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QUE MAXIMILIANO NO FUE FUSILADO PASÓ A SER “JUSTO -POR LAS- ARMAS” PARTE II Y CONCLUSIÓN

Por lunes 31 de agosto de 2020 Sin Comentarios

CARLOS LAVÍN FIGUEROA

-Continuamos…

Otros datos que refuerzan la teoría de que Maximiliano y Justo Armas eran la misma persona es que, en plena I Guerra Mundial, Don Justo recibió la visita de dos emisarios austriacos a los que no quiso recibir en su casa. Por mediación del alemán Alexander Porth, propietario del “Nuevo Mundo”, el mejor hotel de San Salvador, Don Justo acudió a la cita después de dos negativas. “La hija de Porth, Doña Fe, sabía hablar el alemán, y contaba cómo fue ese encuentro. Estaba interesada ya que él le daba clases de etiqueta y no comprendía por qué se negaba a recibir a estos señores y por qué la cita tuvo lugar en la habitación de los austriacos y no en uno de los salones. Allí pudo oír la conversación en la que se pedía a Don Justo que volviera a Austria porque Francisco José estaba muy enfermo y debía subir al trono. Según contaba Doña Fe, Armas se negó y dijo que su hermano, el emperador austriaco, le había obligado a firmar su renuncia al trono, a él y a sus herederos, antes de ir a México –lo que en realidad sucedió,aunque le había restituido todos sus derechos de sucesión cuando había sido apresado en Querétaro, tan luego fuera liberado y renunciara a sus proyectos en México-. Dijo que era un hombre anciano, que quería que le dejaran en paz y abandonó la habitación dando un portazo”.

Justo Armas, fue un personaje cuyo origen era incierto, muy apreciado en El Salvador por ser un hombre culto, amable y elegantemente vestido a pesar de andar siempre descalzo. Él decía que era para cumplir una promesa a la Virgen por haberlo ayudado a salir de un momento de peligro de muerte.

Es recordado en El Salvador, como el mismo Maximiliano, lo que en México se desconoce, porque la historia ya había sido escrita por los vencedores republicanos ni tan liberales de Benito Juárez, por lo que, esta, no es una historia inventada en México para limpiar la imagen de Juárez como se quiere argumentar. El hecho de cumplir su promesa de andar siempre descalzo, yo la relaciono con el obligado rito de iniciación de los masones, rito que reciben descalzos como muestra de humildad, lo que refuerza que Maximiliano si practicaba la masonería por lo menos de manera oculta, está documentado que la masonería se instaló en México, durante el breve imperio de Maximiliano.

Justo Armas falleció en 1936. Vivió en El Salvador por más de sesenta años, descalzo y sin revelar su identidad.

Es bien sabido que en 1871 participó en una donación de dinero para las fiestas patronales de San Salvador, apenas cuatro años después del fusilamiento en que Maximiliano sería sustituido por otro prisionero extranjero con características físicas similares entre los muchos apresados en el Sitio de Querétaro.

“Desde los primeros años hasta su muerte fue acogido por familias pudientes, especialmente por el vicepresidente, canciller y masón Gregorio Arbizú, familia a quien Don Justo heredó.

Según Pachita Tennant Mejía de Pike, quien lo conoció cuando era todavía una niña, tenía un negocio de alquiler y atender fiestas y catering. La vajilla, era de porcelana de Sévres, las copas de Bacaratt, las sillas eran doradas al estilo del Imperio austro-húngaro. También daba clases de social graces y de protocolo, por décadas dirigió los eventos y banquetes de la Cancillería, siempre fue protegido por presidentes. Cuando murió, su gran amigo Monseñor Belloso, arzobispo de San Salvador, expresó:- ¡Ha muerto un santo y un gran personaje!”.

De ser un comentario tradicional en El Salvador, pasó a convertirse en una seria investigación que aquí secundo y adiciono, fundamentando que Maximiliano el hombre –y no el emperador- si habría sido perdonado por Benito Juárez, quien en un edicto declaró: “El archiduque Fernando Maximiliano José de Austria fue hecho “justo por las armas” el 19 de junio de 1867”, y en otro momento, ante los sollozos y reclamos de la princesa Agnes Salm Salm, arrodillada ante Juárez, este le expresó la conocida frase; “Juárez el hombre lo perdonó, pero no el presidente”, en ambas expresiones, Juárez encerraría entre líneas la verdad oculta; el hombre había perdonado al hombre, pero el presidente no había perdonado al emperador, finalmente el esposo de la princesa fue liberado.

Se han hecho pruebas científicas, como antes mencioné, principalmente la de ADN que ha dado positivo para que el cuerpo de Justo Armas sea del mismo Maximiliano comparado con familiares austriacos. Es de aclarar que hay otra prueba hecha en 1994 por los familiares del emperador al cuerpo sepultado en Viena que allá aseguran es de Maximiliano, sin embargo, esta prueba, solo fue para descartar a quienes reclamaban derechos de sucesión por ser sus descendientes producto de sus amoríos, y nunca para verificar la autenticidad de aquel cadáver como se argumenta.

Leyendo el antiguo libro “Sitio de Querétaro”, del cronista queretano José Guadalupe Ramírez Álvarez, que narra día a día y momento a momento los acontecimientos, constaté que; El fusilamiento de Maximiliano se cambió en tres ocasiones en tres días, lo que ocasionó que el número de curiosos disminuyera a muy pocos, y fueron situados a distancia considerable con una valla de soldados -lo que se prestaría para realizar la suplantación-. Juárez recibió infinidad de cartas y presiones de intelectuales y dignatarios europeos y nacionales, patéticas visitas de personajes rogando el indulto, entre ellas la de la princesa SalmSalm, incluso sus amigos temían que fusilarlo no sería acertado, como el General Porfirio Díaz enemigo del imperio en el campo de batalla, quien expresó; “No sé qué beneficio para el país pueda tener el fusilamiento de Maximiliano, juro que no lo sé”, y en otra ocasión dijo, “Si se concede el indulto, no sé cómo voy a poder contener al ejército”. Los cadáveres de Miramón y Mejía fueron entregados a sus allegados menos el de Maximiliano, el embajador prusiano barón de Magnus, solicitó el cadáver y se le negó aduciendo trámites legales. El embalsamamiento fue mal hecho y muy reservadamente por el doctor Licea; y a pesar de haber concluido con todos los trámites para su entrega, el ministro Lerdo de Tejada comunicó; “Por diversos motivos, el gobierno de la Republica no cree poder permitir el retorno a Europa de los restos del Archiduque”.

Casi un año después, su madre recibió el cadáver negando que fuera el de su hijo.

P.D. Hasta la próxima

Historiador y cronista de Cuernavaca

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