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Sin Miedo Al Amor

Por domingo 16 de marzo de 2014 Sin Comentarios

Por Dr. Jaime Irizar López

Venía escuchando en la radio la canción de los Beatles “All you need is love” (todo lo que necesitas es amor) que junto a la nostalgia que se acrecienta con la edad me llevó a evocar los tiempos idos, lugares, personas, pasiones y momentos en los que no me cambiaba por nadie en el mundo. En ese entonces tal vez no tenía un peso en la bolsa (ahora tampoco lo tengo), pero un sentimiento intenso me llenaba bolsillos y corazón, y esa emoción era la mejor moneda de cambio. De tal suerte que me sentía invencible pues tenía en esa época la energía y la mayor motivación que puedo tener: el amor. Pero hoy entusiasmado por dicho recuerdo, he empezado a voltear hacia mi entorno laboral, familiar y amistoso, para hacer un breve análisis de las personas que los componen y corroborar si efectivamente sigue vigente el mensaje central de dicha canción. Afirmo con razón, que en efecto la mayoría lo que necesitan es amor, pero de manera consciente o inconsciente algunos le cierran la puerta y temen de adultos volver a él. Esto lo hacen posible, al fijar una barrera entre sus experiencias fallidas, los antecedentes del desamor, la desconfianza, la falta de fe para construir una nueva relación y la posibilidad de renovar sus vidas volviéndose a enamorar.

Decía un filósofo inglés que los infelices y los que padecen insomnio, no desaprovechan ninguna ocasión para presumir su condición. Me pregunto con frecuencia porque tenemos que hacer casi una tragedia del hecho de padecer insomnio, si para todos es una verdad que dormir menos es vivir más, y que en la actualidad existen muchas maneras para sobrellevar la noche sin estresarse: ver televisión, leer, internet, o escribir sus memorias. Si no olvidamos que el cuerpo tiene sus propias medidas y reglas, mismas que actúan al margen de las costumbres sociales, concluiremos que la falta de sueño de vez en cuando no va a enfermar a nadie y que el organismo encontrará seguramente el camino correcto para recuperar la energía perdida. Por otro lado, vivir lamentándose y mostrarse infeliz, no resuelve nada de nuestra problemática emocional o económica. Hay que ocuparse más y preocuparse menos. Ser feliz requiere de un esfuerzo intencionado. La felicidad como muchas cosas buenas de este mundo, es el producto de una actitud positiva ante la vida y es también meta que debe ser conquistada día con día.

Saco esto a colación, en virtud de que con cierta frecuencia me toca en suerte platicar con hombres y mujeres jóvenes, sobre todo con estas últimas quienes no pueden ocultar que viven permanentemente en una encrucijada sentimental. Desean el amor en sus vidas pero temen ir en su búsqueda. Son solteras, separadas o divorciadas que al hablar dejan ver entre líneas que necesitan del amor pero temen considerablemente el volver a ser lastimadas de manera sentimental o en el peor de los casos, ser solo “utilizadas” si vuelven a confiar en alguien. Mientras se animan de nuevo, viven una dolorosa y triste soledad. Todos sabemos que nada duele tanto como el hecho de no sentirse querido. Me atreveré a hacer unos comentarios, en aras de replantear situaciones que son comunes en toda relación afectiva, y que tal vez sirvan para dimensionar con un nuevo enfoque el asunto relativo a su estado anímico. No importando la edad, siempre es recomendable estar enamorado. La ausencia de amor duele; produce trastornos de personalidad y salud, pudiendo llegar a amargarnos la existencia. Para amar hace falta perder el miedo, tener fe y confianza en la vida y en el ser amado. Este sentimiento no admite las dudas o las medias tintas. Requiere la entrega total. Mientras dura el amor se tendrán días intensos, brillantes, se construirán momentos para recordar y además éste sentimiento te brindará sobrados motivos para ser entusiasta, reír más y ser feliz. Si se termina el amor por las razones que sean, hay que pensar en positivo y agradecer a Dios que el tiempo que duró ese sentimiento, brindó la oportunidad de haber pintado días de color alegre y festivo, igualmente para reconocer que de no haber sido así, estos hubieran sido anodinos, tristes, grises, sin nada que remarcar y probablemente sin un sentido claramente definido.

