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CAPULHUAC Y LOS ARRIEROS

Por domingo 4 de noviembre de 2012 Un comentario

Por Alberto Ángel “El Cuervo”*

Parecía increíble… Todavía recuerdo cuando ella iba en el vientre materno… Y ahora, ahí cantándole en la misa de su boda, ya como su padrino… Hacia muchos anos que Chucho y yo nos habíamos conocido cuando compartimos una casa adaptada para consultorios en la Colonia Roma. Chucho, el Dr. Jesús Calderón Treviño, ocupaba el consultorio justo arriba del mío, yo como Psicólogo, el cómo dentista… Era una casa muy vieja, tal vez de los años 30, por el tipo de arquitectura. Ahí compartimos muchas cosas mi amigo Chucho, ahora mi compadre, y yo… Compartimos algunos brindis de año nuevo…  Compartimos charlas mientras esperábamos a nuestros respectivos pacientes, compartimos alegrías conjuntas y bohemias en aquel viejo lugar conocido como “Pulquería Las Glorias de Baco” en la antigua zona rosa… Aquella zona rosa que aun se preciaba de emanar arte de vanguardia… Aquella zona rosa donde se dio el movimiento en que participara José Luis Cuevas cuando era un joven impetuoso que cuestionaba todo lo establecido alrededor del arte y pintara aquel afamado “mural efímero”… Fue ahí justamente donde compartimos también la emoción terrible de la muerte cuando nuestro recordado amigo y socio en ese viejo consultorio, el Dr. Eduardo Katz, se encontró con el final en aquel auto deportivo que tanto orgullo le daba manejar… Muchas cosas nos fueron hermanando… Muchas otras aprendimos uno del otro… De la barbacoa y sus secretos, verdadero ritual ancestral, y de tantas tradiciones de Capulhuac, lugar donde crecen los capulines, cuya importancia histórica y comercial es vital para comprender mucho de la vida del México actual. Cuando alguien escucha el nombre de Capulhuac, la respuesta general será probablemente: ¿Donde es…? No había escuchado hablar de ese lugar… Y sin embargo, durante muchos, muchos anos, fue ruta obligada del comercio nacional e internacional. Todo pasaba por Capulhuac, todo lo que llegaba a México por el pacifico.

Recordemos que la afamada Nao de China, contacto comercial de todo el mundo con nuestro país, llegaba justamente al puerto de Acapulco, que antes de ser el célebre destino turístico actual, no era más que un puerto comercial y albergaba a unos cuantos pescadores y sus viviendas sin ostentación alguna. Hace más de un siglo que comenzó de forma constante una caravana comercial que partía de Capulhuac hasta Acapulco y viceversa. De Capulhuac a Huichapan, Iguala,

El Ocotito, Rincón de las Cocinas, Tierra Colorada, La Bajada del Cerro Peregrino, La Canada del Zopilote y de ahí al puerto de Acapulco desde donde regresaban haciendo la misma ruta. La caravana se organizaba por cuadrillas o atajos y podían ser varias en una caravana o una sola cuadrilla. A su vez, estas eran comandadas por un mayordomo que también era llamado amo o patrón. Iban bajo su mando, un cargador mayor, un sufridor de carga, dos o más corredores de carga, un sabanero mayor, un sabanero menor, varios atajadores, aviadores de cocina, arrieros y por último, los socoyotes, es decir, los niños que así iban aprendiendo el oficio. Era una ruta comercial de suma importancia, tanto así, que fue la ruta que siguió aquel afamado Capitán poblano Don Miguel Sosa, cuando en Acapulco, justamente, adquirió como esclava, dándole su libertad inmediata, a Dona Catarina de San Juan, La China Poblana, de Acapulco la condujo siguiendo una caravana hasta la ciudad de México y de ahí a Puebla… El caso es que tanta importancia tuvo para ese bello pueblo del Estado de México, que en la actualidad la tradición de Los Arrieros es el festejo más importante… Se hacen las representaciones de las caravanas con diálogos, música y danza en el atrio de la Iglesia del pueblo… Los habitantes de Capulhuac, consideran como un gran honor el ser nombrados o aceptados como mayordomos y después de solicitar la mayordomía, tardan en ocasiones hasta diez anos para conseguirlo. De generación en generación, van solicitando ser mayordomos, y para ello, se preparan años antes criando los borregos que van a regalar a toda la gente durante tres días de festejo… Según palabras del Dr. Calderón, cuya familia tiene más de 30 años de tradición en la mayordomía, al momento de solicitarlo, se va haciendo una alcancía… Por supuesto, para ingresar la solicitud, deben recorrerse todos los nombramientos, desde arriero hasta llegar a patrón mayor… Todos los integrantes llevan atuendos cuidadosamente realizados para que sean lo más autentico posibles dramatizando la época. Y el participar en una celebración como esas, es verdaderamente mágico… Cuando Jesús me invito, fui convertido en arriero para poder “bailar los regalos” que buscan ser bendecidos por San Bartolomé para después entregarlos a los asistentes… Los atuendos, son confeccionados entre todas las mujeres de la familia, corte, confección, bordado y acabados… De este modo, la celebración de “Los Arrieros” va ya para dos siglos contribuyendo a la unificación familiar y a la conservación de nuestras tradiciones. Incluso los diálogos son exactamente igual a los que se daban entre los integrantes de los atajos de aquel entonces… Situémonos en aquellos parajes, en aquellos años:

— Buenas tardes, nomas lo vengo a ver, pa’ que me mando trair…

— No te mande trair yo, te mando llamar el cargador mayor.

