Editorial

Editorial Nº 246

Por martes 31 de marzo de 2015 Sin Comentarios

“Medicina contra la violencia”

En su reciente visita a México, el Premio Nobel de Literatura 2008, Marie Gustave Le Clézio señaló: “La violencia no es una fatalidad, sino una enfermedad de las sociedades complejas y se puede remediar con educación.”. Su participación en la Feria del Libro de la Universidad Autónoma de Nuevo León, 2015, fue el espacio cultural donde el escritor francés dictó conferencias y señaló con claridad literaria: “La violencia es un desequilibrio entre la fuerzas sociales y la solución es económica, política y cultural y los mexicanos la tienen entre sus manos.” Con fina puntería acertó en el centro de la problemática contemporánea al añadir: “Una gran parte de la población es ajena a la cultura porque no tiene educación, no lee…” Esta es la apuesta informativa de La Voz del Norte, participar desde la sociedad civil de manera modesta en la solución que señala, Marie Gustave Le Clezio.

33 aniversario luctuoso

La madrugada del 18 de marzo de 1982, en la vieja carretera Cuernavaca / Acapulco, en un accidente falleció Guadalupe Trigo. El final del cantor yucateco dejó un hueco en la canción mexicana difícil de llenar; su musicalización a textos poéticos y su labor como compositor, intérprete, ejecutante de la guitarra, productor de discos, lo colocó en una vertiente de la canción popular donde se abandona a la estructura de tres tonos, a la melodía rústica y los textos repetitivos y ramplones que abundan en los éxitos discográficos. El final de Alfonso Ontiveros Carrillo, abogado de profesión y cantor mexicano, a éste editorialista lo dotó de la experiencia de perder al amigo y al coautor admirado, Guadalupe Trigo. QEPD El tercer mes termina y vienen las vacaciones de la Semana Mayor, deseamos que sean llenas de paz y actividades recreativas y culturales, que las disfruten.

SONETO CON ESTRABOTE A CÓRDOBA

Por: Juan Cervera Sanchis

Para Juan Rejano, cordobés de alma grande, en México.

Córdoba de la cal estremecida

 en sus muros mordidos de heredades,

 cabe el rey de las claras claridades

 y entre cantos de almuédanos dormida.

 Córdoba blancamente recogida

en el blancor azul de sus edades,

muerta y viva en un sol de eternidades

de restallante luz enfebrecida.

 Córdoba candeal y aceitunera

que cultiva, entre alegres atanores,

 el naranjo, la vid y la palmera.

Blanca Córdoba blanca entre rumores

de su alma popular y piconera

y sus regios y antiguos esplendores.

 Córdoba -miel y cera-,

mística y sensual sabiduría

 del más hondo saber de Andalucia.

*Poeta y periodista andaluz

LA BATALLA.

Por: Manuel Maldonado V.

En las cercanías de León, Guanajuato, en la época de la Revolución Mexicana allá por el año de 1915, se enfrentaron las huestes Constitucionalistas y Villistas, en un lugar ubicado entre las lomas de Santana del Conde y los llanos de la estación de La Trinidad; en los dos bandos existía una gran tensión; el campo de batalla estaba cubierto por huizaches y sementeras quemadas, además, se respiraba un aire emponzoñado por la fetidez de animales muertos, que atraía el vuelo de aves carroñeras que proyectaban sus lúgubres sombras sobre los polvorientos llanos; mientras, se posaba sobre el paraje el abismal silencio que precede a los combates.

Después de una suculenta cena el General Obregón salió a dar unos pasos, y aprovechar para hacer una ronda a la tropa atrincherada atrás de las cercas pedregosas en los lienzos de la Hacienda de Santa Ana. Detrás de una esquina vio agazapado a un anciano encorvado por el peso de las cananas, y no por temor a las ráfagas de metralla, sí no más bien, a las del viento que sin matar penetraban hasta el fondo de sus huesos. El Jefe cauteloso se le acercó preguntándole:

-¿Cómo ves el tiempo abuelo?

-De la chingada mi General.

Obregón se rio por la respuesta, dejando escapar una sonora ventosidad.

-No me refiero a eso. ¿Crees qué llueva?

-Sin ánimo de ofender mi General y con el respeto que se merece. Según vientos corren mañana llueve caca. -¡Ah que viejito tan ingenioso! ¿Quieres que me eche otro?

-¡MM…! Pues no mi General. Se lo agradezco muchísimo; pero, si con el primero casi me asfixia, con el segundo segurito me manda derechito al agujero.

En tanto, sus ojillos se iluminaban como brazas, por el triunfo en la lucha que acababa de librar, fatigado pensaba en sus próximas hazañas.

Desde la lejanía el ladrido de los perros asaltaba la quietud de la noche.

* Lic. en derecho y autor originario de Guanajuato

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