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ESCRIBIR

Por domingo 15 de junio de 2014 Sin Comentarios

Esto que quiero apuntar
empiezo yo a cavilar,
o empiezo para acabar
o acabo por empezar

Por Carlos F. Lavín Figueroa*

pag 13 CARLOS LAVIN1Unos escritores dicen que escribir es ser o hacerse pasar por otro; García Márquez dice que escribir es para explicar a otros lo que uno mismo no se explica; y yo digo –guardadas las distancias y diferencias- que ambos tienen razón, pues entiendo que el sentido de ser otro, se refiere al yo profundo y no al superficial, pero finalmente es uno mismo quien escribe. Genéricamente escribir es representar en papel –y hoy en computadora- ideas con palabras, números, notas musicales, y otros signos para comunicarse por medio de libros, artículos, ensayos o cualquier texto, bien, mal o regular, incluso esquivando consciente o inconscientemente a la rigurosa gramática, eso es escribir.

A mí me gusta leer lo que escribo, porque descubro que da utilidad y placer a otros, porque leer no es unir visualmente letras, leer es comprender, y más profundo es poder leer lo que no está escrito pero consta, lo que el autor posiblemente ni sabía o ni intentó decir pero lo articuló en el contexto, es similar a leer actitudes en la expresión corporal de los demás, aquello que no se dice con palabras pero se expresa con el cuerpo y sus movimientos.

Escribir es sobrevolar, nos lleva más allá del texto, al lugar mismo del objeto, porque comunicamos lo que sentimos, lo que sabemos y lo que pensamos. Nace de una idea, de una frase; la poesía puede aportar ideas para escribir de otros temas y estos nos llevan a tratar otro distinto como puntas de hilo que tienen largas hebras que jalar de las que nacen historias, y sólo se requiere escribirlas, pero no hay escritor que no tenga problemas para escribir, como me dijo García Márquez, que él mismo los tenía, que a veces tardaba semanas en lograr un sólo párrafo de sus libros, hasta que quedaba como él quería, pero cuando satisface, conduce a escribir más.

Y no estoy de acuerdo con los cursos sobre el tema, porque estandarizan, contaminan, acorralan, limitan, quitan originalidad; dijo Simone de Beauvoir que “Escribir es un oficio que se aprende escribiendo” y yo agrego que también leyendo, porque de esta manera no se pierde libertad. Escribir, sin estilo, sin aportes, sólo con datos duros, es mecanografiar, es redactar. Escribir, es sicoanalizarse, es exponerse, siempre he dicho que el que expone se expone, en cierta manera es entrar en placer sadomasoquista, porque se tiene que correr el riesgo de reírse de uno mismo –lo que me es natural-, y también de los demás, -lo que está medio cabrón- pero de manera constructiva –el sadomasoquismo sin extremos no es depravado, es rama de placer-.

Se dice que un buen escritor es quien da expresión a lo que las personas piensan o sienten sin saberlo, y cuando estas lo leen, se satisfacen porque se les dice lo que piensan, sienten o gustan aun sin saberlo; por ello, quien no hace más que escribir o redactar lo que cualquiera hubiera dicho, no es escritor.

Escritor abarca al cronista, al ensayista, al historiador, al novelista, al cuentista, al poeta, al articulista, y no se es escritor por el solo hecho escribir con la mejor gramática eso sería ser un buen gramático o buen mecanógrafo, pero no significa ser necesariamente un buen escritor. La gramática cambia constantemente, el actual presidente de la Asociación de Academias de la Lengua -22- dice que los únicos dueños de la lengua somos sus hablantes.

En el Primer Congreso Internacional de la Lengua, García Márquez dijo: “Jubilemos la ortografía, el terror del ser humano desde la cuna. Simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos; y devuélvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos; enterremos las haches rupestres y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver”.

El escritor utiliza el lenguaje para expresar sus ideas con su estilo, a veces jugueteando con la gramática o incluso eludiéndola pero con una finalidad, otras por error. En poesía es común hacer a un lado la gramática para darle la rima requerida. Con su trabajo el escritor contribuye de manera significativa al contenido cultural de una sociedad, el término no sólo refiere a los creadores de los grandes textos literarios, esos entran en las palabras mayores, pero tampoco al que sólo da datos fríos como si fueran números.

Y como ya he dicho, hago mía la frase de José Saramago que dice que: “Yo no escribo para agradar ni tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar”. Para ello se requiere estar ya, más allá del bien y más allá del mal, sin compromisos con una “sociedad” terriblemente grotesca y profundamente enferma, a la que no es nada saludable estar bien adaptado ni honra pertenecer, pero si tolerarla, donde lo absurdo se estereotipa, por eso hay que zarandearla, porque la gente solo cambia hasta cuando deja de fingir; hasta que entiende que su felicidad –“el” anhelo humano- no es lo que le dicen los demás, ni aquello que presume para dar envidia a otros, sino lo que hace feliz sin humillar, sin lesionar. La ofensa y la burla son el medio que emplea el ignorante acomplejado para sentirse superior.

Dice Einstein que la mente que se abre a una nueva idea (-con el resultado que sea-)  jamás regresa a su tamaño original (-crece-).

Finalmente, como humano no estoy exento de las cosas de los humanos, que de ello, sólo queda el nombre.

*Cronista de Cuernavaca.

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