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Plácido Vega, el enigma renovado o descifrado

Por domingo 12 de septiembre de 2010 Sin Comentarios

Por Adrián García Cortés*

“Fue el Gobernador más absoluto, un dictador con las facultades que le daba la situación anormal el país. Auxilió a otros estados con tropas y recursos, derrochó la hacienda federal y la del Esta­do, no dejó en éste más que memorias de asesinatos cometidos por sus agentes”.

Estos juicios tan adversos nos dejó en sus escritos don Eusta­quio Buelna sobre Plácido Vega. (Breves Apuntes para la Historia de la Guerra de Intervención, 1884) Además de los que, con ma­yor profusión, se le adjudicaron por su comisión de compra de armas, sus ligas con el Tigre de Álica, Manuel Lozada y su nunca probada traición al movimiento juarista en la Guerra de Reforma y la invasión francesa.

Reivindicar al personaje; un libro de Lerma Garay

Para reivindicar a dicho personaje, Antonio Lerma Garay publicó y acaba de presentar en Mazatlán su libro

“El general Traicionado.- Vida y Obra de Plácido Vega”, donde el autor se esmera, documentalmente, en proyectarnos lo contra­rio de lo que hasta ahora hemos conocido al respecto.

En realidad, a juzgar por la lectura de esta obra, debemos reconocer que se trata de un libro de revelaciones que, indepen­dientemente de su contenido exegético, nos aporta cuatro testi­monios dignos de consideración:

El primero: del mismo autor, que en el libro no se presenta. Se trata de un joven mazatleco, residente en La Paz, B. C, que con esta aportación se nos muestra como un asiduo investigar de la historia regional y una especie de “gambusino” de los ar­chivos históricos.

Documentos consultados en fondos extranjeros

El segundo: la reivindicación del “vilipendiado” Plácido Vega en base a documentos hasta ahora no dados a conocer, y que el propio Plácido encomendó a personas e instituciones extran­jeras, seguro de que si los dejaba en México, serían destruidos irremisiblemente.

El tercero: la nueva historia de Sinaloa que recoge documen­talmente lo acontecido en el siglo XIX y que bien nos llega ahora con motivos del Bicentenario de la Independencia.

Y el cuarto: un modo distinto de valorar los hechos históricos en base a la confrontación entre lo positivo y negativo, siempre respaldada documentalmente.

Cuatro testimonios que nos invitan a ponderar los hechos con ánimo de balancear lo bueno y lo malo del personaje, para de ahí dar respuesta al título mismo del libro: “El general traicionado”, que a nuestro entender debió haberse inscrito con interrogantes y no en modo afirmativo.

Lo bueno, lo malo y lo feo de Plácido Vega

Centrados en el segundo testimonio, siguiendo el hilo de la en­señanza histórica oficial, los hechos denigrantes atribuidos a Plácido Vega podrían ser:

–La clausura del Seminario en Culiacán el 12 de enero de 1861, por discrepancia con el obispo por muertos que se negó a sepultar en “camposanto” y no firmar la obediencia a la Constitución de 1857.

–La Gubernatura intermitente que ejerció entre sus aventuras béli­cas y políticas; sin atribuciones, declaró a Sinaloa en estado de gue­rra y se autonombró Jefe de las Armas y asumió autoridad civil con poderes tiránicos y absolutos.

–La anulación del Congreso local y la clausura de sesiones; la autori­dad civil pasó a la militar. Los siguientes seis años no tuvo autoridad el Congreso.

Anatema por no haber armado a Benito Juárez

–El saqueo de las arcas públicas y las exacciones a los comerciantes ma­zatlecos dizque para la lucha de Juárez y apoyos a los gobiernos y esta­dos vecinos, dejando en la ruina a la economía sinaloense (mazatleca). Ayudaba a otros estados, olvidando sus propias fuerzas armadas.

–La comisión de comprar armas en San Francisco asignada por Juá­rez en momentos críticos para el país (1863) que nunca cumplió en los tiempos previstos.

–La amistad con Lozada y acciones conjuntas contra el gobierno por el cual luchaba.

–La enemistad con Sebastián Lerdo de Tejada, sucesor de Juárez. En 1870 se sublevó Lozada contra el gobierno constitucional.

–La rebelión contra Lerdo de Tejada tras el alzamiento del Plan de Tux­tepec a favor de Porfirio Díaz.

También hizo cosas buenas olvidadas

Los hechos a favor podrían ser:

–Creación del Colegio Mercantil y de Minería el 28 de enero 1861.

–Instalación de la primera escuela secundaria en Mazatlán, el Ateneo Hidalgo el 6 de septiembre de 1862.

–La integración de las rutas marítimas San Francisco-Mazatlán.

–La Carta Geográfica de Sinaloa.

–El envío a Juárez de 6 mil pesos para el Ejército de Oriente, el 4 de septiembre de 1862 a cambio de empobrecer los recursos para las tro­pas sinaloense.

–El homenaje y nominación de Plaza Zaragoza el 8 de octubre de 1862 en lo que era Plaza del Puerto Viejo y pensión a la familia.

–Informe a Juárez, restaurada la República, sobre su compra de ar­mas, que ya no le hicieron bueno los grupos lerdistas.

Ruta de gloria; vía para el vilipendio

De hecho, Plácido Vega empieza a figurar nacionalmente desde su rebelión al Plan de Tacubaya, el 17 de diciembre 1857, que pre­tendía abrogar la Constitución. Se levantó en armas en El Fuerte; y desde entonces empezó a despertar sospechas, con evocación de traiciones, corrupción, desprecio, repulsa y odio.

–Sus errores parecen imperdonables, sus pecados irredimi­bles. Sus buenas acciones como gobernante o militar eclipsadas por todos los errores y atropellos que, se asegura, cometió, dice el propio Lerma en su prólogo.

Concluida su influencia en el mundo político, social y bélico de su época, Plácido Vega vivió a salto de mata, luego bajo la sombra de Manuel Lozada y en los últimos años exiliado en EUA. Regresó sólo para morir.

–”A pesar de lo que aseveran sus innumerables detractores, existen pruebas de que él era un hombre íntegro y honesto. Estaba siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesitaba y sabía perdonar y aún olvidar ofensas” (resume Lerma en su Introducción).

*Cronista Secretario del Instituto La Crónica de Culiacán.

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