Nacional

Cervantes y la política

Por domingo 22 de junio de 2014 Sin Comentarios

Por Juan Diego González*

pag 6 juan diego1El quijote de Miguel de Cervantes Saavedra es uno de mis libros favoritos, quizá de mis tres libros preferidos. Sin embargo, cuando estudiaba letras en la Universidad de Sonora, el maestro César Avilés nos mencionó que la obra teatral de Cervantes era poco difundida.  Poco después, un compañero de clase tuvo la oportunidad de ir a Guanajuato, al Festival Cervantino y nos platicó de unos Entremeses que se representaban en plena calle, para deleite de los visitantes. Desde esa época estudiantil (1994) había tenido ganas de leer estos famosos Entremeses.

Resulta que hace unos meses fui a un bazar de libros, a intercambiar lecturas. Entre el amasijo de manos y textos, salió como en un brinco una obra en pasta verde. La tomé y leí “Miguel de Cervantes Entremeses”. Por fin, en mis manos estaba una edición con la propuesta escénica completa de Cervantes. Editado por Porrúa en 1975 y con una magnífica introducción de Arturo Souto, este libro ha sido mi delicia desde entonces. Aclaro –queridos lectores- que en sí la propuesta teatral de Cervantes no es tan magnífica como su Quijote. Difiero del señor Souto, quien lo alaba, con buenos argumentos eso sí.

Pero ese no es el punto a tratar. Los Entremeses, tienen ya un valor histórico, por el sólo hecho de haber salido de la pluma de Cervantes. Por supuesto que vale la pena leerlos. Es más, la risa es inevitable cuando uno se imagina a estos personajes moviéndose en escena y discutir por tonteras y banalidades. Mi punto es hacer referencia a un entremés en particular:  De la elección de los alcaldes de Daganzo.  Según las notas en la introducción, fue escrito alrededor de 1600 y publicado hasta 1615.

Vale recordar que el Entremés como forma escénica era una obra muy breve, para representarse entre actos de la comedia principal. La idea era mantener más o menos tranquilo al público. La mayoría de las obras se representaban en tarimas improvisadas en los corrales de las haciendas. El nombre teatro de corral o simplemente corrales es por eso. Como una las poquísimas formas de esparcimiento de aquellos tiempos, los corrales estaban a reventar.

Además se permitía el ir y venir de las botas o cueros de vino. Entonces, si un acto tardaba en iniciar, eran bastante comunes las trifulcas entre los espectadores. El entremés funcionaba como un calmante, brindaba esparcimiento dentro del esparcimiento. La pieza De la elección de los alcaldes de Daganzo, nos proporciona un concepto sobre política de Cervantes. El Entremés, como subgénero del teatro, obliga al uso de la ironía para provocar la risa del  público. De hecho Cervantes, se lanza de lleno a la sátira y la caricatura para retratar la clase política de los pueblos y villas.            En este caso, los ayuntamientos eran una forma de quitar “cargas” a la monarquía española.

El ayuntamiento o cabildo se estableció para regular la vida en las comunidades pequeñas, de manera que los reyes se dedicaban a otros asuntos de mayor importancia. Cervantes, conocedor de la condición humana al derecho y al revés, nos brinda un análisis de colección sobre la política y los políticos.

En la pieza, el tema central es encontrar alcaldes para Daganzo y se reúnen el bachiller Pesuña, el escribano Pedro Estornudo y los regidores Panduro y Alonso Algarroba. Ellos van llamando a los pretensos y los examinan. Son cuatro labradores que miran la oportunidad de salir de pobres. Los saludos son muy solemnes y toda la cosa. Desde ahí, ya entendemos cómo en la política la falsa cortesía es moneda corriente.                El primer candidato es Humillos, quien de inmediato hace una propuesta: “(…)¿Hémoslo de comprar a gallipavos,/ a cántaros de arrope y a abiervadas,/ y botas de lo añejo crecidas/ que se arremetan a ser cueros? Díganlo”. Los examinadores le dicen que “no hay sobornos”, luego le preguntan por su educación. Humillos responde que no sabe leer pero sabe “de memoria/todas cuatro oraciones”. La ignorancia con rezar se quita.

Después Jarrete entra y se sienta. Afirma que leer, leer no sabe, peros sí deletrear. Pero sus cualidades más importantes son saber poner herraduras y “tirar con arco como un Tulio”. Además se siente orgulloso de su salud. ¿De qué le servirán estas virtudes como funcionario de gobierno? Bueno, los examinadores dicen que “necesarias y muchas.” Toca el turno a Berrocal. Quien de inmediato afirma tener en la lengua y garganta su habilidad “sesenta y seis sabores estampados/ tengo en el paladar, todos vináticos.” Éste es catador de vinos.            Por último aparece Pedro Rana. En el nombre lleva su virtud, porque resultó ser elocuente al hablar y propone tal discurso, que convence a los examinadores. Antes de emitir su voto, hay una escena interesante, porque un sacristán interfiere, pero lo “mantean”, es decir, lo avientan en una manta hasta marearlo. Llegan unos músicos gitanos y la fiesta se completa. Posponen la elección pero Rana tiene el puesto asegurado, el bachiller Pesuña da su voto y uno de los contrincantes, Jarrete, cierra el entremés con esta frase. “No solamente canta, sino encanta”.

Como vemos los candidatos son: un analfabeta propenso al soborno, un deportista, un alcohólico y un orador (demagogo me atrevería a decir). Cualquier parecido con la clase política actual es pura coincidencia histórica. Además, el colegio electoral anda por las mismas. El primer ayuntamiento en México lo instituyo Hernán Cortés, entre 1519-1520 en Veracruz. El entremés fue publicado en 1615. Vueltas ha dado el mundo… pero no ha cambiado. Leer te ilustra y en el caso de la obra cervantina, además te hace reír y mucho.

*Escritor y secretario de los escritores de Cajeme.

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