Nacional

Quién es el que anda ahí..? Es Cri-Cri..!

Por domingo 8 de julio de 2012 Sin Comentarios

Por Alberto Ángel El Cuervo*

El ropero de mi abuela siempre se me hizo enorme… Enorme y fascinante… No perdía oportunidad de espiar cuando esa mi abuela abría sus puertas y por un breve momento dejaba expuesto todo el caudal de memoria que acumulaba día con día… ¡Cuánta historia, cuánta emoción, cuánto misterio encerrado en ese viejo y bellísimo ropero…! Cada vez que estábamos de visita en su casa, intentaba calcular la hora en que “Mamachela” abría su ropero para pedirle que me dejara ver, tocar sus cosas que se me antojaban verdaderos tesoros… Era de una madera obscura… Caoba tal vez… en medio quedaba una especie de tocador y a los lados dos torres de madera con espejos donde mi abuela se veía completa para comprobar que su arreglo era como ella quería… Soñaba con ser el dueño de un ropero así algún día… Soñaba con tener un llavero del tamaño del de mi abuela con miles de llaves que eran promesa para abrir puertas mágicas de lugares mágicos donde encontrar objetos e historias mágicas… Todos los viejos tenían enormes llaveros que cuidaban tan celosamente como su propia vida… “Toma el llavero abuelita/ y enséñame tu ropero/ con cosas maravillosas y tan hermosas que guardas tú…” Un día, llegué y de repente el ropero era más pequeño, mucho más pequeño… Exactamente igual, pero más pequeño, sobre todo, más bajito… Las torres de caoba que lucía a los lados con los dos espejos enormes, se habían vuelto minúsculas de pronto… ¿Por qué el mundo en general era más chico que a los cinco años…? Era lo mismo que con aquel radio donde desde la casa de esa otra mi abuela, escuchábamos programas que nos hacían volar… El radio era un mueble impresionante… Verdaderamente me hipnotizaba… Después de verlo durante un buen rato, me parecía la puerta majetuosa de algún palacio o catedral antigua con toda esa arquitectura de grandes columnas y frontones… Pero lo verdaderamente mágico, era sentarnos alrededor y con la luz apagada, escuchar los diferentes programas ya fueran musicales o de alguna otra clase… La imaginación infantil es la más poderosa invocación… Recuerdo, por ejemplo, cuando un instrumento parecido a un órgano tubular, dejaba brotar una música con escalas en intervalos de cuartas aumentadas que motivaba en nosotros, los radioescuchas infantiles, que se erizara todo cuando la voz del radio anunciaba: “… La pavorosa historia… La terrorífica historia del monje loco…” y una carcajada atronadora hacía que nos lleváramos las manos al rostro para “cubrir el miedo”… Recuerdo muchos otros programas como “La Hora Azul”, favorito de mis padres o aquel muy afamado que se llamaba “El Espectáculo de Un Sólo Hombre” que nunca pude escuchar bien a bien y siempre me dejó una intriga que hasta la fecha permanece introyectada en mí… O qué decir de cuando esa melodía dulzona y melancólica compuesta por Tata Nacho, se escuchaba al principio de “Así es Mi Tierra”… O aquel inolvidable “Panzón Panseco”… Pero tal vez, lo que más esperábamos los de entonces niños, era la inconfundible voz de quien nos llevaba de la mano a todo un viaje fantástico con sus canciones y sus personajes comenzando por quien se suponía era él mismo: Cri Cri, El Grillito Cantor… “¡Quién es ese que anda ahíiii, es Cri Cri, es Cri Criiii… Y quién es ese señooooooor… El Griiiillooooo Caaaaantooooor!” Y a recorrer paisajes y personajes maravillosos con la voz de Francisco Gabilondo Soler… A viva voz, con la emoción que desbordaba el pecho y la ensoñación, junto con la radio cantábamos: “¡Allá en la fueeeente había un chorriiiito, se hacía grandoooote, se hacía chiquiiiiitoooooo…!” y de ese parque que aún tengo la esperanza de encontrar un día, donde estaba seguro vería a la hormiga