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La ópera en México

Por domingo 15 de enero de 2012 Sin Comentarios

Por Juan Cervera Sanchis*

Entre los impulsores de la ópera en México recordamos al poblano José Ignacio Durán, mecenas de Melesio Morales, talento precoz, ya que a los 18 años compuso su primera ópera. Titulada “Romeo y Julieta”. Asimismo Durán protegió al malogrado Joaquín Beristáin, quien falleciera a la edad de 22 años, notable impulsor de la ópera y quien a los 17 años de edad ya era director de la Orquesta de la Ciudad de México.

Beristáin, que daba clases, representó con sus discípulos varias óperas famosas que fueron las primeras que en México se vieron y escucharon. Entre ellas las tituladas “Sonámbula”, “Norma” y “Lucrecia Borgia”. La ópera interesó y gustó a no pocos mexicanos del siglo XIX.

Otro autor destacado de óperas mexicano fue Cenobio Paniagua, nacido en Tlalpujahua, Michoacán, el 30 de octubre de 1821, quien sin apenas conocimientos musicales se atrevió a componer la ópera “Catalina de Guisa” y ya perfeccionados sus conocimientos musicales compuso dos óperas más: “Pedro d´Avano” y “El Paria”. Paniagua llegó a ser un buen maestro y uno de sus discípulos, Miguel Meneses, compondría la ópera “Agorante, rey de Nubia”.

Luis Baca, nacido en Durango en 1826, y muy conocido Por su aria “Andad, hermosas flores”, fue autor de varias óperas, una sobre un libreto del poeta italiano Carlo Bozetti, y que se tituló: “Leonor”. También compuso la ópera “Juana de Castilla”. Ésta sobre un libreto de Florentino Temístocles Solera. Baca, al igual que Beristáin, falleció bastante joven: veintinueve años de edad.

El celebrado compositor de Temacac, el mexiquense Felipe Villanueva, muerto en la ciudad de México el 28 de mayo de 1893, nos dejó una opereta, “Keofar”, muy celebrada por sus contemporáneos.

El ya citado Melesio Morales, nacido en 1838 en la ciudad de México, en donde falleciera el año de 1908, fue un compositor notabilísimo. Como ya señalamos, a los 18 años de edad, compone su primera ópera, “Romeo y Julieta” y tras esperar siete años, al cumplir los 25, logra estrenar el 27 de enero de 1863 y obtiene un gran triunfo.

Posteriormente compone la titulada “Ildegonda”, gracias a la cual obtiene una beca para ir a estudiar a Italia, la cuna del género operístico.

Más tarde, Morales, compondría las óperas tituladas “Carlomagno” y “Gino Corsini”. Está última considerada por la crítica europea como “una obra maestra”.

El zacatecano Ernesto Elorduy, nacido el 11 de diciembre de 1855, compuso varias óperas. Entre ellas la titulada “Zalema”, con libreto del conocido y reconocido crítico Rubén M. Campos. También nos dejó una opereta preciosa que lleva por título “Hojas de álbum”.

Gustavo E. Campa, fallecido en la ciudad de México el 29 de octubre de 1934, discípulo de Melesio Morales, y crítico muy severo, hasta el punto de polemizar con el que fuera su notable maestro, también cultivó el género operístico dejándonos entre otras óperas la titulada: “El Rey Poeta”.

Destacado compositor fue el duranguense Ricardo Castro, nacido el 7 de febrero de 1864 y fallecido en la ciudad de México el 28 de noviembre de 1907. Castro fue además admirado concertista de piano y compuso una bellísima ópera titulada “Atzimba”, donde se narra una historia de amor entre una princesa tarasca y un capitán de la Conquista.

El nacionalismo entraba en la ópera. El precursor del nacionalismo en la ópera fue Aniceto Ortega, nacido en Tulancingo, Hidalgo, el 17 de abril de 1825 y fallecido en el D. F. el 17 de noviembre de 1875. Ortega, quien era también un magnífico pianista, tal como lo fuera Castro, compuso la ópera “Guatimotzín”, que fuera estrenada el año de 1871 con el tenor italiano Enrico Tamberlick y la soprano mexicana Ángela Peralta.

La ópera en México, como podemos ver, tuvo respetables cultivadores.

Antes de cerrar nuestra apretada síntesis no podemos dejar de mencionar Alberto M. Alvarado, nacido en Durango en 1864 y muerto allí mismo en 1939. Este compositor, quien por cierto había sido director de la orquesta de Ángela Peralta, compuso la ópera “Mañana”, donde se relatan aspectos de la Revolución Mexicana.

Tampo sería justo olvidar a Rafael J. Tello, nacido en 1872 y fallecido en 1946. Fue ahijado de don Guillermo Prieto. Tello nos dejó la ópera “Juno”.

Finalmente citaremos a Arnulfo Miramontes, de Tala, Jalisco (1881-1960). Este extraordinario compositor, que merece ser revivido por la excelencia de su música, compuso la ópera “Anáhuac”. Miramontes logró electrizantes éxitos en su época.

Los autores de óperas en México han sido, realmente, nutridos y magníficos y no se explica –débil memoria la nuestra- el que residan en tan lamentable olvido.

*Poeta y periodista andaluz.

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