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Almirante Isidro de Atondo y Antillón Constructor de barcos en Guasave en el siglo XVII

Por domingo 26 de diciembre de 2010 Sin Comentarios

Por Manuel de Atocha Rodríguez Larios*

Isidro de Atondo y Antillón, nacido en la provincia española de Nava­rra y quien había combatido tanto como soldado como marino en defensa de la corona de España conocía las vici­situdes de la guerra por tierra y por mar, tenía ya experiencia bélica cuando fue nombrado gobernador y capitán gene­ral de las Provincias de Sonora y Sinaloa. Durante tres años realizó exploraciones en el noroeste de la Nueva España y de­mostró capacidad en el gobierno de la difícil provincia y manejó con cuidado los asuntos administrativos.

Cuando el virrey de la Nueva España, Enríquez de Rivera recibió el encargo de explorar la Baja California, capitán Isidro de Atondo y Antillón, solicitó hacerse cargo de la tarea. Atondo quien, duran­te su gestión en Sinaloa y Sonora había estado en contacto con exploradores y marinos que exploraban la península, a la sazón todavía estaba registrada como una isla, realizó su propuesta inicial el 8 de noviembre de 1678 la cual fue aprobada casi de inme­diato por el virrey pero la ratificación real tardó más de una año; el 29 de diciembre de 1679. Dos meses después Enríquez de Rivera signó el contrato con Atondo y lo envió al rey de España quien emitió cédula real aprobando el contrato para que Atondo expedicionaria las Cali­fornias el 8 de octubre de 1679, 23 meses después de signada la solicitud.

El capitán Isidro de Atondo y Antillón fue elevado entonces al rango de gobernador de Sinaloa y almirante de California y de su armada gozando por completo del poder político y militar del noroeste. Sus obligaciones com­prendían dirigir una expedición a la península, levantar fuertes, pacificar a los naturales y explorar el interior con el objetivo básico de convertir a los indígenas y establecer asentamien­tos hispanos. Habiendo fracasado todas las anteriores expedi­ciones a California en el contrato se comprometió a pasar por lo menos un año en la península para someter a los naturales “no por la fuerza de las armas sino por los medios suaves de la persuasión y la predicación evangélica”

Con financiamiento de la corona española, Atondo decidió construir dos fragatas, una de sesenta y otra de setenta toneladas con una lancha para cada una y además un barco luengo. Este último fue cambiado después por una balandra, más ligera y más adecuada a las condiciones del golfo de Cortés; todos fueron diseñados para transportar colonos, mercaderías y animales. Las embarcaciones fueron bautizadas como sigue: la almiranta (70 toneladas) recibió el nombre de San José y San Francisco Javier, la nave capitana (60 toneladas), fue llamada La Concepción; la historia no registra el nombre de la balandra.

El almirante construyó sus embarcaciones en el pueblo adyacente a la misión jesuita de Nío, pueblo del actual mu­nicipio de Guasave, Sin. La cual, según el doctor Herbert Bol­ton, biógrafo del padre Kino, era “una población vieja pues habían pasado casi noventa años desde que el padre Martín Pérez fundó allí la citada misión, la cual estaba situada a me­dio camino entre la costa y San Felipe y Santiago, la capital de la provincia”.

El padre Eusebio Kino, sacerdote jesuita fue comisiona­do para misionar en la California para lo cual se trasladó a Nío donde lo esperaba el padre Matías Goñi en compañía de Atondo y su gente. El 28 de octubre de 1682, bajo el mando directo del almirante Isidro de Atondo y Antillón, zarparon las tres embarcaciones construidas en la misión jesuita de Nío; a bordo de la almiranta viajaba el padre Kino y en la capitana Goñi, arrumbando hacia el puerto de Chacala a donde arri­baron el 3 de noviembre de 1682. Abastecidos de alimentos, armas, ropa, aperos de labranza, semillas, ganado y regalos las tres naves zarparon hacia la California el 17 de enero de 1683. Avistaron tierra el 25 de abril siguiente y largaron an­clas el primero de abril. Atondo tomó posesión de las tierras a nombre de Su Majestad el rey de España y exploró junto con el padre Kino la mayor parte de la Baja California Sur, fundó misiones, poblados y fracasó en su intento de obtener perlas pues los indígenas jamás revelaron dónde se estaban los pla­ceres perlíferos.

El virrey tuvo noticias que bucaneros acechaban el paso de la Nao de China en la bahía La Navidad para abordarla y la armada de la California al mando de Atondo por estar “sin instrucciones específicas” fue enviada a escoltar el galeón proveniente de Manila; el 2 de diciembre de 1685 avistaron la nave y lo llevaron sin novedad hasta fondear en el puerto de Acapulco. De Acapulco, Kino y Atondo partieron a la ciudad de México y fueron reasignados.

La expedición del almirante Isidro de Atondo y Antillón costó a la Corona de España más de un cuarto de millón de pesos; una verdadera fortuna que aparentemente fue un fra­caso económico pero en cambio enriqueció y precisó la visión de California, inició la fundación de misiones jesuíticas en la península y, ante todo, demostró que no siempre el éxito de­pende de los beneficios materiales.

*Cronista de Guasave.

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