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Inicios del periodismo en Guamúchil

Por domingo 7 de agosto de 2011 Un comentario

Por Jesús Rafael Chávez Rodríguez*

El periodismo en el Évora tiene su más remoto origen en la villa de Mocorito. El despertar del siglo XX vio nacer a “La Voz del Norte”, periódico que surgió 1903 y tuvo su ocaso en 1909. Dicho periódi­co tuvo como director al profesor José Sabás de la Mora y como colaboradores de lujo al Dr. Enrique González Martínez y a don Sixto Osuna. Aunque, cabe acla­rar, este no fue el primer periódico del que se tenga conocimiento en Moco­rito, pues en 1890 se había editado ya un primer periódico en la villa llamado “Iris”, al parecer, fundado por Eustaquio Buelna y del que se desconoce su tiem­po de vida como órgano informativo. Tiempo después surge un periódico llamado “El Diminuto”, que se dice, era publicado por Rafael Buelna Tenorio, quien lo escribía a mano cuando era aún alumno de la primaria del lugar.

Dicho lo anterior, se puede enten­der que el periodismo en Guamúchil tiene su más egregia procedencia de la villa de Mocorito. Guamúchil a inicio del siglo XX, era un pequeño poblado casi insignificante dentro de la región, sin embargo, con el paso del ferrocarril fue adquiriendo un crecimiento notorio, mismo que se fortaleció para la década de 1920 con la comercialización de la agricultura regional, especialmente la del fértil valle de Angostura. Con esta transformación vertiginosa muchos comerciantes de los pueblos cercanos fueron avecinándose al bullicioso pue­blo, entre los que aparece Lorenzo Sán­chez que venía de Mocorito con todo y sus negocios, entre los que figuraba el de una imprenta.

Fue en esta imprenta de Lorenzo Sánchez donde se editó el primer pe­riódico del que se tiene conocimiento en Guamúchil en el año de 1930, éste se llamaba “El Perico”. Dicho periódico fue publicado de manera eventual debido a las fiestas del carnaval que se realiza­ban en el pueblo. La responsabilidad de formar e imprimir el periódico estaba en Crescencio Corona, experimentado tipógrafo que había desempeñado esta misma labor en la “La Voz del Norte” de Mocorito cuando pertenecía a Sabás de la Mora. Al parecer la desaparición del periódico mocoritense se debió a que Lorenzo Sánchez compró la maquinaria con la que éste se producía, y se dedicó más a trabajos de carácter comercial. Fue así como Crescencio Corona pasó a trabajar con el nuevo dueño, estable­ciéndose también en Guamúchil.

En el semanario humorístico “El Perico”, el tema principal refiere al even­to del carnaval y sus preparativos, to­mados por supuesto, de manera chusca y con toda la informalidad posible, aun­que con buenos anunciantes, los mejo­res negocios que daban vida comercial a la población. Muy cierta era la afirma­ción de Felipe Belmontes, cuando decía que “el Guamúchil de los treinta era un pueblo pequeño pero muy alegre y bu­llanguero”.

Y valga decirlo que lo era, pues en el encabezado del periodiquito se en­cuentran promocionando dos marcas de cerveza, al parecer las más bebidas por los guamuchilenses, la Cerveza Pa­cifico ¡Nada Más! Y la Cerveza Regional producida en Guamúchil, que se decía ¡No tiene rival! Sin duda que con el ca­lor propio de la región y con las labores cotidianas de la época no hacía falta mucha publicidad, lo que se hacía ne­cesario era diferenciar la marca, sobre todo, porque “La Regional” era una in­dustria local y por lo que se dice era de muy buena calidad, al menos en su ini­cio.
Por otra parte, en este tiempo se generalizaba el automóvil a nivel mun­dial, y en los países latinoamericanos empezaban a distribuir vehículos para sus pueblos y ciudades, lo que propi­ciaba una sustitución paulatina de la condición rural y la utiliza­ción de vehículos de tracción animal. El pueblo de Guamúchil se en­contraba apenas como una localidad en crecimiento debido a la bonanza del garbanzo regional, lo cual favoreció la venta de dichas maquinas modernas, mismas que eran distribuidas por Au­relio M. Delgado de la Chevrolet y J.M. Hiser y Cía., por la Ford, agencias que empezaban a vender automóviles y ca­miones por toda la región del Évora.

