Nacional

A la izquierda del colibrí

Por domingo 3 de julio de 2011 Sin Comentarios

Por Alberto Ángel El Cuervo*

—¡Mira… Un chupamirto…!
—¿Un qué…?
—Un chupamirto, ahí anda rodeando los tulipa­nes… ¿no los conoces…?

Yo buscaba una especie de iguana o víbora… El nombre aunque parecido a cómo yo los conocía, no me llevó a relacionarlo adecuadamente… Hasta que Chavo me hizo volver la mirada hacia el tulipán enor­me que adornaba la entrada de la escuela…

—¡Ah, un picaflor…!
—Pues es lo mismo… Chupamirto, chupaflor, pica­flor, chuparosa… Es lo mismo, pero le dicen de ma­nera distinta.
—¡A ver, ya dejen de estar comadreando en clase, en vez de distraer a sus compañeros pongan aten­ción…! Es más: ¡Alberto, pasa al pizarrón!

Y sentías como si bajara por todo tu cuerpo una descarga eléctrica… Y ¿qué podía suceder? Nada, sal­vo que lo que te fueran a preguntar no lo supieras y tus compañeros se rieran de ti… Pero eso era algo que a todos, alguna vez, nos había sucedido… Yo sen­tía que todos esperaban mi respuesta a la pregunta que fuera para burlarse… Y con toda la inhibición en­cima, esperaba la inquisidora intervención del maes­tro… “Huitzitzilin”…

—¿Cómo…?
—Colibrí, el nombre de esa avecilla que estaban viendo por la ventana los dos chismosos, es “Huitzitzilin”… Es una palabra náhuatl que significa el pajarillo que zumba. Y es conocido en español como colibrí. El nombre es de origen caribeño… Y los colibríes son de origen americano… En cada región de América, se le da un nombre distinto. Por supuesto en México, el nombre es náhuatl que era el idioma predominan­te. Los huitzilihuitl, o colibríes, eran de suma impor­tancia en la cosmogonía de los antiguos mexicanos. Los hombres que morían en combate y con honor, se transformaban en un colibrí, emulando así a una de sus máximas deidades: Huizilopochtli a quien se re­presentaba justamente como la cabeza de un colibrí que también era el sol al igual que Tonathiu. Así, se cuenta que cuando los aztecas emprendieron su migra­ción hacia el sur, a la cabeza marchaban los llamados “cargadores de los dioses”. Sacerdotes-soldados que en las páginas de los manuscritos antiguos se pueden observar encorvados bajo un bulto del que sobresale la enorme cabeza de un colibrí que simboliza justa­mente a Huitzilopochtli… De este modo, el mexicano anhelaba morir en batalla, porque si moría en su casa, estaría destinado a disolverse, devorado en las tene­brosas obscuridades del Mictlan; y si por el contrario, moría como un buen guerrero lo esperaba, primero, la eternidad al lado del Dios solar, en las filas del bri­llante cortejo que lo acompaña del oriente al cenit, para reencarnar más tarde bajo la forma graciosa de un colibrí que zumba entre las flores. Otra manera de representar a Huitzilopochtli, era llevando en su to­cado un colibrí colgado de una flor campaneiforme, significando con ello que la flor, símbolo del corazón, era su alimento. Por esa y otras razones, al colibrí se le ha relacionado con el amor tomándolo como amuleto afrodisíaco, lo que contribuyó casi a su exterminio un tiempo… El colibrí bate sus alas 500 veces por minuto, por lo que si no consume constantemente el néctar de las flores, muere por cansancio… Por esta razón, el tiempo de aguas, donde florece todo, es cuando más colibríes hay. Huitzilopochtli, es un vocablo compues­to: Huitzitzilin (pájaro que zumba) y Opochitli (a la iz­quierda) Así que de ahora en adelante, cuando obser­ven un colibrí, piensen que tal vez es la reencarnación de algún guerrero que viene de acompañar a Huitzilo­pochtli en su recorrido por el universo que los antiguos mexicanos representaban con una cruz, el este arriba, y el sur a la izquierda. Por eso se dice que lo mejor era situarse a la izquierda del colibrí, para convertirse en dioses… Pero ustedes, se van a situar a la izquierda del colibrí pero no para ser Huitzilopochtli, sino como castigo para que dejen de comadrear en clase…

*Cantante, compositor y escritor

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