Nacional

El tiempo, ese inevitable…

Por domingo 20 de febrero de 2011 Sin Comentarios

Por Juan Cervera Sanchís*

Poetas, pensadores, artistas y gente común, todos sin excep­ción, han sentido, junto con el paso del tiempo, la preocupación por el tiempo. Nuestro Miguel de Guevara, el autor del célebre soneto “No me mueve, mi Dios, para quererte…” nos dejó otro no menos bello y hondo, que lleva por título “El Tiempo y la Cuenta”. Siglos después lo glosaría, a su modo, Renato Leduc al componer su soneto al tiempo, que comienza diciendo: “Sabia virtud”…Que se convertiría en canción y, en el universo sonoro de la canción, José Ángel Espinosa “Ferrusquilla” cantará y nos hará cantar “al tiempo libre”. Ese tiempo que las almas enamoradas so­licitan para la adoración de la persona amada.

Genaro Núñez, por su parte, nos hará cantar: “Con el tiempo y un ganchito/ ha de resecarse el mar.” Álvaro Carrillo nos con­moverá con el tiempo lleno de sabor y disfrutado hondamente. Roberto Cantoral intentará detener el tiempo, por lo menos en los relojes, para prolongar una noche de amor: “Detén el tiempo en tus manos, haz esta noche perpetua…” Alfonso Esparza Oteo rememorará el tiempo perdido y recobrado de esta manera:

“Ha pasado mucho tiempo/ y otra vez aquellos ojos/ me mira­ron con despego/ fríamente y sin enojos.” La canción guerreren­se, por medio de José Castañón, nos dice: “Pero el tiempo que pasa y nos dice/ que la vida es historia de ayer…” José Alfredo Jiménez, anhelando tiempos mejores, manifiesta: “Una gitana leyó en mi mano/ que con el tiempo me adorarías…” Pepe Guisar nos recuerda que “hay que darle su tiempo al tiempo.”

El tiempo en las canciones. El tiempo en la poesía. El tiempo en la filosofía. El tiempo que viene. El tiempo que se va. El tiem­po que jamás nunca se detiene. Los griegos decían que “la vida es un punto entre dos eternidades o espacios infinitos”. Séneca creía en el trabajo natural del tiempo. Solía decir: “Lo que la ra­zón no consigue, lo alcanza a menudo el tiempo.” Los franceses, al igual que nosotros, creen en la maestría del tiempo, y suelen decir: “El tiempo es un gran maestro, que arregla muchas cosas”. Y a esto añaden: “El tiempo cura los males que da.” Los ingleses creen en la justicia del tiempo. Ellos afirman: “El tiempo es justo y pone cada cosa en su lugar.” Los italianos tienen un refrán que dice: “El hombre mide el tiempo y el tiempo mide al hombre.”

Angelo Silesio solía decir a cuantos le preguntaban sobre qué era para él el tiempo: “El tiempo eres tú”.

El poeta japonés Basho insinúa en uno de sus bellos y sabios Haikús: “Cae un pétalo./ Un instante./ Un siglo.”

Tertuliano gustaba decir cada rato: “El tiempo es un gran velo suspendido delante de la eternidad, como para ocultárnosla.” Shopenhauer aseguraba: “La gente vulgar sólo piensa en pasar el tiempo”.

En México solemos responder ante la pregun­ta:

-¿Cómo te va?

-Ahí pasándola.

Miguel de Cervantes escribió: “El tiempo es un salteador y robador de la belleza de las mujeres.”

Paul Valery sentenció: “La lectura de historias y novelas sirve para matar el tiempo de segunda o tercera calidad. El tiempo de primera calidad no se necesita matarlo; es él quien mata los libros y engendra algunos.”

Los latinos decían: Vulnerant omnes, ultima necat”. Es decir: “Todas hieren, la última mata”. Inscripción que grababan en sus relojes refirién­dose a las horas.

El inevitable tiempo nos crea y nos destruye a todos. Algunos hombres han aspirado a ser dueños de “todo el tiempo del mundo” sin sospechar la enormidad de tiempo que les sobraría y lo terrible y doloroso que sería tal despropósito para ellos, ya que disponer de todo el tiempo existente sería la peor de las condenas.

De ahí que la naturaleza no conceda a nadie más tiempo que el escaso tiempo de su breve vida.

El tiempo, como la vida misma y su hermana ge­mela la muerte es un gran misterio del que apenas sabemos su nombre, o mejor dicho, el nombre que le hemos dado, aunque no faltan los que gustan de decir que “el tiempo es una canción que se canta y decanta en cada ser vivo, pero sólo el hombre logra escucharla, pues los animales no parecen tener la más mínima conciencia de su existencia y viven y mueren como si el tiempo no existiera”.

Eso nos dejó dicho el sabio español Ramón y Cajal, mientras que Rumi, maestro sufí y gran poe­ta persa, cantó en uno de sus poemas místicos: “El tiempo, nuestro tiempo de vida, no es más que una sombra del tiempo real, que está más allá de sí mismo y en el tiempo sin tiempo que iniciamos al morir”.

Enorme verdad del tiempo sin tiempo que a todos inevitablemente nos espera.

*Poeta y periodista andaluz.

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