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En busca de la esperanza

Por domingo 24 de junio de 2012 Sin Comentarios

Por Iván Escoto Mora*

El ser humano busca encontrar rumbo a su vida, por ello tal vez el peor de los tormentos es saber que frente a nosotros no queda camino, que no es posible encontrar sentido alguno. Imre Kertesz escribe “Sin destino” para dar cuenta del holocausto y la aplastante guerra sicológica enderezada por el régimen nazi, guerra que procuró destruir no solo cuerpos sino mentes, exterminando algo más que vidas, borrando lo más esencial en el hombre: la esperanza.

Desde el mito helénico se afirma que Zeus castigó al hombre por cometer el delito de impiedad. La razón: dejar de ofrendar sangre viva a los Dioses, entregarles simples migajas de fe. El Todo Poderoso retiró el fuego a los mortales, que después Prometeo devolvió, burlando la sentencia del Olimpo. Entonces la pena aumentó y el Dueño de los Cielos mandó a Pandora acompañada de su curiosidad. Ella liberó de un cofre sagrado todos los males sobre la tierra. Sólo quedo al hombre la esperanza para enfrentar la adversidad.

¿De qué crímenes podría acusarse a quienes han arrebatado a los desamparados la última concesión de los Dioses?

El mes de abril pasado, frente al Parlamento Griego, un farmacéutico jubilado de 77 años decidió quitarse la vida ante la cancelación de toda posibilidad de supervivencia, dadas las condiciones imperantes en la economía actual. En su última carta se justifica: “dado que no puedo hallar justicia, no encuentro otro modo de reaccionar que poner un fin decente (a mí vida), antes de tener que comenzar a rebuscar en la basura para encontrar comida”. Así se da cuenta en el sitio de Internet “http://atenasdigital.com/2012/04/05/un-”

En medio del derrumbe económico, los países se apresuran a cortar los “gastos superfluos”, por desgracia, las artes siempre se designan como primer candidato a desaparecer. Se confunde la belleza etérea que engendran con la superficialidad de lo prescindible.

Para adosar la miseria del mundo, un músico de 60 años y su madre de 91, se arrojan de un balcón para huir de la hambruna. El artista confinado a la desocupación por las políticas de austeridad, no encuentra otra opción que la de un salto al vacío. Sin liquidez, sin seguridad social, con un crédito saturado, toma a su madre de la mano y escapa. La nota completa se lee en “elmundo.es/elmundo/2012/05/24/internacional/1337878850.html”

Los organismos internacionales extienden gordos cheques para rescatar a voraces financieros. Su generosidad se patrocina con el ahorro del pueblo que, ironías del mercado, representa enormes recursos nunca disfrutados por quienes más los necesitan.

Depredadores planetarios danzan en el trapecio de la especulación, un día son banqueros, otro, Directores Gerentes, Ministros de Economía y finalmente, defraudadores prófugos en exilios dorados, residentes de lujo en rincones exóticos pero nunca presos. Para los empuñados de lapislázuli el castigo jamás toca la puerta.

Pese a todo, no es posible extirpar por completo la esperanza. Aún en la muerte se puede hallar un acto de dignidad. “Seré cadáver pero no gusano”, espeta Antonio Plaza en la cara de la opresión.

Nietzsche por su parte afirma: “Quien tiene un por qué para vivir es capaz de soportar casi cualquier cómo”. Pese a las avalanchas que se desgajan sobre nuestros hombros, quienes logran dotar de sentido a su existencia, reviven la esperanza y en ella, la posibilidad de todas las posibilidades.

En España, otro de los países azotados por el vaivén del dinero, los hombres han decidido tomar las riendas de su destino. Indignados, desempleados, exiliados del bienestar que se suman por millones, construyen estos días un “Banco de Tiempo” (La Jornada 14 de junio 2012) para contrarrestar los efectos de una dinámica económica que ya ha probado su fracaso.

De cara a la depreciación de las divisas y el encarecimiento de las mercaderías de consumo generalizado, el tiempo se transforma en instrumento de cambio. Los trabajadores ofrecen su fuerza por unidades fijadas en horas, cada hora de tiempo donada por un hombre es equivalente a una hora ofrecida por otro. Se plantea una variante del trueque en la que, además de bienes, se intercambian servicios de profesionistas y oficiales. La intención es construir un mercado más justo, socialmente responsable, en el que ni la concentración ni la acaparación tengan cabida.

El hombre busca sentido y tarde o temprano lo encuentra con ingenio y coraje, tal vez sea esa la lección que tendremos que aprender.

*Abogado y filósofo/UNAM.

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