Nacional

El oxímoron académico de la Filosofía Latinoamericana.

Por martes 31 de mayo de 2016 Sin Comentarios

Por: Francisco Tomás González Cabañas

Consideramos que la vinculación, o más convenientemente expresado, el sincretismo, de ambos conceptos (Filosofía y Latinoamérica) para elucubrar en claustros educativos, la categoría de Filosofía Latinoamericana, no es más que un ejercicio literario, poesía académica, material exquisito, en ciertos casos exótico y en otros necesario para reafirmar, contrafácticamente, el dominio conceptual de lo occidental, o de su desprendimiento el eurocentrismo, o el lationamericanismo como mera reacción, que justifica aquello.

franciscoPartiendo de una de las aporías más decisivas de la historia de la humanidad, del discernimiento entre lo uno y lo múltiple, para el develamiento, interpretación, invención, deconstrucción, o cualquier término, por el cual hayan surgido las más diversas corrientes de pensamiento (que no dejan de ser conversaciones, concatenadas con el fin, de dialogar de manera intergeneracional y corriendo lo sucedáneo del tiempo) nos encomendamos a la encomiable empresa, jactancia intelectual mediante, de invalidar la categoría de Filosofía Latinoamericana, no sólo desde la perspectiva etimológica, histórica y en definitiva discursiva, sino demostrando, bajo la lógica del razonamiento, arriba señalado como uno de los puntos neurálgicos del juego de conceptos de las primeras y las últimas causas, validando por ello, las infinitas filosofías que existirían, dentro de esa delimitación Latinoamericana, como los casos puntuales que trabajaremos para la demostración (El pensamiento Filosófico en Jalisco y la Filosofía Correntina) de que estas supuestas subcategorías o no existen en cuanto tales, es decir como formando parte de un categorial que los englobe, que los enmarque (no podría nadie determinar, su lazo d e vinculación o pertenencia, nadie que no se pretenda dominante, como por contraposición o reacción, ante ese predominio de la filosofía occidental, o filosofía a secas, que per se, refiere a todas las filosofías, desde ese imperialismo intelectual, paradójicamente del que nacería ese gran concepto de filosofía latinoamericana) o existen en forma múltiple, en todas las manifestaciones que así se pretendan y que mediante el uso de la semántica así lo señalen.

La multiplicidad de filosofías dentro de lo que geográficamente se considera Latinoamérica (como todas las delimitaciones categoriales, surgidas desde los preceptos de la conquista, como más luego del sincretismo, violencia mediante) invalidan la posibilidad de la unidad pretendida por el alma académica, que obviamente, actúa por instituciones y usinas de poder, que son generadas desde aquel imperialismo intelectual, que se pretende, con la arrogancia del que plantea las reglas de la discursividad, como los únicos aptos para determinar cuáles son los límites del pensamiento, en el caso de que este tenga límites, claro está.

Plantearemos, mediante la multiplicidad de filosofías existentes, no sólo la imposibilidad, que dimos en llamar oxímoron académico, sino advertir que en verdad estamos en presencia, de un fenómeno de perspectiva, de pensamiento, o de como queramos llamar, que se da en aquel lugar, que pese a ser conquistado, en otros sentidos, no ha dejado de pensar, bajo sus propios términos, tan interesantes, que alguna vez, podríamos caer en cuenta, que nuestro occidente en crisifrancisco 2s lo precisa, como maná del cielo.

Superado el obstáculo terminológico o metodológico, para asumir o no, una denominación acerca de una filosofía “patronímica”, para que la misma sea aceptada en los reductos o claustros del saber, descontamos de la necesidad de la misma, en un sentido estrictamente político (también veremos más adelante, que tanto por el Eurocentrismo, Hegel, como Cerutti hablan, el primero de libertad política para el desarrollo filosófico, y el segundo el desarrollo de la filosofía de la liberación como una filosofía política) sobre todo en los supra organismos internacionales, que regulan el derecho internacional público y privado, el contratismo social a escala universal por llamarlo de alguna manera.

Neologismos, contradictorios en sí mismos, que surgen para acendrar la necesidad de la existencia de organismos internacionales que planteen la generalidad de lo humano, a través de la fundamentación del logos, como razón (valga la redundancia) fundante de lo jurídico y lo ético, que dan razón de ser a tales instituciones que se pronuncian cada tanto en documentos ceñidos, como expresiones de deseo, bajo
términos categoriales provenientes de las academias que determinan la razón en sí en que deberíamos entendernos todos los seres humanos, la necesidad por tanto que la explicación o aseveración de las primeras y últimas causas, es decir la filosofía como concepto y en su ulterioridad, como piedra basal de imposiciones dialécticas que luego se transforman en imperativos de poder fáctico, existan en lugares, como Latinoamérica y África, como condición necesaria para la imposición de modelos de organización social (colectivos, por ende políticos) como de formas de vida (individuales, por ende, existenciales) cuando en verdad en la manifestación, sincretismo violento mediante, sus expresiones filosóficas (en caso de que las hubiere entendida desde el categorial de la filosofía del logos “occidentecentrista”) surgen desde manifestaciones poéticas o artísticas-danzantes.

Organismos internacionales que regulan lo político, lo económico-comercial, lo vivencial (salud, expresión- comunicación, etc) amparados en la declaración de los derechos universales del hombre, acotados en sus maniobras fácticas o prácticas, por tanto que solamente condicionan desde lo teórico o teorético, por la autodeterminación de los pueblos, encuentran en el logos occidental, dialógico o que dialoga, de un tiempo a esta parte, con el oriente, adormecido o aletargado por el opio de la razón instrumental impuesta por aquel occidente en los periodos de conquista, no han resuelto este dilema trascendental que vincula dos continentes, dos expresiones de ser ante el mundo; la latinoamericana y la africana.

Si bien, son dos procesos disimiles y en estadios diferentes, a través del relato filosófico, de la filosofía como discurso validante o validador para que se dispongan, supuestos derechos universales que en verdad, jerarquizan la relación entre clases distintas de hombres, que no son como las corrientes europeas de pensamiento nos quisieron hacer entender (dominantes y dominados, opresores y oprimidos) sino más que bien, son los que vivencian la existencia, desde los límites del lenguaje, de esa construcción iniciada con los primeros filósofos griegos, a diferencia de quienes lo vivencian desde la expresión poética, fundante de las aseveraciones estipuladas más luego en esos “logos” fundante, imperantes y condicionadores.

Para ajustarnos a los criterios de redacción y a modo de conclusión; los pobres los ponemos los latinoamericanos, el resto de occidente, piensa y especula, en relación a esto, desde afuera de esa pobreza, en el sentido lato, de que padecemos a este lado del océano, tampoco se nos permite pensar o usar el término filosofía.

* Filosofo y escritor argentino

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