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Semana Santa en Sinaloa 2018

Por sábado 31 de marzo de 2018 Sin Comentarios

GILBERTO J. LÓPEZ ALANÍS

Los mayos danzan y en las plazas, calles, pueblos, ejidos, edificios históricos y plazuelas, la gente se arremolina ante la magia de una representación que anuncia las festividades de la Semana Santa.
Ya hemos sentido los hervores primaverales y los aires frescos de la mañana, nos dicen que por todo Sinaloa se desató la búsqueda histórica del mártir que aparecerá sacrificado en la cruz, en esa simbiosis del mestizaje nuevo que todavía permea las instituciones culturales de la entidad.
Sin embargo las ciudades se van quedado solas, ha comenzado la migración de instantánea duración hacia las playas del litoral en lo que fue el Mar Bermejo, hoy Golfo de california o abiertamente Océano Pacífico.
Que diferencia de aquella marcha hacia el mar que pregonó el austero Adolfo Ruiz Cortínez, un poco antes del milagro mexicano que encabezó el hoy circunstancialmente recordado Antonio Ortíz Mena.
Hoy vamos hacia el mar en pos de un poco de descanso y en breve tiempo esperar el Tianguis Turístico de Mazatlán.

Pero antes está la Semana Santa, con su parafernalia católica y las meditaciones de algunos pocos que a través de San Juan el Bautista esperan un Mesías, de honda significación espiritual, que prometió un cambio basado en el conocimiento interior y una entrega que llegó al martirio.
La novedad que llegó desde el desierto al inicio de la era cristiana permanece como esperanza trabajada desde el interior en forma silenciosa.
En Sinaloa como en todo el país existen muchas formas de celebrar la Semana Santa, todavía recuerdo cuando leí las cartas annuas de los primeros jesuitas de finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, donde relataron con suma claridad cómo se incrustaron las festividades indígenas del norte de Sinaloa en el seno de las parroquias misionales; fiestas que persisten asidas a la tradición, cosidas con danzas, vestimentas, cantos y artes culinarias enmarcadas en expresiones de gobiernos tradicionales con poder moral sobre amplios sectores de la población mestiza.
Cada quien con su martirio; cada quien con su esperanza, su alegría o sus lágrimas. El círculo de la espiral se cierra anualmente, las playas e inundarán de alegría, belleza, libaciones, muchas en exceso pero al fin y al cabo necesarias para esa sanidad de nuestros cuerpos atormentados en el deseo o saciados en la molicie.
Luego al regreso, llenos de imágenes naturales y autenticas promesas, esperar el ajetreo de las campañas electorales para observar el espectáculo maravilloso de una civis compleja, sujeta a las múltiples estratagemas de los medios y las ambiciones. Semana Santa pensando en San Juan el Bautista devanándose los sesos por salir inútilmente airoso de sus profesías, mientras el Mesías su primo platicaba con María.

*Director del Archivo Histórico del Estado de Sinaloa

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