Estatal

La muerte del escocés Benton

Por domingo 15 de abril de 2012 Sin Comentarios

Por Óscar Lara Salazar*

Quiero hablar con el general Villa.

— ¿Para qué lo quiere usted? —le preguntó un oficial sin recibir respuesta.

Villa se encontraba en esos momentos en el interior del cuartel dándole órdenes a sus subalternos, pero logró escuchar un tono de voz altanero que lo hizo reaccionar. Saliendo del improvisado cuartel y dirigiéndose al visitante, preguntó:

—¿Qué desea usted?

—He venido a que me expida un permiso para embarcar cuatrocientas cabezas de ganado a Estados Unidos.

—Eso no se puede hacer —le advirtió el general.

—Por qué? Interpeló molesto el extranjero. —Qué no sabe quién soy yo?

—agregó con despotismo.

—Si, es usted Willan Benton, lo conozco bien. Se que es usted enemigo de la causa revolucionaria, pero a pesar de ello le voy a pagar el importe de su hacienda y demás cosas que han ocupado mis muchachos.

—No le creo su promesa porque el rancho tiene una superficie de cien mil acres y un valor de un millón de pesos.

—Ya he decidido, como usted sabe, expropiárselo pagándole el valor justo, es decir, de acuerdo con el precio que personas entendidas le pongan a lo que usted llama sus propiedades.

Eso hizo que el escocés se exaltara aún más, quien soberbio dijo:

—Por eso vengo a verlo para que me devuelva mis tierras, lo del permiso solo era un pretexto, además para que entienda que este robo no voy a permitirlo de ninguna manera y menos de un bandido como usted. Mi rancho no está en venta, de modo que ya me lo está devolviendo.

Benton, colérico, hizo un ademán para sacar su pistola, pero el general Villa se le abalanzó al cuerpo, sujetándolo de los brazos, en ese momento brincan dos de los dorados y sujetan al escocés y lo entregan a la guardia de turno. Mientras se alejaba le gritó:

—Tu, Villa, eres un desalmado criminal, un ladrón vulgar…

Willian Benton nació en Aberdeenshire, Escocia, no había abandonado su nacionalidad, era súbdito inglés. Por otra parte, creía encontrarse a salvo al contar con la protección de su gobierno. Este aventurero había llegado al comenzar el siglo a los Estados Unidos. Primero radicó por varios años en El Paso, Texas, donde casó con una mexicana, apodada La Chimina, su nombre era Maximina Esparza, con el objeto de proteger su bienes amparado por la nacionalidad de su esposa. Desde mediado del siglo anterior, hubo una fuerte corriente emigratoria de aventureros ingleses a Texas debido a la construcción de vías férreas, el comercio de las pieles de búfalo y a la caza del castor en los ríos Gila, Colorado o Bravo. México era según el pensamiento europeo, un terreno propicio o un país a las mil maravillas para formar rápidas riquezas.

El general Villa, resolvió, en vista por lo acordado por los demás jefes militares en esa junta privada, que el inglés Benton fuera entregado a sus compañeros para que se hiciera justicia. Durante esa noche –noche del 17 de febrero— sacaron al arrogante escocés y lo subieron a un tren especial compuesto de una máquina, un coche de segunda y un cabús que pronto partió al sur.

—¿A dónde vamos? Pregunto Benton.

—Tenemos órdenes de conducirlo a la ciudad de Chihuahua –le informó el capitán de la escolta.

Se acomodaron en el carro del ferrocarril los custodios al mando del capitán Ríos, el prisionero y al último subieron Fierro y Banda. La locomotora apenas había pasado Salamayuca cuando, el teniente coronel Fierro al mayor Banda le dijo:

—¿Para qué vamos más lejos Manolo? Ordénale al maquinista que pare el tren.

—Como tú quieras. Al fin para el caso es lo mismo lejos que cerca, de todas maneras vamos a “quebrar” a este gringo insolente.

Benton al escuchar el diálogo terció en la plática.

—Díganme la verdad. ¿Qué me van a fusilar? Pues yo no lo creo porque soy súbdito inglés y mi gobierno es tan poderoso que acabaría en un momento con ese bandolero de Villa. Óiganlo bien, como ciudadano inglés gozo de garantías.

Ante los alegatos de Benton, Fierro no comentó nada. Después de un corto silencio dijo:

—Oye chino –refiriéndose a Banda- bájate al prisionero, y que también bajen un cabo y tres hombres con palas y picos para cavar la fosa y, a su debido tiempo, cuando ya esté lista se le llamará a usted con el pelotón para la ejecución.

En medio de la noche los cuerpos de los hombres se movían como siluetas, mientras los excavadores continuaban su tarea. La fosa apenas si llegaba a la rodilla de los hombres.

Benton, dirigiéndose a Fierro le dijo:

—Dígales que la hagan más honda, ¿qué no ve usted que así me pueden sacar los coyotes?, pronunció esto en tono burlón que simulaba completa calma.

—Muchachos, excarben un poco más —ordenó Fierro.

—¿Por qué no bajan al pelotón que me va a fusilar? ¿A caso, esto es un simulacro para torturarme?

—¡Ya! ¡Ya! ¡Ya basta! Si me han de matar…pues se está haciendo tarde y tengo mucho frío—el inglés ya no hablaba con el dominio de horas antes, le empezó a temblar la quijada, más de miedo que de frío.

Fierro atrás de Benton desenfundó en silencio el revólver, marca “colt” de fabricación norteamericana, calibre 38, hábil, sin que se oyera el chasquido de las muelles al prepararla, con toda firmeza acercó el cañón del arma a la nuca del escocés, y poco a poco, apretó el gatillo hasta que sonó el silbido de una bala en una detonación bastante sorda y hueca por la cercanía del objetivo, pero, sin embargo, después del disparo y de haberse apagado el fogonazo el eco afiló el sonido, muy fino, que se perdió paulatinamente por la llanura.

Benton cayó de rodillas. Por completo se dobló de frente sobre el montón de tierra recién removida donde hundió la cara; lo más probable es que no se enteró de su muerte ya que solo tuvo un acto reflejo al estirar la pierna izquierda; tampoco hubo necesidad del tiro “de gracia”, a fin de rematarlo para que no sufriera, porque murió de manera instantánea.

La muerte del súbdito inglés provocó un escándalo internacional. Los periódicos de Francia, Inglaterra y Estados Unidos, en grandes espacios comentaban el hecho y comentaban también los nombres de Francisco Villa y Rodolfo Fierro.

*Diputado Federal/Cronista de Badiraguato.

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