Editorial

Editorial: N° 35

Por domingo 23 de enero de 2011 Sin Comentarios

El siglo XXI es el de la in­formación y este año del tercer milenio- entre los múltiples festejos que sucede­rán- celebramos el centenario del nacimiento del filósofo que mejor definió lo que sucede­ría con la incursión despiadada de la tecnología en esta área del quehacer cultural, Marshall McLuhan. La Voz del Norte se une a la conmemoración del 1º siglo del canadiense, que nació en Edmonton, Alberta, el 21 de julio de 1911 y que falleció en la ciudad de Ontario el 31 de diciembre de 1980. En su tarea intelectual, fue maestro de las cátedras de literatura inglesa, crítica literaria y comunicación. En los sesentas del siglo XX, el pensador acuñó una tesis que revolucionó el pensamiento occidental sobre la comunica­ción: “El medio es el mensaje.”. Las corrientes que planteaban a las ideas individuales como principio/fin del objetivo de la información de pronto sonaron antiguas ante el resultado del análisis de la nueva realidad que comenzaba a construir irreme­diablemente “La aldea global”.

La 4ª etapa de este semana­rio cultural que nos une en sus páginas y en el internet, se de­sarrolla bajo esta premisa que Ramón Cota Meza explica: “El medio es el mensaje, significa que cada medio de informa­ción independientemente del contenido que trasmite, ejerce sus propios efectos los cuales constituyen el mensaje. El men­saje es el cambio de escala, ve­locidad y patrones de conducta que el medio introduce en los asuntos humanos”. Esta es la apuesta que semana a semana renovamos, conscientes de que el factor primordial lo constitu­ye usted (el lector) que legitima nuestro medio.

Celebramos cien años de la llegada al mundo de una mente lúcida, Marshall McLuhan, un hombre que a través de sus tra­tados filosóficos señaló que ha­bía que confiar en el arte y en la cultura, como contrapeso a las formas mediáticas que con gran velocidad uniforman a la imagi­nación y a la realidad en medio de una carretera de comunica­ción que de manera inevitable llegó para quedarse en nuestra vidas. Por eso decimos: salud Marshall por tu primer siglo.

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