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Luís Tomás Cervantes Cabeza de Vaca (1943-2013)

Por domingo 14 de abril de 2013 Sin Comentarios

Por Gilberto J. López Alanís*

Luis-TomasLa rueda del tiempo avanza inexorable; hoy me han anunciado que falleció Luís Tomás.

Lo conocí en la Escuela Secundaria por Cooperación “Ignacio Manuel Altamirano” de Los Mochis, Sinaloa, en la vitalidad adolescente, en una ciudad semirural sin pavimentar en la cual asistir a estudiar era caminar más de dos kilómetro diariamente de ida y vuelta.

Ciudad alimentada de sueños y esperanzas disímbolas en los proyectos de Albert K. Owen y su cooperativismo productivo; contemporizando con los hacendados agro industriales del valle de El Fuerte, con mano de obra de origen mayo, para después quedar subsumidos a la impronta de Benjamín Francis Johnston y su imperio azucarero en la United Sugar Co., que transitó la Revolución Mexicana apegado al constitucionalismo, no pudiendo incorporarse al cardenismo por la oposición dinámica de la Sociedad de Interés Colectivo y Ejidal Emancipación Proletaria (SICAE) que triunfó productivamente y financió los estudios prospectivos del proyecto hidrológico del valle, hasta que la Comisión del Río Fuerte concretó el sistema hidráulico que le da sustento y vida al valle de la sierra al mar.

En esta ciudad, de múltiples experiencias sociales, lleno de energía Cabeza de Vaca, destacó por su hiperactividad y protagonismo en las justas deportivas y festividades rockanroleras de su tiempo.

Desinhibido, su voz pastosa y fuerte nos impresionó hasta que la circunstancia académica nos separó, para encontrarnos en las manifestaciones estudiantiles de 1968, en la ciudad de México.

Todavía tengo su imagen como representante de la Escuela Nacional de Chapingo, ante el Consejo Nacional de Huelga (CNH), arriba de los camiones y en la toma estudiantil del Casco de Santo Tomás del IPN, cuando suprimimos las instalaciones de la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FENET).

Generoso y valiente, incluso temerario siempre estuvo en la línea de fuego, al frente dando la cara y hablando con la claridad y franqueza de un sinaloense orgulloso de su origen.

Como todos nosotros conocía medianamente su localidad, pero no la realidad del país, sin embargo el ambiente de represión existente a nivel nacional y la falta de espacio libres para la expresión juvenil nos impulsaron a manifestar una radical inconformidad que encontró cause inicial en la protesta estudiantil.

Luis-Tomas2¿Por qué, Genaro Valentín López Alanís dirigente de la Vocacional de Ciencias Sociales, del IPN; Sostenes Tordecillas Bagasuma, representante de la Escuela Nacional de Medicina Homeopática del IPN; Florencio López Osuna de la Escuela Superior de Economía del IPN; Eduardo el “Buho” Valle de la Escuela Nacional de Economía de la UNAM, Gilberto Guevara Niebla y Salvador Martínez Della Rocca de la Facultad de Ciencias de la UNAM y Luís Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, miembros del Comité Central del CNH, junto a una pléyade de cientos de estudiantes sinaloenses, agrupados en los Comités de Lucha nos unimos al movimiento de 1968, sin importar nada; arriesgando todo?

A 45 años de aquella experiencia social todavía no encuentro una explicación convincente.

Cual era el fuego que se reflejó en nuestros rostros, en los mítines relámpago y las brigadas en mercados, parques, sindicatos y camiones expresando aquella lacerante realidad, convenciendo incluso a nuestros abuelos cuando les explicamos los motivos del movimiento?

¿Como fue posible que Valentín López Valenzuela y Natalia Labrada de San Benito Mocorito, junto con otras parejas de diversas partes del país, fungieran como jurados para dictaminar el mejor traje regional la noche del 15 de Septiembre de 1968, en la Escuela Superior de Medicina Rural, cuando se dio el grito de independencia alternativo en las instalaciones politécnicas?

Los recuerdos se agolpan en esta remembranza de Cabeza de Vaca y más cuando transido de dolor supimos que junto con otros compañeros de aula, fueron torturados para hacerlos confesar lo que jamás habían cometido.

Releo “Ya vienen por mi”, una entrevista publicada en el año 2008, y sorprende su claridad: “En 68 estábamos muy mal preparados políticamente. Algunos compañeros teníamos muchos pantalones, mucho corazón, pero a veces nos fallaba la cabeza y la preparación. Creíamos que la lucha política es más simple y que bastaba ver de qué cuero salían más correas para saber quien tenía la razón. Y esa posición mía era la de muchos.”

También matiza y reconoce la experiencia política de algunos, pero fue contundente: “Aunque los burócratas si nos apoyaban, muchos nos quejábamos de que los obreros no participaran. Hoy lo entendemos. No había un partido político de clase, ni teníamos un plan para cambiar las estructuras. Había un plan democratoide por todos conocido que no afectaba al Estado ni económica, ni política, ni socialmente. Lo único que podíamos afectar era la posición de autoridad del gobierno”.

Luis-Tomas3Eso fue cierto, le perdimos el miedo a la figura presidencial y autoritaria de Gustavo Díaz Ordaz.

Sigue su análisis en algo que hoy nos parece fundamental. “Aunque algunos compañeros han escrito sobre el 68, está claro que no se ha estudiado el movimiento a fondo. No se han visto sus causas lógicas desde el punto de vista político, económico, antropológico. No se ha seguido la secuencia del movimiento en provincia. Se ha quedado en la anécdota, en la cronología, pero falta análisis.”

Relata como fue capturado por la denuncia de un infiltrado en el CNH, las torturas a que fue sometido, tanto físicas como sicológicas, con simulacros de fusilamiento, para después mostrarnos la catarsis sufrida después de tales métodos represivos que le permitieron afirmar: “Hay quien dice que no se puede luchar si no odias al enemigo. Yo creo que el motor de la lucha no es ése, sino el infinito amor que uno tenga por sus semejantes.”

Nos lleva después por sus trabajos profesionales donde demostró su consistencia ideológica: “Trabaje con absoluta libertad. Se vende la fuerza de trabajo, no la conciencia.”

Lleno de si, sitiado en su epidermis como en Muerte sin fin, concluye: “Si yo volviera a vivir me gustaría repetir mi vida hasta el día de hoy. Los mismos compañeros, las mismas broncas. Las mismas gentes. Debe uno reconocer, sin embargo, que hay que echarle más ganas a la militancia. Amo la vida profundamente. A este pueblo guadalupano, pulquero y tequilero…”

Muchas heridas han cicatrizado, otras siguen abiertas; sin embargo mientras vivamos, el magma de aquellos fuegos hierve en una inquietud moderada por la experiencia.

*Director del Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa.

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Sara Montiel
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