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De Brujos y Brujerías

Por martes 15 de noviembre de 2016 Sin Comentarios

Por: Faustino López Osuna

de brujosBrujería, dice el diccionario, son “operaciones sobrenaturales a que se cree vulgarmente que se dedican las brujas”. Éstas, según creencia vulgar, además de las actividades sobrenaturales, se ocupan en operaciones diabólicas. Aunque adivino es sinónimo de brujo, éste es “hombre que hace cosas misteriosas y se cree tiene pacto con el diablo: en la Edad Media se quemaron por brujas muchas infelices”. En el mismo sentido, nigromancia es magia negra o diabólica. Y nigromante, el que la ejerce. Aquí es bueno aclarar que más que por tales artes, a nuestro inmortal Nigromante (don Ignacio Ramírez) se le dio el sobrenombre por el sinónimo de adivino (persona que pretende descubrir las cosas ocultas y predice el porvenir: profeta, augur, arúspice). Como uno de los sinónimos de brujo es mago, consultamos igualmente al diccionario sobre mago y magia. Magia: “Arte fingido de producir por medio de operaciones extraordinarias y ocultas, efectos contrarios a las leyes naturales. Encanto, efecto maravilloso, potencia de seducción”. Mago: “Miembro de la casta sacerdotal en la religión zoroástrica. Que ejerce la magia”.

Todo lo anterior viene a cuento, a partir del artículo pasado “De Hitler a Trump” que escribí, en un contexto nazifascista, sobre las barbaridades de Donald Trump, psicópata anarquista que trae en un brete las elecciones presidenciales norteamericanas. Del mismo modo, porque de pronto recordé un librito publicado en la década de los años 60 del siglo pasado, que provocó cierto ruido en el medio intelectual de esos años: “El Retorno de los Brujos”, de Louis Pauwels y Jacques Bergier y que trata de una disparidad de temas, como supuestos fenómenos parapsicológicos, civilizaciones desaparecidas, el esoterismo y su conexión con el nazismo o Nacionalsocialismo: “Doctrina política fundada por Hitler en 1923, que defiende la concepción totalitaria del Estado, la dirección e intervención estatal en la economía, el poder absoluto del Führer, afirmando la superioridad de la raza germánica y la extensión territorial alemana basada en la teoría del espacio vital. Se llama también nazismo”. (Führer: Nombre dado en Alemania en 1933, a Adolfo Hitler, jefe del Estado nacionalsocialista llamado III Reich).

La parte que me interesa tocar de “El Retorno de los Brujos”, es la del esoterismo y su conexión con el nazismo, en tanto que Esotérico es Secreto. Oculto. “Dícese de la doctrina profesada por los sabios de la Antigüedad cuyo conocimiento no debía ser poseído sino por muy pocos. Incomprensible para las personas no iniciadas, de difícil interpretación”. En lo expuesto por Pauwels y Bergier, se relata cómo Hitler mantenía secretamente una suerte de templo casi subterráneo, dedicado al esoterismo, con un puñado de selectos videntes que manejaban una supuesta ciencia con todos los conocimientos y las bases de la Física invertidos, como establecer que el espacio exterior era el espacio interior, y así sucesivamente. Todas las fantasías de películas hollywoodenses sobre temas, por ejemplo, del descubrimiento y posesión del Arca de la Alianza, se quedan cortas ante las interpretaciones de secretos de civilizaciones extintas, hechas por los brujos de Hitler. Hoy, después del tercer debate presidencial norteamericano Clinton-Trump y la enfermiza obsesión de éste de que existe un complot armado para su derrota, sólo hace falta que salga con la afirmación de que tiene contratado a un grupo de brujos que lo mantienen al tanto de dicho complot y que son quienes le han aconsejado no reconocer los resultados de las elecciones si no le dan el triunfo.

Aunque se puede señalar de ligereza lo anterior, no se olvide que el catolicismo al utilizar a la Santa Inquisición contra los herejes y los “enemigos” de la fe católica (Reforma luterana y seguidores), incluyó, entre los delitos a perseguir, a la apostasía (renegado, relapso), la brujería y la magia, pese a los Tres Reyes Magos (imagínese cómo les hubiera ido si hubieran vivido los tiempos de la Inquisición) o a los mismos milagros de Cristo, tomados como actos de magia (contrarios a las leyes naturales), lo que obliga a tener cuidado con la ignorancia y, sobre todo, con los locos con poder religioso o de cualquier índole en cualquier época. La historia moderna documenta sobre la inclinación de algunos gobernantes por mantener como consejeros a personajes supuestamente videntes, de los que dependen, incluso, decisiones de Estado: recuérdese el papel que jugó Rasputín en la corte rusa por influencia de la esposa del Zar. En el México contemporáneo, se volvió vox populi el rumor del desempeño de Uri Geler en las esferas del poder presidencial y posteriormente el escándalo de la contratación de una adivina en la búsqueda de un personaje de la política, desaparecido como secuela de un asesinato político y localizado en una tumba clandestina, gracias a los servicios de la vidente contratada, según trascendió en la prensa.

Más allá del desempeño de la televisión comercial que volvió redituable negocio las actuaciones espectaculares del ilusionista David Copperfield haciendo desaparecer la Estatua de la Libertad en Nueva York, aquí y ahora, sin saber de las espantosas condiciones de violencia prevalecientes en nuestros días, un niño que leyera tan sólo el encabezado de la nota de un diario local: “Ya van 169 mujeres desaparecidas”, concluiría que ello tendría que ser obra de un brujo o de un mago muy poderoso para desaparecer a tantas. Igualmente, ¿será cosa de brujos las desapariciones de los exgobernadores Padrés (de Sonora) y Duarte (de Veracruz)? ¿Habrá brujos capaces de engañar así a un país entero y a todo su Gobierno?

* Economista y compositor

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