Nacional

LA CONTINUIDAD DEL RELATO

Por miércoles 31 de octubre de 2018 Sin Comentarios

MIGUEL ALBERTO OCHOA GARCÍA

Los otros parques a los que se refiere Zavala bien podrían ser los que se producen al ser este cuento analizado desde un ojo clínico, más bien ensayístico. Sabiendo que los “parques” son construcciones filosóficas, por así decirlo, de transición. Existe otro vínculo que igual al lector real del diegético, el cual es la inocencia al momento de leer el cuento. Aquí debemos ser un más honestos y aceptar que todos, o casi todos, necesitan una doble lectura en muchos de los textos de Cortázar, y, Continuidad de los parques no es la excepción. Aunque habrá algunos lectores que dirán que no dos, sino tres o cuatro, para “agarrarle el rollo” al texto del que hablamos.
Me refiero a la inocencia del lector que aborda por primera vez un texto, ahí existe un parque, un parque que entrelaza al lector protagonista, que se nota que quiere relajarse después de un día de diligencias empresariales, de mirar su finca, de comer platillos gourmet y relajarse en sus sillones, en correlación con el lector real que sostiene un libro de Julio Cortázar en la mano. No se sabe hacia dónde dirigirá el cuento, sólo sabemos que la primera parte bien podría describir al mismo personaje, a la persona que lee, al lector ideal que sólo se preocupa por estar pasando su mente y sus ojos por las letras para luego interpretarlas y en la búsqueda lingüística de las palabras abrir las compuertas de los significados. Hasta ahí, ambos son los mismos.
Ambos lectores se sienten sorprendidos: hay un par de amantes que planean un asesinato. Hablan, tienen las herramientas asesinas, hay pasión dentro de la toma de sus decisiones. El lector los ve pasar y lastimarse con las ramas, con la transición de un parque al otro, de la cabaña a la casa donde no hay un mayordomo, donde los perros no ladraron.
Los personajes se introducen al mundo real, pero mueren, antes de que lleguen. Julio Cortázar salva el momento, le da unos momentos más de vida al lector real, pues corta de tajo en el momento preciso cuando los amantes irrumpen en la instancia del lector-protagonista, ahora, lector-real.
Para ese entonces los amantes se convierten en amenazas reales, en posibles actantes de la muerte. Gracias a la metaficción, el resumen es el siguiente: 2 muertos reales (vistos por el lector imaginario, pues el cuento acaba) y 1 muerto real (asesinado por los dos amantes imaginarios que siguen gracias al final abierto). El hecho de que exista un final abierto le dota de una gran gama de posibilidades a los amantes. El lector real puede quedar muerto en el mundo imaginario, entonces podemos decir que no sólo existe una transición de los personajes de Continuidad de los parques sino también una polarización donde se intercambian lugares. Los personajes van a la dimensión real y el lector real se vuelve personaje. Aunque hayamos abordado en este mismo texto esta precisión de intercambio de lugares, no lo habíamos puesto de esta manera, la cual precisa el final abierto como otro parque.
Los personajes ya habían logrado un patrón de traspaso de parques o dimensiones. No hay razón alguna para pensar que por el sólo hecho de que, al momento no existir más palabras, la historia termine. En realidad, Julio Cortázar usa elementos paratextuales como el espacio, los espacios en blanco, la elipsis y el silencio para crear acción. En la primera parte, cuando el lector-protagonista lee la novela, todo parece tranquilo. Sin embargo, sólo es por medio de un cambio de ritmo, de un flujo de frases y oraciones con otro estilo cuando sabemos que se trata de otro parque, de otra dimensión. Ya cuando nos encontramos con los amantes es demasiado tarde, ya nos habíamos habituado al ambiente, a la forma de narrar en este estadio del cuento.
Los personajes siguen, aunque no hubiera palabras, porque no fueron las palabras los que los hicieron pasar de un parque al otro, sino la imaginación del lector. Por lo mismo, muchos investigadores consideran a este texto un laberinto. Porque es un camino, es ergódico, el lector más o menos sabe hacia dónde se dirige, pero cuando lo sabe complemente es cuando está a la mitad del asesinato y el cuento —no la historia—, termina.

* Coordinador de Círculos de lectura CECUT/ UA de BC

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