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París, Abril 11 Relato

Por domingo 29 de julio de 2012 7 Comentarios

Por Leticia del Carmen Medina Troncoso*

PARÍS ABRIL, 13, 1996.

Este día me he levantado muy temprano, la euforia de aprovechar cada una de las horas que me quedan en París, corro a darme una ducha mientras mi madre se despierta con la alarma del hotel, solo la oigo decir: “Merci, merci” al tipo del teléfono, al salir de la ducha mi madre ya se había arreglado, “¿Por qué siempre tardas tanto?”, me recrimina, sonrío y preparo mi maleta quiero dejar todo arreglado por si se nos hace tarde, bajamos al restaurante y los mismos comensales desde hace tres días, saludamos y nos disponemos a desayunar, “el bufet se ve delicioso” comenta mamá, sin embargo mi cara dice otra cosa, en fin comemos apresuradamente, dejamos la llave en concergerie junto con nuestras maletas, debemos desocupar antes del medio día y nuestro tren de regreso a Ginebra, sale hasta las seis de la tarde, así que pedimos nos cuiden las maletas un tiempo extra.

Tomamos el RER rumbo a la Torre Eiffel que nos deja solo a unas cuadras de ella, la emoción me invade y a mi madre también, al llegar vimos que había muchas formas de subir por elevador o a pie subiendo las escaleras hasta el segundo piso, nos llamo la atención que los elevadores fueran inclinados de la planta baja al primer piso, aunque es un poco costoso, preferimos el elevador a subir por las escaleras, había uno que otro atrevido que subía por ese medio, al pagar el ascenso debes esperar en la fila que parece no tener fin, por fin es nuestro turno.

Por fin llegamos al primer piso, donde hay un cine, el cine Eiffel, un restaurant el Altitude 95, medida que tiene de suelo a cielo este piso, curioso, no?, “Mamá ¿Por qué no compramos unas postales de París en la tienda de curiosidades?, pregunto a mi madre, ella apenas me contesta está pegada a los cristales viendo la hermosa panorámica de la ciudad.

En el segundo piso también hay otro restaurante más exclusivo aún el “Jules Verne” que incluso tiene su ascensor privado si tienes reservación con anticipación, ¡Uy, Qué elegante! dice mi madre, esperamos al tercer nivel le comento a mi madre: “¡No te sientes mareada!”, ella apenas habla creo que la altura le ha afectado bien vale la pena en este piso hay figuras de cera de Gustave Eiffel, su hija recibiendo a Thomas Alba Edison.

El descenso de la torre fue más rápido de lo que suponíamos, al llegar al primer piso corrí a comprar las postales ya sin preguntar a mi madre que se la ha pasado tomando fotos a diestra y siniestra.

Al llegar a la planta baja le comento a mi madre: “Sabes que el RER también pasa por Notre Damme”, ella exclama. “Pues vamos, ¿Qué estas esperando?, Time is money” reímos a carcajadas, si los viajes ilustran, tomamos el RER Champs Ellises y una conexión en la Gare de Montparnase rumbo a la estación Saint Michel, una fila de algunas personas esta frente a la entrada de la Catedral de Notre Damme, debe su construcción al Obispo de Sully, la enigmática catedral estilo gótico engalanada con sus gárgolas y quimeras que me recuerdan la historia del Jorobado de Notre Damme, recuerdo la clásica historia de Víctor Hugo, la bella Esmeralda conquista al más feo y deforme de los hombres de la ciudad le digo a mi madre: “Anda subamos a la torre”, después de pagar 6 euros ahí estamos subiendo una vez más, mi madre me dice: “En esta catedral Napoleón se corono a si mismo rompiendo la costumbre de que el clero lo hiciera, y fue aquí también donde beatificaron a Juana de Arco”, el órgano me recuerda al que existe en la Catedral de Mazatlán, solo que este es más ostentoso obviamente.

El Hotel queda a solo 5 minutos de Notre Damme al cual llegamos solo para recoger las maletas, el tiempo ha ido volando son casi las cinco de la tarde y mi madre está nerviosa pues cree que no llegaremos a tiempo a la Gare de Lyon, paradas afuera del Hotel Jean Paul se ofrece acompañarnos a la Estación Saint Michel, veo por última vez la Fuente de San Miguel de ahí el nombre de la estación, para la conexión con la Gare de Lyon debemos pasar primero por la Gare de Austerlitz, por fin llegamos falta casi 10 minutos para las seis, aunque estoy nerviosa no lo demuestro pues mi madre está peor, ver la multitud, mi madre me dice: “ Y ahora, ¿Qué hacemos?”, me dispongo a preguntarle a una modelo que esta parada frente a un auto deportivo, y le pregunto: “Do you speak english?”, ella asienta con la cabeza, mi madre nos ve a distancia, por fin le hago una seña y ella se apresura hacia mí, “el TGV a Suiza sale por acá” le digo, cruzamos apresuradamente y un hombre nos checa los boletos, nos sentamos cómodamente en los vagones de segunda clase, pero que clase, “la forma más cómoda y barata de viajar en Europa”, me dice mi madre. Me despido de París desde la ventana del tren, un largo suspiro me corta el aliento, cuando mi madre dice: ¡Qué tal si vamos a Alemania el fin de semana!, exclamo: ¡Mamá, déjame descansar poquito!, el viaje dura tan solo tres horas y media en la estación mi primo Alfredo nos espera impaciente, esa noche no dormimos contándole nuestras aventuras, mi madre le dice: “Alfredo, ahora queremos ir a Alemania el fin de semana”, el solo sonríe al ver mi cara de espanto.

¡Inimaginable, casi la obligo a ir a París y ahora quiere ir a Alemania!, exclamo, las risas de ambos no se hacen esperar, estoy impaciente ya quiero revelar las fotos, sigo escribiendo en mi diario, de este viaje no quiero olvidar ningún detalle, quizás más adelante este itinerario me sirva para escribir una novela, bueno sé que es un sueño pero quizás pueda hacerse realidad algún día.

*Doctora en Administración y gestión escolar. 2o lugar regional y 4o estatal, género relato;
2o lugar regional , genero poesía, 2011, Juegos Florales del Magisterio, Sinaloa.

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