DestacadosNacional

DELINCUENTES DE PAPEL… Parte II

Por domingo 26 de agosto de 2012 Sin Comentarios

Parte II/II

Por Miguel Angel Aviles*

Como quiera que sea, los textos que ellos eligieron fueron letales pues consiguieron su propósito. Recordemos que al “Pitufo” lo agarron hasta la octava vez que hacia eso y todavía le encontraron dentro de sus pertenencias sendas notas que, como parque, pretendía utilizar seguramente en sus próximos ataques, mientras que al “Solitario Sujeto” y al “Solitario Ladrón” todavía es hora que no los detienen y lo mas es probable es que estén por ahí en el rincón de su cuarto bajo la penumbra de una lámpara cual si fueran dos Sor Juanas, escribiendo los textos más temibles que habrán de utilizar en sus siguientes y epistolares correrías.

Ante tal impunidad, todo esto puede resultar muy atractivo para otros potenciales delincuentes que, comodinos, sólo están esperando cualquier innovación en la industria delincuencial para ponerlas en práctica.

No dude usted que muchos ya están pensando en guardar sus metralletas, regalar sus granadas, despedir a sus sicarios, separarse de sus cómplices e irse prestos tienda por tienda como Benito Canales a comprar tinta y papel e incursionar en esta variante de la criminalidad.

Sin embargo, debemos advertir que por más fácil que parezca esto, como todo, también tiene sus bemoles y si no se cuidan algunos factores las cosas pueden salir muy, pero muy mal.

Si bien al “Pitufo” al “Solitario Sujeto” y al “Solitario Ladrón” todo les salió a pedir de boca fue porque las condiciones se prestaron.

Pero ¿qué pasaría si al momento de entregar el aterrador papelito, la víctima-regularmente una inocente cajera-no le entiende ni madres a la letra? O ¿Qué tal si la susodicha resulta que tiene un problema de miopía y de pronto no alcanza a descifrar tan aterrador mensaje? Lo más probable es que ésta le pida auxilio a su más cercano compañero o al vigilante mismo y éste a otro y a otro, con la consabida pérdida de esos segundos que son vitales para la causa, momento en el cual al sujeto activo deberá aprovechar para poner pies en polvorosa, si no quiere verse linchado por todo el personal, claro, si es que alcanzan a entender a tiempo su papírica herramienta de trabajo.

Por eso creo que esta paradigmática forma de asaltar, si bien ha rejuvenecido al rostro canallesco al cual nos tenían acostumbrados los otros tipos de rufianes que les daba por llegar a la ventanilla encañonando gente así nomás porque sí, también es cierto que muy pronto tendrá que echar mano de su máximo ingenio y de un gran equipo de colaboradores para que esta pacifista forma de adueñarse de lo ajeno, no sea flor de un día y en el futuro sólo la recordemos con nostalgia.

De acuerdo a las crónicas de los diarios, “El Pitufo” y obviamente tanto el “Solitario Sujeto” como el “Solitario Ladrón” no acarreaban tras de sí a cómplice alguno; no obstante, y en la medida que su negocio crezca como una lógica expansionista del mercado, o como una empresa en vías de crecimiento, tendrán necesariamente que transformar su organización.

Como hemos visto, sus operaciones son complejas y requieren conocimientos especializados, estructuras gerenciales formales y la utilización de herramientas de dirección sofisticadas. De seguir con esta tendencia, su dimensión les permitirá tener los recursos humanos y técnicos necesarios para operar eficazmente.

Si la seguridad pública está tan endeble y estos innovadores de la criminalidad siguen dando fuertes golpes, pronto no se darán abasto ellos solos por lo que necesariamente deben pasar por una compleja metamorfosis gerencial que les permita superar la transición del pequeño emprendimiento empresarial a la formalidad y sofisticación de la gran empresa.

Tomemos en cuenta que estos tipos han sido unos milusos que se ven obligados a ubicar a la víctima, planear la logística, redactar los infalibles papelitos, portarlo en la bolsa, ir hacia el blanco escogido, llevar a cabo el asalto (esto incluye mostrar con fiereza el texto, esperar a que lo lean, que lo entiendan, luego que la destinataria se amedrente y al final que entregue las talegas de dinero), vivir una eventual persecución y gozar de las mieles del botín.

