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MIS ESTUDIOS DE MAESTRÍA

Por jueves 31 de octubre de 2019 Sin Comentarios

SANTOS LÓPEZ LEYVA

Al terminar la licenciatura en Economía en la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), en 1978, mi deseo era estudiar una maestría. En ese tiempo no existía el programa de posgrados de excelencia que en la actualidad impulsa el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), por lo que resultaba más difícil emprender estudios de posgrado. Al término de la carrera, el rector, ingeniero Eduardo Franco me otorgó el nombramiento de profesor de medio tiempo, yo solo contaba con ese soporte económico para irme a México, porque Sinaloa no disponía de programas de posgrado.

Los trámites para la maestría y una decisión conveniente

Ya en 1979, en el mes de febrero me fui a México a entregar la documentación para presentar examen de selección en el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), que era un centro académico de mucho prestigio y lo sigue siendo. Fue fundado en 1974 por don Horacio Flores de la Peña, quien era Secretario del Patrimonio Nacional.

En esa institución se encontraba un joven académico, mi deseo era estudiar con él, el recientemente fallecido Jaime Ros Bosh, para mi el mejor investigador mexicano en el campo del desarrollo económico y la macroeconomía, estaba también Samuel Lichtensztein, Isaac Minian y otros distinguidos académicos de países sudamericanos, quienes permanecían en México a consecuencia de las dictaduras militares instaladas en sus países.

Entregué la documentación en el CIDE, debía presentar el examen en el mes de mayo, pero ese mismo día tuve información de que en la Facultad de Ingeniería de la UNAM estaba una maestría en Planeación y los exámenes de ingreso eran pronto, al siguiente día fui a la UNAM, entregué una copia de mi documentación e hice la solicitud para presentar el examen; mi propósito era realizar una especie de ensayo, deseaba saber cómo era un examen de selección para ingresar a un posgrado, los siguientes dos días fueron de exámenes, presenté cuatro, tres de ellos fueron los tradicionales de estadística, matemáticas y microeconomía; pero me llamó la atención, de forma especial, un examen con una señora española, ya grande, Carmen Meda de Redondo, después supe que era escritora y trabajaba en el Fondo de Cultura Económica, ella nos hizo un examen de ortografía y redacción. El siguiente lunes se darían a conocer los resultados por medio de una lista que se pegaría a la entrada del departamento de escolar, cuando revisé la lista, allí estaba mi nombre.

Ahora el dilema era ¿qué hacer?, en el CIDE debía presentar el examen en mayo y aquí ya estaba aceptado. Con el destino no se juega, entonces mi decisión fue inscribirme en esa maestría. Me regresé a Culiacán a compartir la noticia con mi familia y le comenté mi decisión al rector, le pareció muy correcta otorgándome una beca equivalente a medio tiempo por parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP), con ello ya tenía el tiempo completo, medio de la UAS y medio de la SEP. Después de dos años de estudio, escribí la tesis y me gradué como Maestro en Planeación en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ingeniería de la UNAM.

Los estudios de posgrado en la actualidad

Hoy en día existe mayor facilidad para que los jóvenes emprendan estudios de posgrado; sin embargo, apenas el 4% de ellos tienen la posibilidad de emprender estudios a este nivel, porcentaje que resulta reducido. Nuestros gobiernos han impulsado los estudios de posgrado y en 1991, crearon el Padrón Nacional de Posgrado y para 2007, el Programa Nacional de Posgrado de Calidad (PNPC), que se encarga de reconocer los programas que disponen de calidad y otorga becas a sus estudiantes. El PNPC tiene registrados 2394 posgrados en total, de los cuales 1297, (54%) son maestrías. En Sinaloa, apenas existen 25 maestrías consideradas de calidad, por debajo de Baja California, 51 y Sonora 38. Mejorar este nivel educativo es un gran reto para el sistema de educación superior sinaloense.

A pesar del impulso a esta política, además de su tamaño reducido, un problema del posgrado es su calidad académica. En México, el 60% de los programas de posgrado se ubican en instituciones privadas, muchas de las cuales no cuentan con una planta de profesores que puedan sostener este nivel de estudios, no disponen de los investigadores formados para los posgrados de investigación; pero tampoco con profesionales con experiencia en los posgrados profesionalizantes, lo cual lleva a que apenas el 2% de los posgrados de las instituciones privadas sean considerados de calidad. Siendo éste un obstáculo para el logro de una mejor la calidad de la educación superior en México.

Mejorar la calidad constituye una verdadera tarea para las instituciones de educación superior, pero principalmente para los gobiernos que no atienden en forma adecuada este nivel educativo, también es responsabilidad de las empresas, las cuales poco se han preocupado por formar y requerir recursos humanos de alta formación. Existe la necesidad de impulsar una política de triple hélice, gobierno-universidades-empresas para fortalecer los estudios de posgrado en nuestro país.

* Profesor de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Baja California

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