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PROFESOR LÁZARO GASTÉLUM RIVERA

Por domingo 15 de septiembre de 2019 Sin Comentarios

TEODOSO NAVIDAD SALAZAR

Lázaro Gastélum Rivera, nació en la comunidad de Tasajera, sindicatura de Tameapa en el municipio de Badiraguato, Sinaloa, el 17 de diciembre de 1944. Sus padres Abelino Gastélum Salomón (ya fallecido) y Martina Rivera formaron una familia con sólidos valores, inculcándoles el respeto a la vida y al trabajo honrado.

Lázaro, al igual que sus hermanos, Enrique María Eva, Jesús, Laura Elena y Cleotilde, crecieron en un ambiente de extrema pobreza, pero en un hogar integrado, donde tuvieron siempre los mejores ejemplos.

Lázaro Gastélum Rivera realiza sus primeros estudios en Tameapa. En aquellos años era el punto obligado, pues por ser una comunidad importante funcionaba ahí una escuela de concentración. Es decir que un gran número de niños que deseaban prepararse tenían que dejar sus comunidades y albergarse con amistades o familiares de Tamaepa para lograr su objetivo.

«Fue mi tío Enrique Salomón el que me indujo, el que me orientó por este camino de la docencia, que es muy delicado pero muy hermoso». – Señala el maestro Lázaro Gastélum, que recibe al equipo de La Voz del Norte en su casa, en la ciudad de Culiacán. Su rostro refleja satisfacción, es un hombre que habla con paciencia, sin prisas; trasmite mucha tranquilidad. ¿Será el deber cumplido el que lo hace hablar así?

«Claro que el apoyo de mis padres fue determinante en mi formación como ser humano, y luego como maestro» – Expresa nuestro entrevistado.

“En 1958, cuando contaba con 14 años de edad abandoné el seno familiar y me trasladé a Culiacán encontrando un espacio en la Escuela Normal de Sinaloa que dirigía la profesora Agustina Achoy. Ahí concluí los estudios de secundaria y estando inscrito en el primer año en el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio, se presentó la oportunidad de una plaza de maestro municipal, y como ya señalé que la situación económica era muy precaria en mi hogar, donde mi padre era un campesino, que trabajaba al diario y mi madre ama de casa, vi entonces la oportunidad de contribuir ya no al gasto familiar sino al sostenimiento de mis estudios .

Mi primera experiencia con la categoría de maestro municipal fue en la comunidad de La Tuna, municipio de Badiraguato. Recuerdo que mi padre me llevó a caballo hicimos 12 hrs, de camino desde Tameapa. Lo más triste se dio cuando al día siguiente, mi padre emprendió el regreso y yo me quedé allá, donde no conocía a nadie, siendo yo un joven inexperto y apegado a mi familia, debo confesarlo, estuve a punto de que se me salieron las lágrimas.

Pero me hice fuerte y asumí el papel que me correspondía. La gente era buena, me aceptó me dieron calor de hogar, los niños igual, y nos pusimos a trabajar».

El maestro Lázaro Gastélum, hecha a volar sus recuerdos. La nostalgia lo invade por momentos. Sus ojos se entrecierran para recordar momentos, fechas y lugares.

«De la comunidad de la tuna, la autoridad dispuso mi cambio a otro ranchito llamado El Ermitaño. El 1966 que egresé del Instituto Federal de Capacitación del magisterio ya tenía yo, laborando 3 años como maestro municipal y entonces mi hermano, Enrique que también era maestro renunció a su clave, para obtener la de director, y con dicha clave se me extendió nombramiento como maestro federal y fui a trabajar a San José del Llano en ese mismo municipio. Debo decir que la vida me cambió por completo. Fue otra mi situación económica y profesional. Ya en el periodo escolar 1967-68 me cambiaron a Bamopa y al año siguiente regresé a Tamaepa que era donde mis padres vivían, desde hacía tiempo. En 1980 me vine a Culiacán, con la encomienda de fundar una escuela en la colonia Rafael Buelna en el turno vespertino en la zona escolar 050.

En 1984 logré mi clave de director y mi doble plaza. En 1990 regresé a la zona 41 de Badiraguato como auxiliar administrativo, cuyo inspector era Ulises Lares Carrillo.

Tengo muy bonitos recuerdos, excelentes experiencias de mis andares por las comunidades donde laboré. Quiero mucho a esa gente y creo que ellos también; eso lo compruebo cuando he regresado, cuando me encuentro a quienes fueron mis alumnos, creo que quedó una buena imagen de mi persona; mi trabajo y responsabilidad hablan por mí. La responsabilidad es una palabra clave, eso lo aprendí en mi hogar y de mis maestros primeros, entre los que recuerdo están Domingo Pérez, Elma Angulo, Hilda Juárez, Manuel Flores, Eduardo Pereda, Elvira Angulo entre otros».

El maestro Lázaro Gastélum Rivera, recuerda sus años en la escuela Normal a sus compañeros Carlos Loaiza, Nayar y Gonzalo Montero Bañuelos, David Rubio que fue con los que más convivió; a los 37 a los de servicio cumplidos piensa que es el momento del retiro; ahora, cuando aun tienen fuerzas, para emprender nuevos planes.

Considera el maestro que es momento oportuno dar paso a la sangre nueva, a las nuevas generaciones de maestros que traen nuevas ideas y ganas de servirle al país, a la sociedad, a los niños y jóvenes.

Recomienda a los jóvenes que lean mucho el que no lee no amplía su vocabulario, el que no sabe leer es como el que está mudo. A los maestros, aconseja el cumplimiento con responsabilidad, con ética, con entrega. El trabajo de un maestro es delicado. Hay que guiar a los niños con mucho empeño, con paciencia. Rodeado del cariño de su esposa Martha Iribe, y de sus hijos Wilfrido, Luis Raúl, Oscar Manuel, Martha Lizeth y de algunos nietos, nuestro personaje es feliz, y quiere disfrutarlos, empezar una nueva etapa en su vida familiar.

La Voz del Norte, órgano de divulgación cultural, rinde un justo reconocimiento al maestro Lázaro Gastélum Rivera, por su entrega a la educación y su amor a México. ¡SALUD MAESTRO!

* La Promesa, Eldorado, Sinaloa. Comentarios o sugerencias a teodosonavidad@hotmail.com

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