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Mocoritenses entre los primeros pobladores de la Alta California

Por domingo 23 de octubre de 2011 Sin Comentarios

Por Juan Salvador Avilés Ochoa*

El 1775, el virrey de Nueva España don Antonio Bucareli y Ursúa autorizó al capitán Juan Bautista de Anza a comandar una expedición para escoltar soldados y sus familias para ocupar y colonizar el puerto de San Francisco, fundando en el otoño del siguiente año el presidio de San Francisco y la misión de San Francisco de Asís.

El capitán Anza, nacido en julio de 1736 en el poblado de Fronteras en Sonora, y quién ya había realizado un año antes un viaje exploratorio hacia la Alta California, comenzó a reclutar voluntarios en la villa de Culiacán.

En investigaciones realizadas por la historiadora sinaloense Rina Cuellar sobre ésta expedición apunta que en su mayoría las personas reclutadas en lo que hoy es el estado de Sinaloa, eran provenientes de la provincia de Sinaloa, la cual se encontraba delimitada entre el río Mayo al norte y al sur el río Mocorito. Estas personas fueron familiares cercanos de los soldados que se encontraban en el presidio de San Felipe y Santiago, hoy Sinaloa de Leyva. Además, como lo ha comprobado la propia investigadora Cuellar, algunas de éstas pertenecían a familias adineradas que poseían grandes extensiones de tierra y que se dedicaban a la agricultura y la ganadería.

La historiadora comenta que entre las familias que acompañaron al capitán Juan Bautista de Anza en la expedición que se realizo a la Alta California en 1775, se encontraba la que formó Juan Francisco Bernal, mestizo nacido en el rancho de El Tule, Mocorito, con María Josefa Soto, originaria de la villa de Sinaloa, junto con sus hijos Joaquín de 13 años, Juan Francisco de 12, Dionisio de 10, Apolinario de 9, Ana María de 5, María Teresa de 3 y Tomás Januario de meses.

El día 1 de mayo, le envía una carta al virrey informándole que fue necesario tomar desde la villa de Sinaloa, algunos arrieros a salario para conducir las mulas con el equipaje y los enseres de los soldados reclutados, ya que éstos debían conducir a sus familias y estar pendientes de ellas, aunque avisa que serán contratados únicamente hasta llegar al Real de los Álamos. Ese mismo día escribe otra carta al Virrey donde le comunica que se detuvo 15 días en la villa de Sinaloa y que hasta ese momento contaba con 18 reclutas, comentándole, además, que algunos de los casados no querían llevar a sus hijos por la incomodidad que veían en un viaje tan largo y desconfiaban de encontrar cómo mantenerlos en tierras que sobradamente conocían como inhóspitas, además de la escasez de víveres, pero que él los estaba tratando de convencer de las ventajas que les ofrecía el Rey y del salario que recibirían, para lo cual utilizó la ayuda de los alcaldes y de los jueces, además de publicar bandos como forma de convencimiento. Informa que cuenta con ciento veinte personas, todas contentas y de muy buena voluntad: “…tanto que los niños en medio de lo penoso que es la marcha por lo crudo de la estación, y el mal estado de las caballerías, van en ella vitoreando al Rey y a su nuevo destino”.

Durante la estancia de la expedición en el presidio de San Miguel de Horcasitas, en ese tiempo capital de Sonora, Anza escogió como su teniente a José Joaquín Moraga y el fraile Pedro Font, un misionero franciscano, fue escogido como capellán por sus conocimientos sobre geografía.

El área final para congregar era Tubac. Los apaches habían corrido la caballada entera de 500 caballos tres semanas antes de la llegada de la expedición, forzándola a continuar sin monturas frescas. La comida incluía seis toneladas de harina, frijoles, harina de maíz, azúcar y chocolate que sería cargada y descargada de las mulas cada día. Materiales, desde calderas para cocinar, a hierros para herraduras para los caballos y las mulas, añadían más tonelaje. El comandante y sus siervos tenían una tienda de campaña así como el padre Font y sus asistentes. Las familias, vaqueros, arrieros, y soldados compartían diez tiendas de campaña entre ellos.

Más de 240 personas salieron desde Tubac el 23 de octubre de 1775. El grupo sufrió su única muerte por el camino la primera noche, cuando María Manuela Piñuelas murió de complicaciones después de su parto. Su hijo vivió. Dos niños más, que nacieron por el camino, subió el número total de emigrantes a 198. De estos, más de la mitad eran niños de doce años de edad y menos.

Al concluir la expedición Anza tomó un grupo de exploración para inspeccionar la bahía de San Francisco donde el escogió los lugares para el presidio y la misión. Siguiendo órdenes para explorar el río de San Francisco, viajó al lado este de la bahía de San Francisco antes de doblar hacia el sur para regresar a Monterey.

El 14 de abril de 1776, Anza salió de Monterey para la ciudad de San Diego y luego recibió apuntamiento como gobernador de Nuevo México. En junio el teniente Moraga trajo a los colonizadores a la bahía de San Francisco, a construir el presidio y fundar la misión.

Anza había exitosamente abierto una ruta por tierra de inmigración y provisiones desde Sonora a las misiones y colonizaciones de Alta California. El confirmó que la bahía de San Francisco era un gran puerto. Los soldados y familias que Anza escoltó, trajeron su idioma, costumbres, tradiciones y cultura diversa hispánica del Nuevo Mundo. Los españoles cuidadosamente anotaron la filiación de todos los soldados y colonizadores como español, mulato, o mestizo. La mayoría de los miembros de la expedición nacieron en este continente y tenían parentesco mezclado europeo, africano, o indio. Estas influencias cambiaron las vidas de la gente indígena y moldó el desarrollo de Arizona y California.

En marzo de 1776, un año después de que salieron de la villa de Culiacán, la expedición comandada por el capitán de Anza logra llegar al puerto de San Francisco, éste tuvo que regresar casi de inmediato para dirigirse a Monterrey, dejando al teniente don José Joaquín Moraga al mando de la excursión y a quién le toca realizar la fundación de San Francisco en el otoño de 1776, el presidio el 17 de septiembre y la misión el 9 de octubre.

Los constantes ataques de los indios se dieron desde la llegada de los colonizadores, incluso se siguieron dando después de la construcción del presidio y la misión.

En esta expedición también participaron los hermanos Joaquín y Jospeh de Alvarez quienes en 1750 vivían en el poblado de la Huerta, Mocorito, jurisdicción de San Benito, de su propiedad.

*Cronista de Mocorito.

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