Todo lo anterior implica riesgos, muchos riesgos.

En cambio si tanto “El Pitufo”, como “El Solitario Sujeto” y “El Solitario Ladrón” se deciden a incorporar progresivamente el talento necesario para manejarla, sin duda, que facilicitará la persecución de los objetivos y planes de la empresa.

Por principio de cuenta y a fin de prevenir reveses o infortunios con atrabancados galimatías, se me ocurre que pudieran contratar antes que nada a un corrector de estilo que les pula, sin excepción alguna, absolutamente todos los manifiestos o escritos que vayan a ser utilizados en una ventanilla. Será el encargado de leer y releer cada párrafo para corregir errores. No sólo debe controlar las faltas de ortografía sino también la sintaxis y la semántica de cada oración, es decir asegurar que esté correctamente construida y que, ante todo, se entienda la idea que como castrense orden, adviértase amenaza, se quiere transmitir.

Asimismo, y conforme pase el tiempo, los hasta ahora solitarios sujetos tendrán que aplicarse nada más en tareas gerenciales por lo que no podrán solos con el paquete principal y se verán en la necesidad de delegar tareas; eso obligará a contratar a un escriba o un amanuense que, bajo la supervisión de los para entonces, emuladores de “El Pitufo”, “El Solitario Sujeto” y “El Solitario Ladrón”, como maquilas estarán encargados de hacer las notitas invariablemente a mano, tantas veces sea necesario y tantas ocasiones lo exija la demanda de sucursales bancarias potencialmente asaltables.

Por otra parte y pensando que esta organización criminal en cierne, al paso que va, muy pronto trascenderá fronteras, debe ir pensando en hacerse de los servicios de un políglota que coadyuve en la traducción de los textos que vaya haciendo el escriba y vaya puliendo el corrector de estilo.

Esto no es una inversión inútil, pues dicho hombre, versado en una ristra de idiomas resultará de mucha valía cuando por ejemplo, ya internacionalizados, se quiera asaltar una sucursal norteamericana o una china.

En esos lugares no se puede ir a improvisar y salir con un papelito casero y, para estas alturas tercermundistas, de “Esto es un asalto”. Tampoco se puede caer en la estúpida trampa de querer apantallar con aparente manejo de esos idiomas y recurrir a la fofa, parodiada invención de un habla utilizada a lo mucho en las películas de dudosa calidad.

Es decir, no se puede llegar a la ventanilla de un banco gabacho amedrentando con una ridícula hojita que diga: “usted entregarme toduo su Money o de lo countrario, este será The End de su vida.”

Tampoco se puede llegar a una, de seguro, blindada unidad crediticia de China y a través de un arrugado papel, espetar: “Quielo tolo el dinelo o aholita se muelen.”

Para evitar estos chascos, es menester contratar cuanto antes tanto al escriba, al corrector de estilo como al políglota, cuando menos.

Ahora bien y a efecto de dejar huella que un día pueda descollar en la leyenda y no verse sepultado por el anonimato, se sugiere contratar por honorarios a un diseñador que se encargará de hacer un logo el cual, llegado el momento, se habrá de rotular en los papelitos, de tal suerte, que como lo hizo El Zorro o un insigne personaje de esos, el mundo entero sepa que en ese lugar se hizo presente el que alguna vez, con sutil discriminación, fue identificado simple, llana y despectivamente como “El Pitufo” o “El Solitario Sujeto” O “El “Solitario Ladrón”.

Llegada la ocasión, y si para entonces nuestros representantes populares no han aprobado, según ellos como medida preventiva, una ley que restrinja el uso de tinta y papel en los establecimientos abiertos al público, creo que también será conveniente hacerse de los servicio de un perito calígrafo grafóscopo, para que el día que aprehendan a uno de estos hombres y quieran tallarles en la cara uno de esos escritos como prueba irrefutable del cuerpo del delito, aquel dictamine a favor de los detenidos, sin temor a equivocarse, que en ninguno de los casos es su letra…

*Abogado y escritor. La Paz Baja California Sur/Hermosillo.

Artículos relacionados

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Forever
Siguiente entrada