No hay que olvidar que el tabloi­de pendía del tema principal que era el carnaval, por eso, con fecha del 14 de di­ciembre de 1930, se anuncia el recuento de los votos para elegir a la futura reina. Según el cómputo le da la delantera a la Srita. Lupita Villaverde con 2,075 votos, a la que le sigue Aurora López con 1,100, y un poco más abajo Elvira González y Ce­lia Camacho se encuentran empatadas con 1,000 votos cada una. Con una me­nor cantidad de puntos se encuentran, Enriqueta Sánchez, Beatriz López, Gloria Gastélum, Dora Guillén, Nola Tracy y Ma­ría Casal. Por su parte la candidatura para elegir a su real consorte, se disputa entre el gerente del hotel España, al que sólo José Legy le puede ganar dicho puesto en este reinado de la fealdad. Aunque también Angostura tiene candidato, es el secretario del ayuntamiento de allá, que a pie juntillas aseguran también da la medida.

En medio del revuelo que provoca el anticipado carnaval, surgen los anun­cios tan oportunos como irreverentes. Se encuentra uno que dice: “Vendo ba­ratos docenas y media de vestidos (colección de modas), viejitos pero bien cuidaditos” anuncia un viudo alegre; “vendo 10 me­tros de cierto órgano bucal, bien filoso y terminado en dos puntas” un delgado señor; “garantizo con­vertirlo en lumbrera en el corto tiempo de 24 horas introduciéndole inventos morrocotudos en cuchara­das, Julio Verne me viene guango” un sabio ignorado.

Entre lo chusco de las notas de “El Perico”, se encuentran los anunciantes que no desaprovechan la oportunidad de ofrecer hospedaje a aquellos que vienen a comercializar el garbanzo a Guamúchil, entre los que están el Hotel España, “el más céntrico y más conforta­ble” y el Hotel Sud Pacífico anunciando “economía y comodidad” para sus clien­tes; otros anuncios no se hacen esperar como el de R. S. Rochín y Cía., dedica­dos a la sastrería, venta de muebles, ortofónicas y radios Víctor, además de plantas Delco que anuncian: “apúrese antes de que se acaben”; Emilio Tisnado anunciando su fábrica de sodas, cigarros de ‘el buen tono’ y cerveza Toluca; la tienda Wohler Bartning Suc., vende­dora de ropa, abarro­tes e implementos; las tiendas de los chinos José Legy y Yee Chong Wing y Cía., en Guamú­chil y la de Quong Fo Chong en Angostura; y Carlos Cota dedicado a las representaciones bancarias y mercancías en general en Mocori­to.

Parece ser que el crack de 1929 fue so­brellevado con buen humor por habitantes de Guamúchil, o al menos eso parece, sin embargo los gua­muchilenses prefieren reírse para que sus clientes continúen anunciándose en “El Perico”. La estrategia de marketing es persuasiva, “con éxito sin precedente han salido a la luz las dos ediciones de ‘El Perico’ y para que no digan que son más las echadas que las culecas, daré a conocer unos documentos…”

Mocolito, liciemble lies.
Señol Liletol del Pelico
Lecomendala a Loligo Lochín
Guamúchil.
Apleciable Señol:
Yo muy tlite y mucho sentimiento polque no convilando anuncial, pues yo no maliciando pol qué Chuy Montoya tanto malchante hasta que yo milando Pelico. Si tu esclibiendo anuncio pala mí, yo muy plonto dinelo pala ti.
Paisanito.

A pesar de las bullas carnavalescas, entre anuncios comerciales y fanfarrias gráficas, el exiguo tabloide tuvo una vida efímera en el pueblo de Guamú­chil. A pesar de ello, fue esta publicación la que marcó en la localidad el inicio de una época de periodismo, que tiempo más tarde, en 1934 retomaron con más formalidad José García de León y Fede­rico M. Vega, en la publicación semanal “El Rayo” que también se editó en la Im­prenta Mocorito de Lorenzo Sánchez.

*Historiador/UAS.

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