Estatal

Un mexicano en el Titanic

Por domingo 2 de octubre de 2011 Un comentario

Por Nicolás Avilés González*

Hasta agosto de 2011 ignoraba que un mexicano fue pasajero en el primer viaje del legendario transatlántico Titanic. Confieso que no había leído algo sobre este particular, ni mucho menos ví la película, pero después del encuentro con Antonio Uruchurtu en la ciudad del sol en el vecino estado de Sonora, me decidí a investigar sobre el particular.

Manuel Uruchurtu Ramírez nació el 17 de junio de 1872 en la ciudad de Hermosillo, cursó la instrucción primaria, secundaria y preparatoria, luego se dirigió a la ciudad de México ingresando a la Real y Pontificia Universidad de México donde lograría su grado de licenciado en derecho. Misma institución que posteriormente a través de la lucha de José Vasconcelos y la de muchos mexicanos ilustres lograría su estatus de autónoma, llamándose a partir de entonces: Universidad Nacional Autónoma de México. Tiempo después y dada su militancia política, militar (obtuvo el grado de coronel) y de litigar a favor del Estado mexicano en su lucha por recuperar el Chamizal en Paso del Norte, lograría un escaño por su estado natal en la cámara de diputados.

Cuando fue depuesto a través de la lucha revolucionaria que inició en 1910 el dictador y héroe de la batalla del 2 de abril contra los invasores franceses, Porfirio Díaz fue obligado a salir del país y Ramón Corral que era para esos entonces su vicepresidente lo acompañó al destierro, ambos partieron en el buque alemán denominado Ypiranga con destino a la Francia para luego, allá, instalarse a las orillas del Sena en la ciudad eterna de Paris; lugar donde pasó el resto de sus días acompañando al trasterrado.

Ramón Corral, gobernador porfirista del Estado de Sonora, y a la sazón de las muestras de fidelidad con el Presidente Díaz llegó a ser el segundo de abordo, después que este personaje siniestro sofocó el movimiento yaqui, verdugo además de, José María Leyva Pérez, alias “Cajeme”, que en su idioma cahita significa “el que no bebe”. Este político en su afán de despojar a los yoremes de sus tierras para dárselas a los blancos o yoris (feroces), los masacró y no conforme con eso, cuando la tribu estaba en paz, a los pocos que sobrevivieron de las matanzas infames del ejército federal los deportó de manera masiva a las haciendas henequeneras en el Estado de Yucatán. Muriendo muchos de esta etnia durante el trayecto de tan larga travesía. Fueron pocos los que después de la caída del dictador Díaz pudieron regresar desde las tierras del faisán y el venado al Valle del Yaqui.

Una añeja amistad unía al licenciado Uruchurtu con Corral, y éste el motivo que lo llevó hasta la ciudad Luz con el fin de asistir a una fiesta que daba el ex gobernador. Durante su estancia convivió con Guillermo Obregón que conocía con antelación ya que era yerno del nativo de Álamos y además presidente de la Gran Comisión de la Cámara de Diputados, a la que pertenecía por cuarta vez nuestro personaje.

El legislador por Sonora pernoctaba en una de las habitaciones del hotel “Gran Paris” cuando recibió la visita de Guillermo y por situaciones no claras aceptó de éste el boleto número PC.17601 de primera clase con el que días después abordaría el Titanic en su viaje de vuelta a América.

Obregón regresaría a Veracruz en el buque denominado “Francés” o “Paris” y Manuel Uruchurtu tendría el honor de ser un pasajero más en el viaje inaugural del transatlántico más impresionante fabricado hasta esos días, sustituyendo a Guillermo. Situación que seguramente no le desagradó ya que el día 8 de abril de 1912 envió una postal con la foto del Titanic a sus padres, asegurándoles que pasaría a saludarlos y a contarles sus experiencias en dicho viaje, que lo haría en su paso hacia el centro del país donde radicaba.

Zarpó de Southampton, Inglaterra a las 12:15 hrs del día miércoles 10 de abril de 1912 y con facilidad arrastró sus 269 metros de eslora, 28 de manga y sus 18 metros de altura. Estaba equipado con todos los adelantos de navegación de la época que llegaron los expertos a declararlo inhundible.

El arranque fue de mal presagio ya que al salir del puerto casi colisiona con el buque New York que hacía maniobras en la cercanía, situación que demoró en más de una hora su partida. Superado el incidente cruzó el canal de la Mancha con rumbo a Cherburgo, Francia, donde recogería a más pasajeros; ahí lo esperaba Manuel Uruchurtu.

