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Transporte público: el drama de lo cotidiano

Por martes 15 de noviembre de 2016 Sin Comentarios

transporte publico

Por: Iván Escoto Mora

Martes 25 de octubre de 2016, Ciudad de México. El autobús, como siempre, saturado. Algunos pasajeros
cuelgan de las puertas, apenas logran apoyar un pie en el último escalón para evitar la caída. No pueden darse el lujo de viajar de otro modo. Los asientos, unos desfundados, otros, inutilizados por fierros que sobresalen de entre sus cojines, quizá alguna vez estuvieron mullidos. Un servicio decadente, pero eso sí, cada día más costoso. Viajar de la Villa de Guadalupe a Ciudad Universitaria tiene un precio aproximado de 22 pesos. Podría ser peor, hay colegas que viajan desde el Estado de México, donde los pasajes se incrementan en una lógica inexplicable: a peor servicio mayor costo. ¿Algo de esto resultará familiar a los altos funcionarios del gobierno de la ciudad capital? Tal vez hubo un tiempo en que utilizaron el transporte público, pero después de años en el trapecio político, se anticipa que les resulta difícil reconocer la realidad en que viven los ciudadanos de a pie, después de todo, su referente más cercano es la representación teatral de “un día sin auto” -según sostienen- para solidarizarse con el medio ambiente. ¿Cuál es el drama del transporte público? A continuación, se ofrecen algunos ejemplos referentes a los camiones colectivos:

Calidad Vs Servicios. El transporte, en su gran mayoría concesionado a particulares, resulta insuficiente. Precios aparentemente bajos, justifican la negativa de los empresarios de adquirir más unidades y ofrecer mejores prestaciones a los usuarios. En consecuencia, se preserva intocada la decadencia. Capacitación de los conductores. Es posible observar a jóvenes que en ocasiones -parece- difícilmente alcanzan los veinte años, pero aún los más experimentados, ¿qué entrenamiento reciben para asumir la alta responsabilidad de transportar vidas humanas en vehículos evidentemente excedidos en su capacidad de carga?. Cultura de respeto y sensibilidad por “el Otro”. Lo menos grave sería describir la música que programan los choferes, a todo volumen y sin consideración de los gustos de los pasajeros. Habría que ver la temeridad de sus prácticas de conducción, en una mano el celular, la torta o el refresco (¿podría ser otro tipo de bebida?); en otra mano, el volante que dejan a la deriva intermitentemente para controlar el estéreo, dar una caricia amorosa a la novia (quien con frecuencia les acompaña), o bien, bromear con su copiloto, regularmente sentado sobre un cubo de pintura dispuesto boca abajo, a modo de banco.

Las competencias de velocidad merecen mención aparte. Los conductores, con la intención de captar pasajeros, se lanzan en una correría de aventones y jalones. Los pasajeros devienen en mercancía, la cual debe ser arrebatada lo más rápido posible, el juego se llama: “a ver quién sube más pasaje para cumplir con la cuenta del patrón”. Pese a la saturación del transporte, ciertas horas son propicias para recibir a bordo visitas inesperadas. Es posible identificar al menos cuatro categorías de visitantes:

A) Vendedores: hombres y mujeres, en su mayoría adultos, pero también niños en edades escolares. ¿Estudiarán además de trabajar? Probablemente no, dadas las jornadas en las que se les mira laborando. ¿Qué se vende? Casi de todo, desde dulces típicos hasta música.
B) Artistas e intelectuales: músicos, comediantes, poetas, en alguna ocasión un joven estudiante de literatura subió a dar lecciones breves sobre gramática, un cuaderno de espiral fungía como pizarra itinerante. Habría que darle una medalla al novel profesor, que pretendía pagar sus estudios, acercando la escuela al pueblo.
C) Buscadores de caridad: este rubro se bifurca dos vertientes:
i) Por un lado, quienes sostienen el discurso de la misericordia. Pueden ser inmigrantes, adultos mayores, personas con necesidades físicas especiales, etc. Es posible que la historia tras la caridad solicitada sea verídica, pero también se presentan casos de estafa: Un hombre -en su primera intervención- dice ser viudo, pide 300 pesos para pagar la cuenta del hospital donde de su única hija se encuentra interna; al día siguiente, la ayuda es para su esposa y después, para su hijo varón, primogénito, etc.
i) Por otro lado están quienes sostienen el discurso de la extorción: Un muchacho, con voz estridente y tono amenazador, aborda intempestivamente el camión. De inmediato espeta una amenaza velada: “Qué transa barrio, vengo saliendo del reclu, la neta no quiero recaer en la maña, pónganle un varito pa’que me aliviane, se los estoy pidiendo chido, en lugar de sacar la fusca y venirlos a robar… cualquier moneda se agradece banda… muchas gracias papi, Dios te lo pague”.
D) Asaltantes. Pueden ser: i) Carteristas, operan con la sutileza de un “crupier” de las Vegas, la víctima no se entera hasta que busca, sin éxito, el habitual contenido de su bolsillo; ii) En el otro extremo están los asaltos violentos, con el primer grito desfundan un arma, puede ser un revolver de alto calibre, un fierro o un objeto punzocortante. En ocasiones el arma es falsa, pero resulta inviable averiguar.

¿Cómo abordan estos personajes inesperados en el camión? (especialmente los asaltantes). Pueden elaborarse diversas hipótesis: 1) Cuentan con la complicidad de los choferes y/o los concesionarios de las rutas; 2) Los choferes y/o los concesionarios aceptan amedrentados, bajo la posibilidad de sufrir consecuencias derivadas de su falta de cooperación, 3) Los visitantes inesperados no cuentan con la colaboración de nadie, pero aprovechan la falta de regulación: camiones que viajan abiertos, que hacen paradas en cualquier sitio, que no exigen el pago a todos los que abordan, etc. En cualquier caso: ¿Qué papel desempeñan las autoridades?.La magnitud de una ciudad como México posiblemente dificulta el control y el orden absolutos. Tal vez no existen policías suficientes para resguardar cada esquina y cada ruta del transporte público, pero la falta de planeación y los niveles de corrupción, también son un factor de influencia en el fenómeno de la inseguridad cotidiana. ¿Algún día será posible recuperar la confianza de salir a la calle y poder vivir en libertad?

*Abogado, docente y filósofo

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