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Muerte de plazas y un torero en Mazatlán

Por domingo 25 de septiembre de 2011 Sin Comentarios

Segunda de dos partes

Por Joaquín López*

Con la expansión del turismo  en el puerto, se ampliaron las posibilidades para un coso más acorde, además, como casi todos los visitantes extranjeros nunca habían estado en una corrida, el hacerlo era como una “obligación”; fue así como nació la plaza Eduardo Fontanet y era tanta la asistencia que había suficiente clientela para otro coso portátil del empresario taurino Lic. Capaceta, armado frente al hotel Holiday Inn, ambos presentaban grandes carteleras. Con la discontinuidad de la tradición viene el cese de la presentación de toreros de renombre pues a últimas fechas se ha reducido a rejoneadores y el famoso conjunto de los “Forcados Mazatlecos”, organizados originalmente por Manolo Laveaga y otros mazatlecos como el cabo René Tirado.

José Alameda, en “Crónica de Sangre”, anota que el 2 de abril de 1922 en Mazatlán fue cornado el novillero Jerónimo Cruz alias el “Barquero” y cuyo toro homicida provenía de la ganadería de J. Conde; este es el único torero del que se tiene noticia haya muerto por cornada en un coso mazatleco. La fecha conmemora la derrota de los franceses en Puebla por el ejército mexicano al mando del general Porfirio Díaz en 1867, incluso, al dictador se le conocía como el “Héroe del 2 de Abril”.

Varios historiadores del toreo afirman equívocamente que “Barquero” nació en San Fernando de Cádiz en 1782 siendo cornado en Mazatlán el 2 de abril de 1822, muriendo a resultas de las heridas 6 días después; al amparo del simbolismo del 2 de abril y la obra de Joaquín Sánchez Hidalgo Villalobos despejaremos dudas, confirmando y ampliando los datos de Alameda.

La plaza Rea, sitio donde fue cornado “Barquero”, estaba frente al Panteón de los “Protestantes”, hoy parque “Ángel Flores” y cercano a una fábrica de cerveza, época de la que Sánchez Hidalgo dice: “Por el ambiente taurino de Mazatlán, desfilaron casi todas las medianías de coletudos que llegaban al país de España; recuerdo enre los matadores a Cervera Prieto, el Colorín, el Camaleño, Varita, Algabeño, el Cheché, (…) entre muchos otros…”

“Junto con los matadores venían sus banderilleros y picadores de pintorescos alias: el Farfán, el Rizao, el Trescalés, el Chicorrito y muchos más, que deambulaban por calles y plazuelas vestidos de ‘Majo’. con pantalones ajustados a caderas y busto; faja de seda de color detonante a la altura del pecho; camisas bordadas con encajes, alamares y botones de ‘vidriantes’; chaquetilla corta de terciopelo; sombrero calañez en forma de queso; grueso bastón y enorme puro en los labios, contoneándose salerosamente, con lo que las pollas mazatlecas de entonces, se volvían locas por sus ándares’.”

En otra referencia leemos sobre el arribo de “Barquero” cuando llegó “un sevillano, llamado Antonio Ortiz, alias el “Morito” y otro que respondía cuando lo llamaban Gerónimo (sic) Cruz, alias “El Barquero” y que era aragonés por los cuatro costados”, dato que contradice que era “oriundo de San Fernando (Cádiz) y nacido hacia el año de 1782”. Lo correcto entonces sería nacido en 1882 en Aragón.

“No quiero entrar en detalles acerca de su arte, por que la estrechez de esta relación no me lo permite; pero sí les digo que el primero practicaba la alegre, espectacular y artística escuela sevillana y el segundo con su estilo seco, pero efectivo de torear, seguía la escuela rondeña, que son distintas hasta por la forma de tomar el capote; según dicen los entendidos en materias taurinas”. Es probable que el origen de “Barquero” se haya confundido con su estilo sevillano de torear.

“Los dos toreros que aquí entre nos, eran buenas gentes y perfectos caballeros, contrajeron matrimonio civil y eclesiástico, con dos bellas señoritas mazatlecas, miembros de conocidas familias y establecieron su hogar, radicándose en la ciudad, terminando así sus actividades taurófilas”.

“Tanto el ‘Morito’ como el Barquero, adquirieron por su matrimonio sendas propiedades; el primero un rancho situado cerca de Villa Unión y el segundo fincas urbanas ubicadas en un lugar que no quiero acordarme…” En conversación personal con el profesor Luís Robertson me confió que en los años veintes, su tía abuela Bessie Bunker Hart, de ascendencia alemana, tuvo amores con el “El Morito”, propietario del rancho “Las Labradas”, Thomas Robertson, hijo de la Sra. Bunker le había enviado $5,000 pesos con instrucciones de comprarle una casa frente al mar, pero que en su lugar adquirió el rancho del amante. Aurelio de los Reyes descubrió recientemente un rarísimo programa de toros que hiciera el célebre impresor José Guadalupe Posada donde la corrida del 29 de octubre de 1905, para la Plaza de Toros México, anunciaba con bombo y platillos la “Presentación del valiente matador de toros Antonio Ortiz ‘Morito’.”

