Nacional

Los Parachicos y La Fiesta Grande de Chiapa de Corzo.

Por domingo 27 de enero de 2013 Sin Comentarios

Por Sofia Mireles Gavito*

Los-ParachicosLa fiesta Grande de Chiapa de Corzo, Chiapas se lleva a cabo del 8 al 23 de Enero. Se inicia el 8 de enero a las 8 de la noche con el baile de las Chuntá, luego en la noche del 14 se da el rompimiento de la fiesta, anuncio de que el 15, día del Señor de Esquipulas o Cristo Negro, saldrán los parachicos con gran algarabía por las calles. Después en la noche del día 21 de enero se da el combate naval; posteriormente, el día 22, la fiesta se engalana con las mujeres vestidas de chiapanecas, haciendo marco a carros alegóricos que desfilan por las principales calles. Destacando el carro de María de Angulo, porque en él va una persona repartiendo víveres y monedas al público. Esta fiesta Grande está organizada de esta manera desde el año de 1905, aunque se empezó desde el siglo XVII.

La danza de los parachicos tiene como antecedente cuando los indígenas chiapanecas rendían culto en un templo a su dios Matove. Sin embargo, al ser invadidos por los españoles, estas creencias se destruyeron. El fraile Pedro de Barrientos emprendió la construcción de la Iglesia de Santo domingo de Guzmán, de 1554 a 1572, celebrándose en ella, a partir de entonces, las fiestas religiosas en honor de San Sebastián Mártir, otorgado por el fraile a los indios como santo patrono pues éste se identicaba con su antiguo dios Matove. A los españoles les asignó a Santo domingo de Guzmán. Así, a finales del siglo XVI se inicia la festividad de SAN SEBASTIÁN.

En estos mismos tiempos nace la leyenda de María de Angulo, que al paso de los siglos se ha convertido en uno de los mitos más populares. Cuenta la leyenda que durante la época colonial, llegó a la hoy Chiapa de Corzo, procedente de Guatemala, una señora llamada María de Angulo que viajaba acompañada de su hijo enfermo de parálisis en las piernas y de numerosos sirvientes. La dama, muy preocupada por la precaria salud de su hijo, decía haber consultado a los mejores médicos sin resultado positivo, por eso decidió buscar otras medicinas alternativas.

De manera que, en estas tierras, ella inquirió sobre curanderos indígenas que según se había informado, podían sanar a su hijo. Era tal su aflicción, que había hecho promesas a San Sebastián implorándole ayuda para que su vástago recobrara la salud. Al recorrer las calles del pueblo se percató de las carencias en las que vivían los pobladores; la falta de lluvia hacía que los productos escasearan y familias enteras salían a los montes en busca de alimentos. Enseguida visitó a un curandero, quién después de revisar al niño, recomendó a la madre que lo bañara con el agua de la pequeña laguna de Cumbujuyú (cumbu =baño; juyú = jabalí). Más tarde, sin duda, la sorpresa de la madre fue mayúscula al ver caminar a su hijo, trocando su congoja en inmensa dicha, pues era un milagro la recuperación de la salud del pequeño.

El curandero no sólo se preocupó de la salud física, sino además de la higiene mental, motivo por el que le encargó a la mamá que le organizara juegos y distracciones. Para este fin, la señora solicitó a sus criados que crearan un baile y dijeran: “es para el chico”, expresión de la que nació el nombre de parachicos.

Doña maría de Angulo, llena de agradecimiento, con el auxilio de su servidumbre, distribuyó canastas con víveres entre las familias. La danza fue todo un acontecimiento, gustó tanto que la gente con gran beneplácito pedía que no se olvidara, que volviera a repetirse el siguiente año. Desde entonces, hasta nuestros días, ha sido una de las tradiciones que año con año, en el mes de enero, durante las fiestas religiosas los parachicos están presentes.

Cuando bailan, los parachicos son capitaneados por un patrón, el cuál se distingue porque lleva una guitarra y una máscara especial, diferente a la de los otros danzantes, pues luce un rosotro serio, cejas más resaltadas, así como bigote y barba.

Los Parachicos fueron declarados como Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco el día 16 de Noviembre del 2010. El vestuario de los parachicos consiste: en primer lugar, de la máscara con rasgos de español, ésta posee un carácter especial toda vez que oculta el rostro y encubre también la identidad, lo que permite convertirse en un bailarín anónimo; en segundo lugar, una montera de ixtle, que cubre aún más al danzante; sonaja de hojalata adornada con listones, aunque antes usaban sonajas naturales, llamadas guajes hechas de un árbol conocido como morro. Además visten camisa blanca, pantalón negro, chalina de raso o satín, ornamentada con bordados y lentejuelas a manera de cinturón. El brillo de las lentejuelas representa monedas de oro que la señora de Angulo regaló a la gente del pueblo. También llevan un sarape de Saltillo, que posiblemente empezaron a usar a partir del siglo XVII, como consecuencia de la fabricación de la manta en la región, pues anteriormente, emplearon cobijas hechas por los indígenas de la región de los Altos del estado, así como sarapes traídos de Oaxaca. Asimismo, portan dos bandas delgadas de colores, atravesando el torso, por encima de los hombros y sujetadas atrás. Calzan botines negros.

El acompañamiento musical era con tambor y pito, actualmente, la música es con marimba. Al danzar, los parachicos entonan el siguiente canto:

Parachico me pedís,
Parachico te daré,
Con mi máscara de palo
Y mi chinchín te sonaré.

*Cronista De Tonala, Chiapas.

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