Los especialistas recomiendan que para ser feliz no hay que vivir atado a ningún pasado doloroso. Si se terminó el amor, pues ni modo, a darle vuelta a la página y prepararse para otra relación sin prejuicios de ninguna clase; entendiendo que no hay correspondencias exactas a los cariños y afectos que profesamos; reconociendo que todos tenemos una manera especial de sentir y de comunicar nuestros sentimientos; que son muchos los lenguajes del amor y que todos nos ayudan a decir cuan importantes son para nosotros las personas que queremos. Si duró poco o mucho no importa, recordemos que la vida son tan solo momentos como solía decir Jorge Luis Borges, y que las experiencias adquiridas en el arte de amar deberían ser consideradas como las habilidades y destrezas que nos brinda la práctica sostenida de cualesquier deporte. En lugar de andar presumiendo nuestras tristezas y desconfianzas, hay que volver a creer en el amor. Toda acción emprendida implica un riesgo. Con la experiencia adquirida y con nuestra inteligencia puesta en práctica podemos minimizarlo. Hay que volver a participar en el juego del enamoramiento con la astucia que brindan las pasadas vivencias y entregarnos al nuevo proyecto sin reservas de ninguna clase. En este juego aunque se pierda, siempre se gana, pues mientras dura y uno cree que es verdadero el amor, se experimentan emociones intensas que la vida te puede brindar, y le quita lo tedioso a tus días. Nadie puede cambiar el pasado, por lo tanto, se debe procurar no autoflagelarse con los errores que encierra el mismo. Hay que recordar que la vida se reinventa al abrir los ojos por la mañana. Necesitamos montarnos en el caballo de los logros personales, no en el de las derrotas y fracasos. Compremos un espejo “argentino” que nos refleje virtudes y tiempos buenos, no importa que distorsione un poco, para nuestro bien, la realidad, y que sin caer en la soberbia o en un ego exaltado, este reflejo nos permita elevar a diario nuestra estima. Necesitamos querernos bien para que nos quieran bien. De ser posible llenemos nuestro corazón de todos los tipos y formas del amor: filial, fraterno, romántico, platónico, universal, erótico, etcétera. De este modo, veremos que ya no tendremos razones para estar tristes. La clave para amar está en el dar, no en el recibir, recuérdalo.

El darte te llenará de felicidad por sí solo. Recibir amor no depende exclusivamente de ti. Hagámonos responsable solo de lo que esté en nuestras manos. Da y vuelve a dar amor hasta que duela como señaló en su tiempo la Madre Teresa, puesto que así es más probable que encuentres la correspondencia que muy en tu interior siempre has buscado. Todo lo que el mundo necesita para vivir feliz es dar y recibir amor. Sonará cursi pero es una gran verdad, el amor exacerba todos los placeres de la vida, y se requiere de él obligadamente para ser feliz. Intenten encontrar el amor o fortalecer el que ya tienen y luchen con todas sus fuerzas por ser felices. A fin de cuentas, qué más se puede perder en ese intento. La vida es un proceso que transcurre entre el nacimiento y la muerte. No es prudente fincar todas nuestras metas y esperanzas de ser felices solo en el futuro, hasta al final del camino; lo correcto es aprender a gozar y valorar todas las etapas que brinda el recorrido. No olvidemos que para que el todo sea bueno, lo tienen que ser de igual forma las partes que lo componen. En la tarea del vivir todo importa, así que no se debe dejar pasar un día sin aprender algo nuevo o sin abonar acciones al propósito de ser felices. Por último digo que no hay cultura, religión o pensamiento filosófico, que no coincida en sugerir que el amar es la mejor estrategia para encontrar a Dios y a la felicidad.

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