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Restos de Vergüenza y Cultura del Sujeto

Por domingo 23 de septiembre de 2012 Un comentario

Por Carlos Varela Nájera*

Cada vez el sujeto tiene menos vergüenza, y esto que planteo para nada es una concepción religiosa, o bien la convocatoria para ser regulados por el pudor, sino que la vergüenza es asumida por el sujeto a partir de ciertas dosis de humillación, y que de una u otra manera ha servido para establecer en el sujeto el orden institucional, y seria en todo caso un residual de ordenamiento cultural y necesario para que el sujeto se preserve, tener vergüenza no nos hace mas buenos sino que instala la dimensión de lo humano y permite que los sujetos coexistan socialmente hablando. La cultura interpela al sujeto desde esta construcción social, lanzándonos reguladores, uno de ellos es la vergüenza, cuya existencia permite tener una dimensión representaciónal, que vehiculiza inhibidores supra estructurales pero habilitados culturalmente como una forma de control, no tener vergüenza es desoír ese mandato que nos sirve como cohesionador del tejido social.

Uno de los restos de vergüenza, es que coloca al sujeto en el borde de la culpa, su instrumentación permite poner ciertos límites al desborde del exceso en todas sus variantes, sabemos que la culpa tiene una envoltura formal de goce, ser culpable es de cierta manera gozar, tal cómo lo concibe el pensamiento de jaques Lacan.

Se puede afirmar que Freud desprende el acto vergonzoso desde que se inscribe la subjetivación de la culpa, por ello algunos restos de vergüenza son ominosos y mas aquellos que convierten al sujeto siempre desde la posición de servidumbre en un ser vil humillado paradójicamente por si mismo, en otros casos el sujeto se convierte en un cínico sin vergüenza alguna, en este caso el sujeto desvergonzado aparece socialmente como peligroso, algunas veces se adjudica al político como sinvergüenza, al ubicarse una percepción social de que podría robar a manos llenas. Tener vergüenza implica la posibilidad de que quien la padece especularmente se sale de escena, dirigiendo el panóptico a su propia escena, descubriéndose el, como presunto culpable de ese acto insidioso en el que se vio implicado. Jacque-Alain Miller menciona que cada vez el sujeto tiene menos vergüenza, este psicoanalista le adjudica al exceso de narcisismo y la sobrevaloracion simbólica del propio sujeto y por consiguiente este se atreva ofrecer al otro sus miserias sin avergonzarse, si bien hubo una época llamada victoriana en la cual mostrar el cuerpo era condición de pecado, y de alguna manera la mayoría de las religiones viven en esa condición, hoy observamos su reverso mostrar todo, dirá Lacan una falta de vergüenza, recordemos que la vergüenza se debería instalar en la infancia, cuando los padres cubren el cuerpo de los infantes, esto lleva a que se oculte algo que puede desencadenar cierto pudor en el otro, en el niño se despierta cierta angustia si este aparece desnudo ante los otros, cuando se despierta este sentimiento se sentirá avergonzado cuando la madre lo bañe, cuando, se despierta la vergüenza como instancia reguladora que nos viene de la culpa, pero mas específicamente de ciertos fantasmas despertados dentro del seno familiar, podemos decir que somos aptos para vivir en sociedad, y que nos debemos regular desde la verguenza en la convivencia con el otro de lo social, de tal suerte que la vergüenza se despliega psicoanalíticamente como un excedente de orden escópico, la mirada escrutadora que desnuda el cuerpo desde un excedente pulsional, haciendo que el sujeto quede enrojecido por el paso pulsional que cortocircuita el cuerpo frente a la mirada de si mismo y de los otros, produciendo un estado de precariedad, sujeto reducido a cosa, lo intimo devenido a extimo, (exteriorizando la interioridad). Cuando se da este pasaje, el cuerpo expuesto al otro produce una desubjetivacion, apareciendo la carencia como rasgo fundamental, de igual modo cuando se rompe la confianza, o bien me encuentran robando al tomar lo ajeno esto ajeno me denuncia con mi vergüenza. Muchas veces cuando el sujeto se ve desubjetivado por la vergüenza intenta lavar esa afrenta con una dosis de venganza, es posible que esto lo veamos en la vida publica cuando alguien es mostrado al otro sin pudor alguno es posible que busque cobrármelas, generando con ello cierto desaseo ético, y recurrir arcaicamente al mal del otro que mostró mi extimidad al público, se puede decir que frente a la verguenza, otro resto es la ofensa, que muchas veces se lava con sangre pero eso seria lo indeseable sin embargo suele suceder. Habría que decir para concluir esta reflexion que hacer pasar vergüenza al otro, hace ver la falta de ese otro que me representa y que es mi cuerpo con todas sus carencias, tomando en cuenta que el cuerpo es del orden de lo no realizado, los cuerpos estarían confeccionados en base a los ideales y cuando estos no se alcanzan o bien la naturaleza no nos provee de ello, quedamos siempre en deuda y cuando nos exhiben la deuda se hace mas profunda intentando saldar esta afrenta con la venganza y eso despliega un porvenir funesto.

*Licenciado en Psicología por la UAS, Psicoanalista,
Doctor en Educación, Profesor e Investigador.

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