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Las pasiones

Por jueves 15 de junio de 2017 Sin Comentarios

las pasiones

Por: Carlos Varela Nájera

“¿Los satisface plenamente lo que articula Descartes, por ejemplo sobre la cólera? La hipótesis de trabajo que les sugiero , y que habría que ver si anda o no, es que la cólera es una pasión, sin duda que se manifiesta con cierto correlato orgánico o fisiológico, por cierto sentimiento más o menos hipertónico, incluso de elación, pero quizá necesita algo así como una reacción del sujeto a una decepción, al fracaso de una correlación esperada entre un orden simbólico y la respuesta de lo real” (Jacques Lacan).

Héctor Gallo, psicoanalista colombiano, escribe un texto sobre las pasiones, partiendo del supuesto que las pasiones no se ven, no se sabe dónde están localizadas, sÓlo se conocen por sus consecuencias, más no por ello algunos hablan de que a un X sujeto le falta inteligencia emocional y por eso lo tachan de inmaduro. El afecto es un tipo de pasión que Freud opone al pensamiento, Lacan si no las opone si las lleva a nivel de nudo entre pensamiento y pasión, ya que como bien dijera Eric Laurent: “decir pasión es un modo de decir que no hay idea”.

El campo de las pasiones es muy basto, ya que no hay quien albergue un deseo de venganza que no se localiza cerebralmente, sin embargo esa pasión habita al sujeto vengativo. Otra pasión que a todos nos acosa son los celos, ya que estos instalan la dimensión de certeza, es decir, detrás de la pasión celosa habita una certeza criminal que puede llevar al sujeto al arrebatamiento o al asesinato de lo más preciado. La ira, los feminicidios, en todos ellos va una cuota de pasión mórbida.

Etienne Esquirol en 1805 decía que amor, cólera, venganza, terror nacen de nuestras relaciones sociales, siendo psiquiatra, él no buscó la causa en el cerebro. Para Héctor Gallo los psiquiatras y los psicólogos suelen confundir emociones con pasiones, o dicho de otro modo, lo emocional-afectivo con lo pasional-pulsional. Cuando en psicoanálisis decimos: “sujeto del inconsciente” no sólo es un decir, sino una pasión, ya que la transferencia despliega formas básicas de pasión, por ejemplo el amor, el odio y la indiferencia.

El psicoanalista se encuentra en el diván con las pasiones del ser y sus formas desbordadas, donde los celos, depresiones, amores fallidos, desfilan dando colorido a eso que llamamos vida. Lo que se observa precisamente en la vida cotidiana es que no existe sujeto sin que este atravesado por una pasión.

Por otra parte, la tristeza y la manía son otras pasiones que dan cuenta de la ruptura del lazo con los otros, lo que desemboca en una pasión trastornada, junto con el amor, odio, ignorancia e indiferencia como las máximas pasiones del ser, y por cada una de éstas se sufre. El odio es una pasión manifiesta que la vemos en todos lados, que aunque se digan sujetos preparados, cultos, doctos, barren al otro con sus ínfulas de odio, ya que este otro representa una amenaza, un enemigo hacia donde dirigir los dardos.

La función del enemigo se instala para soportar la vida, por eso cuando escuchamos frases psicológicas simplistas como: “lucha por la paz, no a la guerra”, éstas se desarticulan porque el odio es una pasión del ser.

*Lic. en Psicología, Doctor en educación.

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