con un enorme paraguas, viajábamos hasta un caminito hermoso lleno de flores… “Caminito de la escuelaaaaa, apurándose a llegaaaar, con sus libros bajo el brazoooo, va todo el reino animal…” Francisco Gabilondo Soler, llega al mundo el 6 de octubre de 1907… Llega al mundo con la misión de llevar a generación tras generación de niños a los mundos que descubriera con sus canciones… Esas canciones que hacían reflexionar… Canciones que, me atrevería a decir, creaban conciencia y a veces tenían un contenido crítico bastante severo… ¿Cómo habría descripto nuestra realidad actual Cri Cri…? Tal vez hablaría de un circo, el circo más caro del mundo al que los mexicanos alimentábamos cada determinado tiempo… Tres años… O seis años tal vez… Tal vez hablaría de los magos increíbles que daban función en ese circo enorme y de tanta ostentación… Esos magos que son capaces de transformar por completo la realidad y hacer creer a gran parte del público en general, que es totalmente distinta a como la perciben… Y al final de la función, el encontronazo con los hechos ya no serviría de nada, porque los envueltos en la magia seguirían en la obnubilación total… Tal vez hablaría de que el “Ratón Vaquero” se calzaba las botas para cometer sus fechorías y jamás entrar a prisión… Tal vez… Pero en aquella época, lo mismo nos hacía reir con los cochinitos: “… Y de repente al despertaaaaaar… Se cayó de la cama y se puso a lloraaaaaar…” que derramar un par de lágrimas por la muñeca fea que se vio abandonada en un basurero… Francisco Gabilondo Soler, se bebió el paisaje y las historias de las montañas allá en su Orizaba y, después de estudiar en forma autodidacta el piano, el violín y la flauta, nos regaló sus canciones para la eternidad infantil… La sed de aprendizaje en Francisco, era infinita; pero no gustaba de la escuela… Siempre prefirió la preparación autodidacta y así, se escapaba de la escuela oficial para asistir a su propia escuela en donde la montaña, la lluvia, el arroyo o los animales le brindaban la mejor lección según su entender… Inquieto desde siempre, Gabilondo Soler, fue de los deportes que eran su pasión como el box y el toreo, hasta aprender a navegar y enrolarse como marinero para llegar hasta la Patagonia… Pero la música, su razón de ser en tanto la posibilidad de comunicar sus emociones, le llamaba constantemente y poco a poco fue preparándose hasta convertirse en un muy buen pianista y músico… Escribió y orquestó sus obras que él mismo describió como cuentos infantiles cantados y con ello inscribió su nombre en la inmortalidad… Cerca de 300 canciones-cuentos dejó Francisco Gabilondo Soler en el corazón de los niños… Y con la misma paz y bonhomía con que vivió, Gabilondo Soler, Cri Cri, el 14 de Diciembre de 1990, se durmió para siempre en “El Pais de Los Cuentos” para soñar que “Los Palomos” por fin “se casaron y se van de la ciudad…”Hoy, quiero evocar a todos sus personajes: Al burrito que está llorando “ji jau ji jau” y juega con el quijote aguamielero mientras el “che araña” baila con maña y el “ropavejero” se anuncia cuando “La Patita” sigue lamentándose “por lo caro que está todo en el mandado” y el “negrito sandía” intenta convencer a “La Negrita Cucurumbé” de que “así negra es muy bonita…” Todos juntos, traeremos de nueva cuenta a Cri Cri, para que una vez más, nos inunde de amor al recordar a aquella vieja dama que al “enseñarnos su ropero” nos aclare “por qué, dime abuelita, dí por qué, eres viejita… Di por qué frente al ropero donde hay muchos retratos, di por qué lloras a ratos… Dime abuelita ¿Por qué…?” ¡Gracias, Cri Cri… Gracias por lograr que sigamos siendo aquellos niños que soñaban con todos tus personajes… Para siempre…!

*Cantante, compositor y escritor.

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