— Buenas tardes, cargador mayor, nomas lo vengo a ver pa’ que me mando llamar…

— Yo no los mande llamar, los mando trair el señor l’ amo…

— ¿Y no sabe en qué paraje lo podemos encontrar?

— Lo pueden encontrar en el paraje de Tres Caminos…

— Buenas tardes, señor amo .pa’ que nos mando trair?

— Los mande llamar pa’ que sepan que el atajo ya no es mío, ya lo he vendido…

— ¿Por qué tan pronto, señor amo, que mal modo ha visto en nosotros…?

— Ningún mal modo, es que ya no me convenía.

— Por sus malas compras, por sus malas tanteadas, por andar de mujeriego…

— ¡Eso si que no!

— Entonces por que vendió el atajo…

— Solo es que ya estoy un poco cansado, ya quiero descansar, ya me convenía. Solo un favor les voy a pedir, que me vayan entregando todo lo que ‘taba a su cargo, no vaya a decir el nuevo amo que me llevo algo del atajo…

— ¡Si, como no señor amo…! Aquí tiene estas espuelas con que guiaba yo al caballo Lucero, esta pistola con que me defendía yo de la mala gente, de los malos caminos, de los malos parajes… Aquí tiene esta pechera que me servía para apilar las cargas, aquí tiene el arnil donde guardaba yo el dinero y las muestras de la carga, aquí tiene este paliacate con que me defendía yo del mosco, del jejen, del pinolillo, de las calenturas amarillas. Aquí tiene este sombrero con que me defendía yo de los serenos, de los aguaceros, de los calores… Atajadores, entréguenle al señor amo el estandarte con el que guiaban el atajo, el mandil con que servían la cocina y el cuchillo con que rebanaban las gordas del perro… Shocoyotes (niños), entreguen el sombrero, el paliacate y la collera…

Así, con un dejo de gran tristeza, desde el amo o mayordomo hasta los arrieros y socoyotes, van entregando uno a uno todo lo que tenían a su cargo para que después, si el nuevo amo los manda a llamar les de sus arreos según el cargo que vayan a ocupar en el nuevo atajo que el amo forme… Todos los diálogos anteriores, corresponden a la parte “hablada” de la Danza de Los Arrieros, misma que es, insisto, una dramatización de las caravanas que, con la finalidad de vender y comprar mercancía diversa, realizaban los habitantes de aquel Capulhuac hace ya casi dos siglos… Y luego, se toma algún regalo de los muchos que se preparan sobre una mesa muy larga y se bailan a San Bartolomé, y ya bailados, se regalan a los asistentes para después interrumpir de nueva cuenta el baile y una vez más a los diálogos que se conservan como entonces… Así, por ejemplo, el Dialogo del buen paraje entre arriero y atajador:

— ¿A qué paraje vamos llegando…?

— A Coyuca de Catalán.

— ¡Ese paraje me gusta mucho…!

— ¿Por qué te gusta mucho?

— ¡Porque allí tengo una greñuda!

— ¡Pa’ las greñudas serás bueno pero pa’ trabajar cuando!

Y en contraparte, el del mal paraje entre arriero y atajador:

— ¿A qué paraje vamos llegando?

— Al mal paraje…

— ¡No tengas cuidado, traemos buenas armas!

— No te atengas a las armas que ni las armas respetan…

— ¡Las haremos respetar…! ¡Eso sí que si, primero Dios…!

Y vuelta al baile y a los regalos…

Y después de horas de danza, la barbacoa exquisita de Capulhuac…

Ya que se agarran fuerzas, a bailar otra vez, a bailar…

— ¡A bailar…! ¡A bailar Alberto, anda, que eres el padrino y debes bailar con la ahijada, te tocaaa…  jajaja pues donde andabas, compadre…!

— En Capulhuac, compadre, en Capulhuac con los arrieros…

Y así, baile ahora con Joselyn, mi ahijada de bodas y después de cantarles la misa a ella y a Marco Antonio, mis ahijados sentados frente a mí, recibieron mi canto acompañado del mariachi y de las consejas de su padrino de velación.

México-Tenochtitlan, entre Capulhuac, Los arrieros, y la boda.

*Cantante, compositor y escritor.

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Un Comentario

  • lupita dice:

    Arrieros somos y en el camino andamos… Este digno y necesario oficio,tristemente ha quedado en el olvido, muchos de ellos. Capulhuac y su historia de arrieros. gracias por hacernos vivir un poco de ellas.
    Con las carreteras actuales que acortan las distancias,es verdad pero no disfrutas de paisajes hermosos ,ni sus pueblos , ni su gente.Arrieros somos y en el camino andamos…

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