Nacional

La Sandunga y la Música del Istmo

Por domingo 21 de abril de 2013 Sin Comentarios

Por Sofia Mireles Gavito*

Los periódicos “El Monitor Republicano” y “El siglo XIX” anunciaban el 3 de diciembre de 1850 una función a beneficio de la actriz María Gañate en la que se bailaría y cantaría un jaleo andaluz de composición reciente denominado LA SANDUNGA. Al parecer la melodía se difundió por todo el país y pocos años después, en 1853, fue llevada por Máximo Ramón Ortiz desde Oaxaca hasta Tehuantepec, pronto se le adaptaron unos versos en zapoteco, con lo que inmediatamente se le consideró una canción istmeña. El músico tehuano Andrés Gutiérrez la armoniza y la registra en las primeras partituras, para que las bandas de música la interpretaran.

Esta es la historia más difundida sobre el origen de “La Sandunga”, y como en el caso de buen número de canciones tradicionales, mitos oscurecen y hacen casi imposible un rastreo efectivo de su origen, sobre todo tratándose de una pieza tan acendrada en el sentir regional.

Este son, perteneciente a la familia de los fandangos, que aún conserva su misma estructura, ha venido a considerarse como la música distintiva de Tehuantepec, aunque también la reclamen como suya los chiapanecos y los oaxaqueños.

La Sandunga ha sido crucial en el desarrollo musical de la región istmeña, gran cantidad de los sones que se tocan en Tehuantepec, incluyendo la melancólica Llorona, se derivan de ella.

El gran poeta chiapaneco, Rodulfo Figueroa Esquinca, nacido el 4 de agosto de 1866, ha de haber escuchado este “son” en la Hacienda Santiago, del valle de Cintalapa, donde nació y vivió, de tal forma que escribió un hermosísimo soneto dedicado a La Sandunga y dice así:

Cuando en la calma de la noche quieta
Triste y doliente la sandunga gime,
Un suspiro en mi pecho se reprime
Y siento de llorar ansia secreta.

¡Como en notas sentidas interpreta
Esta angustia infinita que me oprime!
¡El que escribió esa música sublime
Fue un gran compositor y un gran poeta!

Cuando se llegue el suspirado día
En que con dedo compasivo y yerto
Cierre por fin mis ojos la agonía,

La sandunga tocad; si no despierto
Al quejoso rumor de esa armonía,
Dejadme descansar, ¡que estaré muerto…!
1895.

Este poeta muere de 33 años, el 7 de julio de 1899. Con él se inicia la poesía contemporánea chiapaneca, y se le considera “el Padre de la poesía Chiapaneca”.

La-Sandunga

*Cronista de Tonala, Chiapas.

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