Estatal

EL CHITO PERAZA; LAS GANAS DE SALIR DE LA MISERIA

Por martes 15 de noviembre de 2016 Sin Comentarios

el chito peraza

Por: Teodoso Navidad Salazar

Nos encontramos casualmente. Hacía algunos años lo había perdido de vista. Sabía de él, porque es hombre público y también por sus trabajos literarios que no son pocos. Hijo de numerosa familia, El Chito, al igual que sus hermanos, realizó un esfuerzo extraordinario, para salir de la miseria en la que creció, al lado de sus padres. Todos trabajaron duro para llegar a ser lo que son. Aunque ya entrado en años, lo observé; “es que me ejercito físicamente y llevo una vida sin excesos”- me dijo sonriendo picaronamente.

Lo recuerdo siempre entrón; desinhibido, dispuesto a servir a los demás. Siempre limpio. Su madre confeccionaba sus camisas con manta de sacos de harina o azúcar en los que antes se comercializó estos productos; los pantalones eran de mezclilla económica; él, como sus hermanos calzaba huaraches hechos por su padre. Lo mismo ayudaba en las tareas del hogar, como en los días sin clase o vacaciones, trabajando en las duras tareas del campo, en el corte de hortalizas, y más tarde como operador de maquinaria agrícola. Nada lo detuvo. Al igual que su padre, jamás le escuché expresarse en lenguaje vulgar. Bueno para la bicicleta y las carreras. Fue el primer bolero que hubo en el ejido; a la fecha, el único. En este encuentro, El Chito Peraza, recordó que el primer día (1968), que salió con el cajón de madera, que su padre le hizo, trajo a su casa once pesos con cincuenta centavos (era el tiempo de zafra). Ese fue el puntero para que su padre, en sus viajes a Culiacán, le comprara la grasa, crema tinta, negra y café, para su autoempleo sábados y domingos, en que no iba a la escuela.

Con todos mis defectos- dice El Chito- “fui trabajador y honrado. Jamás pedí o tomé un cinco que no ganara con mi esfuerzo. Ahora es muy común: todo mundo pide, no les da vergüenza. Antes que eso, me quedé sin comer muchas veces y caminé grandes distancias, antes que pedir para el camión cuando fui estudiante, y tenía que ir del ejido El Chapeteado (donde nació), a la comisaría de Leopoldo Sánchez Celis (sindicatura de Eldorado), a cursar quinto año. O cuando estudiaba en Culiacán la secundaria. Dormí en la escuela autorizado por la directora; también pedía permiso para pasar la noche en los camiones de Costarica-Eldorado, estacionados en la vieja Central de autobuses, que estuvo por el boulevard Gabriel Leyva Solano. En la actualidad soy el mismo: si tengo dinero para un café, voy y me siento a disfrutarlo; si no tengo, no sufro, ni me ando acomodando para que alguien me invite: ya habrá para eso y más, porque debes saber, que no vivo en la bonanza; soy maestro jubilado, y ya te imaginarás, si estando activo no se vive con decoro, menos ya en el retiro”.

En verdad El Chito Peraza sigue siendo un hombre de trabajo. La vida lo ha sometido a duras pruebas…pero ha salido avante. Como todo ser humano, llevas tu carga de sufrimiento, pero se aprende a vivir con ello. No tienes opción”.

Me honró con su amistad desde niño, y seguí su trayectoria. Se convirtió en profesionista destacado y su trato sencillo y cordial, no cambió; ha sido buen hermano mejor hijo y padre de familia ejemplar. Durante la charla, que disfruté tanto por su facilidad de palabra, como por las remembranzas porque hoy que lo veo convertido en un profesionista de bien, me regreso a los años en que lo conocí, y me pregunto, cómo pudo un chico de su edad, salir de aquella situación.

Qué motor lo impulsó para no perderse en la vorágine de la vida y de los años 70, cuando nos invadían los grandes movimientos sociales llegados a México, de otras latitudes. Cuáles fueron las influencias que le permitieron salir ileso, del despertar juvenil y no perderse en el consumo de drogas, o el trasiego de las mismas, como muchos chicos de su edad que murieron muy jóvenes, creyendo que con ello ganarían la fama, de aquellos hombres cuyos corridos se escuchaban en cantinas y burdeles ensalzando sus correrías y sus falsas valentías.

Por todo ello me pregunto, por qué teniendo tantas facilidades para estudiar y aportar a la sociedad en la que viven, un gran número de chicos sucumben ante el terrible consumismo y las cosas superfluas. El Chito es un ejemplo a de superación personal. Nadie le va a contar lo que es la pobreza. Comer una vez al día, o cómo se las ingenió para pasar la noche sin haber comido nada durante el día.

Hace algún tiempo, platicando con él, pude observarlo ya con la mesura que dan los años vividos y los viajes a los que es muy asiduo. Su charla, relajada, más allá de las preocupaciones y deber cumplido. Excelente conversador y mejor receptor, disfruté de sus pláticas así como de sus bromas, como en los días de infancia difícil, pero feliz. Como en aquellos lejanos días, con la cubeta en la mano y en los surcos de las plantaciones de tomate, con sus camisas de manta de azúcar o de harina, sin más patrimonio, que las ganas de salir de aquella miseria en la que encontró el soporte, para triunfar.

*Octubre de 2016, La Promesa, Eldorado, Sinaloa
Sugerencias y comentarios a teodosonavidad@hotmail.com

Artículos relacionados

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.