Nacional

Santa Anna Generador de versos satiricos

Por domingo 3 de abril de 2011 Sin Comentarios

Por Juan Cervera Sanchís*

Quizá ningún otro presidente de la República Mexica­na haya generado tantos versos satíricos como el ge­neral Antonio López de Santa Anna y Pérez Lebrón, quien fue en once ocasiones presidente, aunque aún así, cual­quier presidente actual lo supera en tiempo en el poder. San­ta Anna en realidad gobernó solamente durante cinco años, nueve meses y veintiún días y al dejar la presidencia por últi­ma vez, según es sabido, vivió con escasos recursos económi­cos por lo que murió en la pobreza.

Dadas las circunstancias de los tiempos en que le tocó vi­vir a López de Santa Anna y gobernar aquel esbozo, todavía, de país que entonces era México, el sentarse en la silla presi­dencial no era ninguna ventaja, sino más bien un martirio. El destino, como se suele decir, obligó a Santa Anna a hacerlo como ya dijimos en once ocasiones y en mitad de la anarquía que reinaba. De ello se derivó, al parecer, lo que la mayoría cree respecto a Santa Anna. Sin embargo, la realidad no está tan clara, pero siempre a la postre es más cómodo culpar a un solo hombre de todos los errores que caen en determinado tiempo sobre un país que asumir entre todos la culpabilidad de los hechos acontecidos.

A Santa Anna, sus contemporáneos, le dieron todo el po­der, imaginando que concentrándolo en un solo hombre re­sultaría más fácil gobernar. No fue así, ni puede ser así, pero ante ello se vengaron, o creyeron vengarse de él, acumulando toda clase de sátiras contra su persona. Todos los errores de aquella se le achacaron a Santa Anna y no a los que lo habían llevado al poder y le permitieron hacer y deshacer en base a sus naturales debilidades y deficiencias humanas.

Hoy, con los versos que se escribieron para burlarse de él, se podría hacer un libraco voluminosísimo y divertidísimo.

La realidad de Santa Anna y aquel México en ciernes, har­to confundido y, por ende, imposible de gobernar, no tienen nada de graciosa. Curiosamente, los versos que generaron, sí son graciosos.

El poeta Antonio Plaza, enemigo acérrimo del gobernan­te, escribió: “El éxito no fue malo,/ vencimos a los traidores, / y volví pisando flores,/ con una pierna de palo.”

Sobre la pierna de palo de López de Santa Anna llovieron versos al granel. Hay uno anónimo que dice, jugando a las adi­vinanzas, después del solemne entierro de la pierna que per­diera el señor presidente:

“Es santa sin ser mujer,/ es rey sin cetro real,/ es hombre, mas no cabal,/ y sultán, al parecer./ Que vive, debemos creer:/ parte en el sepulcro está/ y parte dándonos guerra./ ¿Será esto de la tierra/ o qué demonios será?”

Los versificadores contemporáneos de Santa Anna se sir­vieron, gracias a él, con la cuchara grande desde el anonimato, con excepción de Plaza. La mayoría no dieron la cara. Al fin de cuentas que los versos, las coplas, los epigramas y las adivinan­zas contra Santa Anna eran de todos a la vez que de nadie:

Todo fiel cristiano/ está muy obligado/ a tener devoción/ de todo corazón/ al enorme avestruz,/ enemigo de la luz,/ su Altísima Serenísima/ López de Santa Anna.” ¡Qué no se ja­leaba y rimaba de Don Antonio! Se cantaba una copla por las calles de México popularísima. Decía: “¡Ave María Purísima!/ Las cuatro y sereno./ ¿No hay quien de veneno/ a su Alteza Serenísima?”

Chistes y más chistes siempre en verso y, a la vez, coplas y coplas que aludían a Santa Anna y que él no parecía darse por enterado, yendo a la suyo y dándose tiempo para escribir su autobiografía, donde hay unas líneas que dicen:

“La historia de la República Mexicana no es aún bien co­nocida por la generalidad: la han adulterado los que de mares allende se han acomodado a escribir por lo que le cuentan, sin conocer aquel vasto suelo poblado de distintas razas, idio­mas, índole y costumbres diferentes; un suelo privilegiado admirablemente por la Naturaleza.”

Esto escribió López de Santa Anna. Respecto a los versos satíricos que inspiró nadie hasta ahora los ha recopilado, aun­que en su mayoría fueron impresos en las revistas y los perió­dicos de su tiempo, ojalá algún día un acucioso recopilador los reúna en un grueso tomo que, de hecho, resultaría amenísi­mo y sería un fiel reflejo de aquella época.

*Poeta y periodista andaluz

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