Nacional

Política Moral II/III

Por domingo 5 de mayo de 2013 Sin Comentarios

Por Iván Escoto Mora*

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El reconocimiento de principios morales, normativos y fácticos, de carácter universal, no corresponde a la anulación de la identidad individual bajo la supremacía de lo colectivo sino, al reconocimiento de nociones comunes en lo humano o sea, a la conciencia de lo fundamentalmente necesario y a la libertad para decidir cómo protegerlo, siendo este último punto el lugar donde la identidad y la particularidad de cada sociedad se hace presente. Es decir, se reconoce una necesidad común en todos los seres humanos y luego se decide cómo debe ser satisfecha.

La moral implica acción, determina cómo se debe actuar frente a una situación dada, frente a una necesidad concreta, en este sentido se identifica el elemento fáctico de lo moral. El hombre puede seguir o no el contenido normativo del orden moral pero, en todo caso, se trata de una decisión consciente respecto de la consecuencia producida y del fin deseado.

Al ser la moral un constructo colectivo, los hombres conocen y reconocen su contenido en la perspectiva que la sociedad guarda sobre la “acción debida” dentro de un “contexto dado”. El individuo-social sabe qué es lo que se espera de él dentro de la dinámica de lo colectivo y decide seguir o no la línea de la costumbre.

El juicio moral sobre lo que debe hacerse o no, es siempre consciente, si no fuera así, no podría juzgarse de moral, no podría decirse que existe responsabilidad respecto de quien desplegó una conducta inconscientemente. Por ejemplo: un arácnido hembra que se come al macho luego del apareamiento no está cometiendo un acto susceptible de valoración moral. En este caso, el animal no tiene conciencia ni posibilidad de decidir, responde a una necesidad natural. Pero el hombre no es un arácnido.

Cuando es interrogado en el tribunal de Jerusalén Adolf Eichmann con motivo de los crímenes de genocidio que cometió durante la Segunda Guerra Mundial, declara que él, como todos los miembros del Tercer Reich, actuó bajo el mandato de órdenes y en cumplimiento de un deber, del deber impuesto por el Estado. ¿Qué reproche moral podría hacerse a este sujeto y a todos aquellos que actuaron bajo las reglas del sistema nazi? ¿Son moralmente responsables de sus actos cuando, según afirmaban, actuaban en cumplimiento de la ley? Por supuesto que sí son responsables, actuaron conscientemente, actuaron teniendo la opción de desobedecer.

La acción moral exige conciencia y libertad, conceptos indisolublemente unidos. El ser humano está siempre sujeto a su propio juicio y a preguntarse: ¿Qué debo hacer?, ¿Cómo debo actuar en relación a los demás?

Politica-Moral02El Estatuto de Roma, que da origen a la Corte Penal de Justicia, señala que ninguna responsabilidad puede eximirse cuando la conducta culpable implique el cumplimiento de un deber consistente en la realización de actos manifiestamente ilícitos. Pero: ¿qué es lo manifiestamente ilícito?, con esta pregunta se vuelve al problema central de lo moral, eso que construido por la sociedad se encuentra inserto en el individuo y que el individuo, como integrante de la estructura social, va conformando y reconfigurando a lo largo del tiempo pero siempre haciendo evidente lo que es manifiestamente necesariamente y aceptable.

El juego proposicional que se abre frente al juicio moral no es simplemente el de: “debo actuar en tal sentido porque es lo correcto”… “es lo correcto porque así lo establece el orden moral”… “el actuar del hombre debe corresponder al orden moral”. Siempre hay algo más, en lo moral, la conciencia de “lo debido” va acompañada de la “conciencia del fin”, es decir, la intencionalidad. El juicio moral se pregunta por las consecuencias que producirán los actos que se ciñen al orden moral, así, el juego proposicional se vuelve un juego inquisitivo: “el actuar moral sigue el orden de lo establecido pero, ¿es moral que, siguiendo “lo establecido”, produzca miles de muertes? ¿Qué hace sostenible la industrialización de la muerte? En este punto el pragmatismo moral, al volverse reflexivo, se transforma en teoría y por consiguiente, diría Adolfo Sánchez Vázquez, en Ética.

El contenido normativo del orden moral se manifiesta en todo lo social o sea que, si una línea de lo aparentemente construido en el marco de la costumbre choca con el juicio consciente-reflexivo de la moral y con el fin al que aspira, quizá ese orden no corresponda a lo moral sino a la impostura.

¿A qué fines puede aspirar lo moral? En tanto que es un constructor social, no puede ser otro su fin que el de la coexistencia equilibrada de la diversidad humana.

Cabe preguntar, siguiendo a Sánchez Vázquez, si es posible hablar de una moral sin política o de una política sin moral. ¿Cómo interactúan estos elementos?

La moral es acción, capacidad de decisión frente a una problemática concreta: ¿qué hacer? La política también es acción, es acción social. La moral es preguntar: ¿cómo debo actuar como individuo frente a lo social? (aspecto moral normativo) y en consecuencia, la acción consciente que se realiza (aspecto moral factico).

La política implica acción participativa del individuo frente al colectivo social, es la necesidad de participar para contribuir en la construcción de la sociedad a la que pertenece el individuo. Política y moral implican acción, pero ¿qué sucede cuando, frente a la necesidad de acción, se sobrepone la inacción o la degradación de la acción debida?, ¿qué sucede cuando la moral deja de ser política y la política deja de ser moral? Respuestas posibles: emerge la indiferencia, la parálisis, la explotación.

*Abogado y filósofo/UNAM

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