Nacional

Amecameca… Lugar de los vestidos de papel

Por domingo 28 de agosto de 2011 Sin Comentarios

Por Alberto Ángel El Cuervo*

En verdad, me asombraba ver la confección del vestido… Un diseño por demás ingenioso y bello que motivaba muchas emociones y traía muchos recuerdos diversos que finalmente giraban en torno al motivo principal del diseño mencionado: El papel… Pero no cualquier papel… El papel periódico…

Cuatro de la mañana… Regresaba del Hotel Conde ahí en la calle de Pescaditos en el centro de la Ciudad de México… El Conde, siempre despierto, siempre atento… El Conde no dormía según El Gato… Dueño de un Castillo convertido en Hotel… Hotel de paso o de estancia, dependiendo de cómo deseara uno tomarlo… Hotel o Castillo donde la magia brotaba en esas maravillosas tertulias que me tocaba compartir con un Conde, dueño del Castillo-Hotel, y un Gato que a fuerza de introyectar las calles a su emoción en cada paso, se adueñaba de las historias mil que el centro del Distrito Federal tiene… Contrario a lo que normalmente nos enseñaban, cuando emprendíamos esas caminatas interminables que ahora ya evito cada vez que logro escaparme de aquel Gato que sigue siendo callejero, cuando las emprendíamos, en vez de guardar los papeles para llevarlos a tirar en casa, los acomodábamos junto a la pared, lejos de la calle, para que aquellos que vivían de recolectar papel, lo pudieran llevar a cabo con mayor facilidad… El papel era mágico en nosotros, el papel servía para que El Gato escribiera y me enseñara a escribir… El papel era la posibilidad de asomarnos a ese otro mundo que en el centro de la Ciudad de México comenzaba a las cuatro de la mañana… Como ese día que regresaba de dejar al Conde y al Gato luego de una de nuestras tertulias donde reorquestábamos la armonía nacional… El papel, era el amo y señor de las cuatro de la mañana cuando recorría Bucareli… Un hormiguero en perfecto orden, se despertaba a esa hora girando alrededor del papel… Y comenzaba la confección de un nuevo sombrero… La habilidad para fabricarlo era parte del oficio al igual que la habilidad asombrosa para no equivocarse en el acomodar de los periódicos en orden de importancia y algunas veces acomodar las secciones también. Con el papel se confeccionaban entonces los gorros… Y las montañas… Verdaderas montañas de papel, se reinventaban cada día a las cuatro de la mañana cuando llegaban las bicicletas que servirían de base para ello… ¿Cincuenta? ¿Cien? No sé… Creo que alrededor de cien periódicos se acomodaban en las parrillas de las bicicletas para llevar las montañas de noticias a otros puntos de la ciudad… De la misma manera, las hormigas copeteadas con esos sombreros hechos con sobrantes de periódico, revoloteaban por todos lados entre gritos e instrucciones para de pronto, salir a toda carrera gritando lo propio dependiendo de los encabezados que tuviera la publicación para la que voceaban… El papel, pues, llenaba de vida, de euforia la calle de Bucareli muy cerca de El Caballito, el de a deveras, aquel de Manuel Tolsá evocando la figura de Carlos IV de España… ¿Por qué Carlos IV? Bueno, toda una historia, que resultará digna de consignar en una próxima colaboración, pero por el momento regresemos a Bucareli y la magia que giraba alrededor del sombrero de papel de los voceadores. En las novelas, las películas, las obras de teatro, la poesía y las canciones incluso, llegaba a hablarse de esa imagen romántica del voceador, del papelerito que con el sombrero de periódico confeccionado por ellos mismos (era parte de su preparación como voceadores), iban a todo lo largo y ancho de la ciudad gritando, voceando, las noticias con que la gran Tenochtitlan despertaba aquella madrugada… Pero el papel no sólo tenía o tiene en la ciudad de México ese significado romántico y hasta estético incluso… No… El papel también era y sigue siendo sinónimo de miseria… El papel periódico sirve para que el indigente se confeccione verdaderas cobijas… Al fin y al cabo, la celulosa produce un calor muy especial… Y esa madrugada, cuando iba de regreso del Hotel del Conde y El Gato, lo mismo me envolvían los gritos bien timbrados de los voceadores que los ronquidos de los indigentes que en el quicio de una puerta, para resguardarse un poco del viento, se escapaban a través de sus cobijas de papel periódico que les protegía del frío… Cuántas veces también, me conmovió la imagen de mis compañeritos de aquella primaria en la colonia Santa María La Ribera, cuando bajo los zapatos casi inservibles ya, llevaban papel periódico para conservar los pies calientes o simplemente una capa quíntuple o más de papel periódico recortado con la forma de suela dentro del zapato que se alcanzaba a ver a través del agujero de las suelas gastadas… “Así ya ni el agua entra, porque se queda en la orillita…” De igual manera, el papel periódico era de gran importancia para tener en el baño… Tenía diversas funciones. Una de ellas era prender el “boiler”… ¿sabrán las nuevas generaciones lo que significa “prender el boiler”? No era otra cosa más que el calentador que funcionaba con periódico o pedacitos de madera o el famoso “combustible” de aserrín empapado de petroleo cuando se tenía el dinero para ello… Pero el periódico era infaltable para comenzar la flama en cualquiera de los casos… Por supuesto, también llegaba a tener el uso de “papel higiénico”, nada que ver con los suavecitos y perfumados de ahora, pero se tenía la ventaja de poderlos leer antes… El papel periódico, pues, desde que yo recuerdo, sirve no solamente para leer noticias, sino para todas esas diversas funciones consignadas arriba… Y claro, no pude evitar el pensar que el papel en la gran México-Tenochtitlan, seguía siendo vital y multifuncional desde antes de la llegada de los Europeos… Incluso algunas poblaciones llevan en su nombre el papel y sus diversas posibilidades como algo implícito… concretamente, ahora que veía ese diseño tan ingenioso y la fotografía de Mónica García de ese diseño que ella misma hizo en el vestido de papel periódico, y es que justamente una de las poblaciones donde estuvo un importante ceremonial náhuatl, lleva precisamente el nombre de Amecameca… Llegar a esa pequeña población, paso obligado hacia los volcanes, Que significa: Lugar de los que portan vestidos de papel…

*Cantante, compositor y escritor.

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