Nacional

La naturaleza del mal

Por domingo 8 de abril de 2012 Sin Comentarios

Por Iván Escoto Mora*

Cuando la poeta francófona Patrice Desbiens (Ontario 1948) escribió: “Je marche sur un tapis de verre brisé. De rêves brisés” (Marcho sobre un tapete de vidrios rotos. De sueños rotos), parece haber descrito una realidad que cada vez es más punzante, que cada vez hiere con mayor hondura en espirales infinitas de muerte y de intolerancia.

A continuación, el recuento breve de algunas notas periodísticas, solo algunas, de una serie innumerable que cada día, cada mes y cada instante, inundan la prensa internacional.

1.- El 11 de marzo del presente año, diecisiete civiles fueron asesinados en la ciudad sureña de Kandahar, en Afganistán, entre ellos varios niños. Las víctimas, se dice, fueron ejecutadas mientras dormían.

Se responsabiliza a Robert Bales, sargento norteamericano de 38 años, aunque hay quien afirma que en la masacre participó más de un hombre.

Bales enfrenta cargos que lo podrían llevar al cadalso. Los abogados de la defensa aseguran que el sargento no recuerda los hechos. Como si la muerte acumulada por una cadena de guerras hubiera terminado por borrar en el militar todo registro de su memoria.

¿Quién es el responsable del crimen, quién es el responsable de todos los crímenes y los millares de muertos que las guerras van sembrado a su paso?

Tal vez sea cierto que Robert Bales no actuó solo, tal vez sea cierto que el sargento no recuerda, pero alguien tendría que recordar, alguien tendría que pensar y señalar a los Estados delirantes que al amparo de la avaricia, son cómplices de la muerte.

2.- El 19 de marzo en Toulouse, Francia, Mohamed Merah, joven francés de 23 años, asesinó a tres niños, dos mujeres y un varón, así como a un maestro de la escuela Ozar Harotah.

En su currículum sangriento, Merah, de ascendencia argelina, ya contaba con otras muertes ejecutadas antes de los hechos perpetrados contra la comunidad judía de Toulouse. La vida de tres militares franceses también fue abonada a su cuenta.

3.- El 22 de marzo, en Miami, Estados Unidos, se reunieron tumultos furibundos para reclamar justicia por la muerte de Trayvon Martin, adolescente afroamericano de 17 años, baleado por George Zimmerman, joven apenas una decena de años mayor que su víctima.

Zimmerman fungía como vigilante voluntario en la comunidad de Stanford cuando decidió disparar contra Trayvon porque le pareció sospechoso. El vigilante aseguró que disparó en legítima defensa.

Cuánto odio puede albergar el mundo, cuantos vidrios rotos parecen deslizarse bajo nuestras plantas.

Preguntarse por la naturaleza del mal nos lleva a preguntar: ¿Qué es el mal y qué es el bien? O más aún: ¿Es el mal o el bien una tendencia natural en el hombre?

Cuando Emmanuel Kant escribe “La religión dentro de los límites de la mera razón”, entra al estudio de semejantes interrogantes insertando una arista interesante:

“Si el mal o el bien fueran naturales en el hombre, en realidad no existiría una razón justificada para reprochar las conductas malas o congratularnos de las buenas. Ambas serían, en cada caso, una consecuencia necesaria e irremediable para el ser humano”.

Pero ni el bien ni el mal son expresiones automáticas de la condición humana sino modos derivados del ejercicio de la voluntad. Solo es natural en el hombre la capacidad de actuar libremente. Así, la radicalidad del mal corresponde a conductas arbitrariamente desplegadas.

Maldad y bondad, son resultado de decisiones conscientes, reflejo de sicologías individuales con resonancia en la escena colectiva. En todo caso, no podríamos decir que son condición necesaria del género humano. Por ello, a pesar de las expresiones de intolerancia repetidas en infinitas espirales, siempre es posible pensar que, cada hombre, desde el foro de lo interno, puede extirpar el odio difundido en el campo de lo externo y construir con su trabajo un mejor porvenir.

*Abogado y filósofo/UNAM.

 

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