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Días de honor y gloria

Por domingo 21 de noviembre de 2010 Sin Comentarios

Por Fred Jorge Miett Valenzuela*

Enmudeció el cenzontle y el colibrí ya no vuela,
arribaron navíos extraños preñados de avaricia,
equinos encarnados en metal y fuego
mancillan las vírgenes costas,
México-Tenochtitlán, reino del copal y el incienso
sucumbiste ante el embrujo del espejo,
el jaguar, el lince y el venado huyeron de la profecía.

Quetzalcóatl y Kukulcan ya no reciben ofrendas
los dioses se arrodillan ante el hombre barbado,
poesía rota en el altar de los sacrificios,
la Malinche llora arrepentida.

El reino de Aztlán cambio el penacho
por los sueños de Castilla,
lenguajes extraños enamoran al Nahuatl
ultrajando las indígenas tierras
con rezos antiguos, crucificando los cuerpos
en nombre de la fe.

Eclipse de una raza que se niega a morir,
mestizaje parido entre el maíz y el dolor,
trescientos fueron los años de esclavitud y sufrimiento,
súbditos del sol y del león.
enclaustrada Juana de Asbaje escribe sonetos.

La palabra libertad flotó desgarrada por los vientos
dejando ilustrado el viejo continente,
arribó una mañana con la aurora,
trayendo consigo la semilla
librepensadora a la Nueva España,
cruzó de norte a sur, de este a oeste,
océanos, montañas, desiertos y valles,
arando la tierra, sembrando cánticos de igualdad y fraternidad.

Mágico despertar de conciencias,
México se tornó de bronce en el tañer de las campanas
de las pequeñas parroquias
y en el estruendo férreo de los cañones.

Sangre india y española pintó de carmesí
los atardeceres en cruentas batallas,
gestas anónimas bordaron de llanto el águila y el nopal
forjando la nueva patria.
Hidalgo y Morelos enarbolaron los estandartes de la justicia.
Rompieron cadenas y como ofrenda sus vidas,
genocidio de oro y de plata.

Testas coronadas por la locura de ultramar vinieron,
Imperio de mirar azul y vestidos de seda
Entronizado en la región más transparente,
El castillo de Chapultepec su fría morada,
Las palomas perdieron el rumbo.

El orgullo mixteco llevó por nombre Benito,
Indio de Guelatao,
Juárez por apellido,
Defendió el respeto al derecho ajeno y buscó la paz.

Progreso en un país de bárbaros era la consigna,
la letra no entra con hambre,
México capital, palacios vestidos con esencias de Francia,
nubes negras de odio y traición
cubren de nuevo con oscuro manto
el territorio del poder,
Porfirio agita los mares del destierro,

Madero sucumbe en la tragedia
mientras Villa, Zapata y Carranza,
quijotes criollos cabalgan elevando la voz del pueblo oprimido,
cien años después como un día lo hicieran
los próceres en Dolores.

Una mano agrietada rasca la guitarra
Sin ritmo, ni son, rompe con su ronco sonido el silencio,
Adelita y Valentina se adornan con luciérnagas el pelo.
Una copla con sabor a tristeza embriaga la noche,
Las soldaderas amamantan al destino con pulque y mezcal
Que de sus cobrizos pechos mana.

El fusíl seco descansa en la trinchera, las tropas duermen
Esperando el final de la fatídica guerra,
Los días de honor y de gloria están por llegar.

México, india con ojos de jade y piel de obsidiana,
república de sueños e ideales, oro negro tienes por sangre,
morena que te vistes de trigo y te arropa el olvido,
fértiles campos plenos de añoranzas
aguardan pacientes el fruto de la historia.

México, campesino que construyes pirámides y alcázares de la nada,
el de los volcanes y los mares,
el de la Selva Lacandona y la Sierra Tarahumara,
el del mariachi y la tambora,
el de los murales de Rivera y de Siqueiros
el de la porcelana y el barro cocido,
el del cedro y la ceiba.
Pueblo de mil contrastes, te fundes en la esperanza
del reencuentro contigo mismo.

Crisol de promesas no cumplidas y juramentos rotos,
rescoldos del ayer, ave fénix en exilio,
urbana voluntad somnolienta,
frágil equilibrio de la ética.
México, mudo coro de etnias
que declaman a Sabines y a Rosario Castellanos
mientras tejes despacio la otra revolución;
la de la sabiduría.

*Primer lugar en cuento, poesía, canción inédita y relato en los Juegos Florales del Magisterio Sinaloense.

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