Por Óscar Lara Salazar*
El domingo 24 de febrero a las 3 40 de la tarde, y cuando ya se encontraba a punto de despegar el vuelo 164 de Aeroméxico de la Cd de México a Culiacán, me entró una llamada para decirme que el Dr. Héctor Castro Abitia había muerto. No pude abundar en esos detalles que siempre se preguntan en estos casos porque la aeromoza me ordenó apagara el celular. Pero el vuelo con duración de hora y media me brindó el espacio para rememorar una vida positiva y propositiva, generosa y solidaria.
*Cronista de Badiraguato.