresas Pure Mango, S. A. de C. V. y Citrocorp, S. de P. R. de R. L., falleció el 14 de agosto de 2018, en la ciudad de Culiacán, Sinaloa.
Pero más allá de su currículum y de los importantes cargos que ocupó en la Administración Pública federal, estatal y municipal, Héctor Simental fue un hombre sensible a las desigualdades sociales, amigo de los amigos, solidario a carta cabal. Lo conocí en el gobierno de don Alfonso G. Calderón, en el equipo de don Roberto Wong Leal, secretario de Finanzas. Conociendo de mi amistad con el también escuinapense Dámaso Murúa, en una ocasión me invitó a su oficina para informarme que acababa de verlo Dámaso y de dejarle unos cien libros de sus últimos relatos y me pidió que le echáramos la mano distribuyendo el libro entre nuestros amigos. Y así lo hicimos. Era feliz ayudando a la gente y más tratándose del autor de “El Güilo mentiras”.
A lo largo de los años, siempre que pude lo pasé a visitar en su domicilio en la ciudad de México, por el rumbo de Popotla. Cuando vivía en Escuinapa y yo venía de México, también pasaba a saludarlo.
Cuando don Alfonso tomó posesión como subsecretario de Pesca, al inicio del gobierno de Miguel de la Madrid, me llamó para que le atendiera la Secretaría Particular y, coincidentemente, también llamó a Héctor Simental y lo integró al área de Asesores. Ahí, el amigo, me preguntó si tenía yo algún terreno en mi comunidad de Aguacaliente de Gárate que lo pudiera destinar a una huerta de mango, que él me echaba la mano para que uno de sus trabajadores me la injertara de la variedad que yo quisiera.
Que me pedía que pensara que un día podía suceder que ya no lo llamaran a uno de ningún trabajo y, en la vejez, era necesario que, si no había hecho dinero (como sería mi caso), al menos, pobremente, tuviera algo de qué mantenerme sin dar lástima. Le tomé el consejo y así pude darle la satisfacción a mi padre, de que tuviéramos una modesta huerta familiar de mango, con la que él siempre soñó. Ramón Aragón, excelente amigo y trabajador de Simental, durante tres años estuvo acompañándome los fines de año, hasta dejar totalmente injertadas 23 hectáreas de mango “Kit” o Keit, sin costarme un cinco. Yo no hallaba cómo corresponderle a los amigos escuinapenses.
Y, como ya venía componiéndole canciones a los distintos municipios del Estado, decidí en ese tiempo componerles “El Escuinapense”. Le pregunté a Ramón qué ritmo quería. Me dijo que un son. Un día sí y otro también que iba a Escuinapa por él a injertar la huerta, le fui diciendo cómo iba la letra. Él asentía con la cabeza cuando le decía una estrofa. Solamente una vez noté que no le gustó una parte de la letra. Le pregunté por qué. Y me contestó que estaba dejando afuera El Palmito, que era más viejo que Escuinapa. Lo agregué y le agradó. Como yo le cantaba a capela, siempre le aclaré que se oiría mucho mejor ya con la banda.
Al poco tiempo de aquellos días, el amigo Héctor Simental Beaven resultó candidato a presidente municipal, en el segundo trienio del gobierno de Franisco Labastida, ganando las elecciones. Y cuando visitaría por primera vez Escuinapa el gobernador durante su administración, me pidió que estrenara El Escuinapense, porque quería impresionarlo. Así que, acompañado por la extraordinaria Banda La Costeña de don Ramón López Alvarado, estrené en la plazuela frente a la Presidencia municipal el son
El Escuinapense, impresionándose y felicitándome el gobernador, pidiéndome que también le compusiera a Ahome, cosa que hice pasando los años. El primero que grabó El Escuinapense, después de escuchármela en el IV Festival Cultural de Sinaloa (1990), fue el gran músico escuinapense Nacho Millán y su excelente orquesta. Luego sucedió que Ramón, teniendo de vecino a un músico integrante de la Banda El Recodo, éste le llevó la grabación de Nacho Millán a don Cruz Lizárraga, quien la grabó con la espléndida interpretación de Julio Preciado; grabación, por cierto, realizada en Los Ángeles, California, de la que, desde hace 25 años, hasta hoy, no he cobrado jamás ni un centavo, porque la empresa de allá no paga regalías a México.
El inexorable paso del tiempo fue llevándonos a Simental y a mí por su propio rumbo. En una ocasión que lo encontré en el restaurant San Miguel, de La Lomita, en Culiacán, me dijo que estaba viviendo casi enfrente de ahí. Que a ver cuándo lo visitaba. Pero el estar radicado yo en la ciudad de México, me dificultó la visita. Siempre me felicitó por El Escuinapense. Y yo jamás le conté a nadie cómo lo había compuesto y que era como un mínimo homenaje a la generosidad del amigo y de Ramón y de muchos estimados escuinapenses de toda la vida. Por ahí anda otro amigo común, de él y de Dámaso: Oscar Zamudio Araya.
Nunca supe que Héctor Simental había enfermado, pues lo hubiera buscado. No fue sino hasta hace unos cuantos días, el 16, que, casi accidentalmente, al hojear el periódico Noroeste, vi la esquela publicada por las empresas fundadas por él. Y me aturdió la noticia. Ahora que circunstancialmente ocurrió también el fallecimiento de su paisano Antonio Toledo Corro, evoco con agradecimiento la imagen amable del ser humano, igualmente sinaloense distinguido, Héctor Simetal Beaven, a quien compuse El Escuinapense. Abrazo solidariamente a su distinguida esposa, Carolina Villaseñor de Simental, y estimada familia.

Descanse en Paz.
Señores, con su permiso
yo le canto aquí a mi tierra,
a sus hombres y mujeres,
gente amiga de adeveras.
Yo vengo desde Escuinapa,
yo soy puro escuinapense,
soy del sur de Sinaloa,
a las órdenes de ustedes.
(El Escuinapense)

* Economista y compositor

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