Pero regresemos a lo que el cronista nos tiene que decir sobre la tragedia del “Barquero”, “Por aquel tiempo llegó en mala hora a Mazatlán, un viejo torero a quien apodaban ‘Paquiro’, que era muy amigo del ‘Barquero’ y que, de paso para la Baja California, venía en muy malas condiciones pecuniarias”.

“Gerónimo que había hecho conmigo una gran amistad y que tenía un gran corazón, procedió incontinenti a organizar una corrida de toros a beneficio del mentado ‘Paquiro’, como ayuda para su amigo y paisano, a quien conocía desde su niñez, según me platicó el mismo ‘Barquero’ y, tan buen amigo era, que se brindó a torear dos de los cuatro bureles que se pidieron al Estado de Nayarit, entre los cuales mandaron un enorme torazo de seis años, a quien habían puesto el mote de ‘Canario’ debido a su color, pero que ya había sido toreado y por lo tanto era sumamente peligroso volverlo a lidiar; cosa que a nuestros toreros no pareció impresionar mucho, a lo menos no lo demostraron; pero sí nos dio qué pensar a varios aficionados y a mi, que temíamos que pasara, como pasó, un desaguisado de consecuencias.”

Sobre esto de los toros que ya han sido lidiados con anterioridad dice Hemingway: “La lidia de toros se basa en el hecho de que es el primer encuentro entre el animal salvaje y un hombre a pie. Esta es la premisa fundamental de la lidia moderna; que el toro nunca antes haya estado en coso alguno. En los albores del toreo, a los toros les era permitido lidiar de nuevo y fueron tantos los hombres que murieron en el ruedo que el 20 de noviembre de 1567, el Papa Pío V emitió una bula papal excomulgando a todo aquél príncipe cristiano que permitiera corridas de toros en sus países y negando los santos óleos a cualquier persona que muriera en el ruedo. La Iglesia sólo accedió a tolerar las corridas de toros, las cuales continuaron normalmente en España a pesar de la bula, cuando se acordó que los toros sólo deberían aparecer una sola vez en el ruedo”.

“Yo traté de disuadir al ‘Barquero’ para que no volviera a los ruedos después de varios años de haber abandonado la profesión; le hice notar que sus facultades habían mermado con la edad (…) pero a eso me contestó Gerónimo muy salerosamente: mía niño, (el niño era yo), yo etoy entoavía frente ar toro, ma quieto, ma quieto… que si etuviera inmóvil”, y describía una verónica muy ceñida ante un toro imaginario y, por lo tanto no me fue posible hacer más, para que desistiera de la aventura; el mismo torero estaba marcando su destino”.

“La tarde de la corrida el ‘Barquero’, con aquel corazón que no le cabía en el pecho; con la hombría digna de mejor suerte y con su arte seco, pero seguro, lidió y mató al primer toro, pues su antigüedad así lo autorizaba sobre el ‘Paquiro’; y a este le correspondió un segundo lugar el famoso ‘Canario’, que desde que salió por la puerta de los chiqueros, demostró a las claras la mala clase que se traía y para no alargarles el cuento, cuando el ‘Paquiro’ a la hora de matarlo se vio comprometido en un lance, el ‘Barquero’, por compañerismo, por su amistad, por la mala suerte o por que el destino así lo había marcado, ya que el toro no le correspondía, en un quite que le hizo el ‘Paquiro’, fue cogido por el ‘Canario’, zarandeado en la punta de las astas y arrojado como un costal viejo contra el redondel.”

“El pobre Barquero falleció en una cama del antiguo Hospital Civil a resultas de la cogida que era mortal de necesidad, según nos explicó el director del nosocomio Dr. Adolfo Lizárraga, a otro aficionado y a mí”.

“Así acabó sus días mi buen amigo, el bravo torero rondeño, Gerónimo Cruz, alias el ‘Barquero’ Q.E.P.D. y que tanto amaba a Mazatlán.”

En otra ocasión platicaremos de Pedro Espejo, un torero sevillano que casi tomó carta de naturalización en Mazatlán y la suspensión de las corridas de toros en México en los tiempos de Carranza y la corrida en honor a los marinos sudamericanos y cubanos que trajeron los restos del poeta Amado Nervo a México.

Termino con la frase que escuchaba en la radio en la voz del cronista Pepe Alameda: “El toreo no es graciosa huída, sino apasionada entrega”.

*Cronista de Teacapán, Sinaloa.

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