El día 11 de abril de 1912 hizo escala en Queentown, Irlanda donde subió pasajeros a la sala de tercera clase. Luego avanzó a toda máquina hacia Nueva York, propulsado por sus cuatro motores y por una turbina que se alimentaba con montañas de carbón de roca que movían las tres hélices de bronce que desplazaban sus 46,328 toneladas de acero que constituían su estructura, lo hacía a una velocidad record para la época de 23 nudos o 43 km/hora. Navegó sin contratiempos durante cuatro días, hasta que llegaron a las costas de Terranova cuando el vigía Frederick Flit avistó la presencia del peligro que representaba un iceberg de aproximadamente 30 metros de altura sobre el nivel del mar, a una distancia de 500 metros por lo que avisó a William Murdoch que a pesar de las maniobras de urgencia terminó rozando con el casco de la nave haciéndole una herida de muerte.

A las 2:20 hrs. de la madruga del día 15 de abril de 1912, se daba la voz de alarma de que las aguas frías del Atlántico Norte estaban entrando a los compartimientos del barco y según el capitán Edward John Smith y sus ingenieros calcularon que tenían dos horas para abandonarlo. El trasatlántico llevaba un total de 2224 pasajeros y las balsas de emergencia sólo salvarían a 1778 personas, tendrían que morir al menos 446 pasajeros.

Por logística, los pasajeros de primera clase tuvieron preferencia y Manuel Uruchurtu dado su categoría de legislador mexicano y por tener boleto de primera clase se le asignó el bote número 11, que cuando completó su cupo no se permitió por razones de seguridad subir otro pasajero más. En esos momentos el “inhundible” daba muestras de irse a las profundidades del océano por lo que nuestro compatriota estaba salvado.

Enseguida, del montón, y de manera súbita aparece una mujer relativamente joven con una niña en brazos suplicando a los guardias que se le permita subir a dicho bote salvavidas. Estos fueron inflexibles, pero ante la súplica y después de argumentar que las esperaba en Nueva York el papá de la niña, nuestro compatriota se conmovió e inmediatamente dio muestras de solidaridad y de caballerosidad elevadas hasta las últimas consecuencias, cediéndole su lugar. El sonorense sabía que había firmado su sentencia de muerte, por lo que le pidió a la mujer que le prometiera que iría hasta la casa de sus padres en Hermosillo a contarles sus últimas palabras pronunciadas en vida; era su despedida y además reiteró que los amaba con toda el alma. Cabe aclarar que en este dato existe controversia ya que alguna literatura afirma que la petición era ir a Jalapa, Veracruz y dar el mensaje a su querida esposa Gertrudis Caraza y Landeros y a los siete hijos que engendró Manuel con ella.

Después de ceder su lugar en el bote, nuestro legislador inmediatamente regresó al barco que minutos antes había dejado; buque que estaba herido de muerte y por lo mismo le quedaba poco para perderse entre las gélidas aguas del Atlántico Norte. Seguramente, ya en este, se reconfortó con las melodiosas notas que la orquesta dejó de interpretar hasta que desapareció el navío. Nunca se recuperó el cuerpo del sonorense. Tiempo después llegaba Guillermo Obregón con el boleto de Manuel hasta el puerto de Veracruz sano y salvo. No cabe duda que el destino está determinado por un poder superior.

Horas más tarde, el “Carpathia” rescató a la pasajera que viajaba en segunda clase y a la niña que llevaba en brazos, bote donde debió haber estado nuestro connacional, la subieron a bordo junto con 704 personas más, el resto pareció. Después se supo que la niña no era hija de Elizabeth Ramell Nye, que la tomó aprovechando el caos que reinaba en esos momentos de apremio, y también, el mundo se dio cuenta que nadie la esperaba en Nueva York ya que era viuda, pero Manuel nunca lo supo; este dato salió a la luz ya que Elizabeth visitó a los padres de Manuel o a Gertrudis y sus siete hijos. La inglesa cumplió la promesa que le hizo a nuestro paisano en aquel momento de vida o muerte. Visitó nuestro país doce años después de aquel momento de definición de vida o muerte. No hay exactitud si fue a la ciudad del sol o a la brumosa Jalapa cumpliendo así su palabra. La caballerosidad del legislador mexicano le hizo perder la vida, sucumbió al embrujo de sus principios y de sus excelsos valores humanos que lo acompañaron hasta el último día de su existencia.

Recién, el cabildo de Hermosillo, Sonora recibió una propuesta de Antonio Uruchurtu, nieto del “Regente de Hierro” Ernesto Uruchurtu Peralta y sobrino-bisnieto de nuestro personaje, para que el día 15 de abril de 2012 fecha en que se cumplirá el primer centenario del hundimiento del barco y muerte del legislador. Se reconozca a este como “Héroe de la caballerosidad”, mínimo homenaje que se le puede brindar a este ser excepcional que perdió la vida mostrando al mundo el espíritu mexicano y dejando constancia para siempre de su monumental estatura humana.

*Docente. Facultad de Medicina / UAS.

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