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A QUINIENTOS AÑOS DE LA NOCHE TRISTE

Por martes 30 de junio de 2020 Sin Comentarios

FRANCISCO PADILLA BELTRÁN

Recuerdo que en mis libros de primaria había unas imágenes que me identificaban con la idea de la patria. La portada traía una hermosa morena rodeada de varios símbolos de la nacionalidad. En sus interiores había una que me llamaba la atención: era Cortés llorando debajo de un árbol, simbolizaba la derrota de los españoles, eran las pulsiones nacionalistas del Estado posrevolucionario expresado en los programas de la SEP.

Durante mucho tiempo este mito fue usado para reconfortar la hispanofobia y para reconfortar el orgullo nacional. Actualmente las nuevas narrativas en construcción tienen visiones distintas del suceso, pues este se revalora desde otro contexto. El propósito de este modesto artículo es contar este episodio desde una visión personal.

Este 30 de junio se cumplen 500 años de un episodio significativo de la historia de México: La Noche Triste. Este suceso se inicia con la matanza de una parte de la nobleza mexica en el Templo Mayor. Meses antes, un 8 de junio de 1519 Hernán Cortés y Moctezuma II se habían visto las caras por primera vez. A la hospitalidad dada por el tlatoani mexica, Cortés correspondió secuestrándolo, a él y a una parte de la nobleza.

Seis meses pasó Cortés en una ocupación relativamente pacífica, la conquista se fue consolidando sin violencia mayor. Pero Pedro de Alvarado le va a dar un nuevo curso a la historia. Hernán Cortés partió de México Tenochtitlán a hacerle frente a Pánfilo Narváez que venía a apresarlo por órdenes del gobernador de Cuba Diego Velázquez. Al irse dejó a Pedro de Alvarado al mando de los soldados y de sus aliados los tlaxcaltecas.

En el mes de mayo los mexicas celebraban la fiesta Tóxcatl en honor a Huitzilopochtli y Tezcatlipoca para realizarla pidieron permiso a Alvarado, en ella participaba la nobleza y guerreros de élite, que por cierto estaban desarmados, cuando comenzó el ritual, Alvarado mandó cerrar las puertas del templo y los asesinó a casi todos. Christian Duverger, biógrafo de Cortés, escribió que la masacre del Templo Mayor mancha la memoria de la conquista, tal vez por eso, ese episodio ha sido interpretado de diversas maneras.

Algunas de esas versiones dicen lo siguiente: que al ver las joyas ornamentales que traían los sacerdotes y guerreros que bailaban a los españoles les ganó la codicia y los mataron para quitárselos. Otra versión señala que los aliados tlaxcaltecas le tenían demasiado odio a los mexicas y convencieron a los españoles para cobrar venganza.

Alvarado en el proceso de residencia que se le hizo algunos años después testimonió que los indios querían tenderles una celada, estaban metiendo armas, además habían quitado la virgen y subieron a sus ídolos , que no obstante prohibirles los sacrificios humanos los estaban realizando, al reconvenirlos mataron un soldado español y comenzó la pelea.

Cuando Cortés regresó a Tenochtitlán sus hombres se encontraban sitiados en el Palacio de Axayácatl por los mexicas enfurecidos, después de algunos días, hambreados y a punto de capitular lograron convencer a Moctezuma de que saliera a la azotea y convenciera a sus súbditos para que depusieran las armas. Estando hablándoles una voz lo interrumpió: ¡No podemos escuchar a quien se ha convertido en mujer de los españoles! Era Cuauhtémoc el que lo increpaba, éste había tomado, junto con Cuitláhuac el mando del imperio mexica. Enseguida una gran cantidad de piedras se dirigieron a los españoles y al monarca destituido, varias de ellas hicieron blanco en la cabeza de este. A los días murió, dicen que fue no tanto por las heridas, sino de tristeza por la deshonra y la humillación sufrida. Su muerte se la atribuyeron a los españoles lo que enardeció más a los indígenas.

Muerto el emperador, su rehén, no quedaba otra que escapar como fuera, una noche lluviosa del treinta de junio de 1520, decidieron salir, la travesía se volvió trágica para ellos y sus aliados, comenzaron a ser atacados por todos los flancos de la calzada, muchos perecieron ahogados por codiciosos, no quisieron soltar el oro del tesoro de Moctezuma, murieron ricos, fueron pocos los que lograron salir de la ciudad, los prisioneros fueron sacrificados, fue una noche de terror, sangre y exasperación.

El cronista Bernal Díaz del Castillo cuenta que cuando Cortés sentado bajo un gran ahuehuete supo de las grandes pérdidas que sufrió (cientos de españoles y miles de tlaxcaltecas, caballos y armas) “se le soltaron las lagrimas de los ojos”, ahí fue cuando surgió la leyenda.

Otros autores le atribuyen la frase a Francisco López de Gómora que señaló en una de sus crónicas que, “la huida de México Tenochtitlán fue esa noche triste del 10 de julio (da otra fecha), además agrega que por Popotla, ya en tierra firme, pasaron a todo correr, por tanto no hubo ocasión para que Cortés se sentara a llorar bajo la fronda de una ahuehuete como quiere la tradición tardía.

Bibliografía:

Duverger, Christian: Vida de Hernán Cortés-La espada,
Taurus, año 2019.
Miralles, Juan: Hernán Cortés Inventor de México,
Tusquets, año 2004.

Presidente de la Crónica de Sinaloa
Cronista oficial de la Cd. de Culiacán, Sin.

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