Nacional

El purismo

Por domingo 21 de diciembre de 2014 Sin Comentarios

Por Carlos F. Lavín Figueroa*

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Este no es un relato que refiere al abuso del puro de tabaco, sino al purismo del idioma español una actitud que rechaza el uso de palabras que no son propias de lo que se dice, como también palabras de otras lenguas conocidas como extranjerismos, igual de los vulgarismos, coloquialismos, dialectismos y palabras escritas de forma diferente para hacer resaltar algo.

Pero nuestro idioma está vivo, crece porque va aceptando algunas de esas propuestas de sus hablantes, siempre que sean de uso generalizado y permanente, de no ser así, seguiríamos hablando el español castizo –puro, de casta- del Siglo de Oro de hace 500 años.

El purismo lingüístico al igual que todos los “ismos” en su sentido de actitud -como el fanatismo y el egoísmo a los que esta ligados- representa excesos, es mejor estar abierto a los cambios y propuestas, pues los que se consideraban errores hoy no lo son.            En lo general los llamados puristas, no son conocedores a fondo de la lengua -aunque pudieran serlo-, sino meros aficionados pendencieros con aires de expertos al buen uso del español según su entender.

La Real Academia Española tuvo –ya no- como segundo cometido un intento purista de rechazar las “influencias”, principalmente del francés y del inglés que ya invadían nuestro idioma desde el siglo XVII, al no lograrlo debido a su uso cotidiano ahora las tamiza y registra en su diccionario. Se diría –y con razón- que en ese sentido “influencia” es incorrecto porque esas palabras extranjeras no influyen en las españolas, no las modifica; sino que más bien es un “influjo” que viene de “flujo”, una corriente de palabras que invaden nuestra lengua y que –al contrario- se españolizan; pero caray, no importa tanto la pureza con que se diga sino que se entienda lo que se diga y más que se haga sentir.

“Nacer”, hoy, no se usa como antes sólo para salir del vientre o del huevo o de una semilla, hoy, está bien dicho que nace un documento, un país, un rio; el sol nace todos los días aunque tenga miles de millones de años de existir. La defendida pureza del idioma debería llamarse pobreza; para aceptar un neologismo o nueva palabra no requiere que falte su sinónimo en el español, basta que la nueva tenga o más propiedad, o más energía o más contundencia o sonoridad.

Se dice que los puristas son fríos, secos y descarnados, pues igual resultan sus trabajos. José Reinoso, de la Academia de Letras Humanas de Sevilla, en 1798, reconoce; él derecho, que tiene, toda persona instruida, a innovar con tiento. Lo humanitario, lo fraternal, lo contundente sea del idioma que sea anula barreras entre pueblos y lenguas, sería un error querer que cada lengua se limite a sí misma.

Simón Bolívar culto políglota, innovó muchos vocablos que después registraría nuestro diccionario. Emplea por primera vez “patriota” en 1812, utiliza en 1813 “terrorismo”, usa “liberticida”, y “constituyentes” en 1826, unos tardarían pocos y otros más de cien años en ser registrados por la Academia.

Por tanto; los que escribimos no sólo podemos innovar palabras, sino también brincar y jugar con la gramática para dar énfasis o un sentido distinto o adicional al texto incluso con palabras fuertes, pero hay posturas puristas puritanas que lo ven como error, no lo captan, no lo aceptan, o si lo intentan caen en lo grotesco porque no es su estilo. La gramática –por su uso cotidiano y popular- se modifica constantemente, cada vez es menos rigurosa, y somos los hablantes los que modificamos la lengua.

El futuro del español está más en Estados Unidos que en los países hispanohablantes, cuenta ya con su Academia de la Lengua Española, es allí donde se está “cocinando” el español internacional. Ya en este tema, y porque los eventos socioculturales se han convertido en  intercambio de reconocimientos, salir en la foto, alagarse de halagos; y aunque es imposible registrar todos los

“ismos” puesto que se duplicaría el diccionario, propongo el uso de la palabra “reconocimientismo” para llamar así a esa actitud, y “reconocimientitis” cuando es ya una enfermedad.

Los reconocimientos – como se ha hecho costumbre- no valen cuando se mercadean al toma y daca ni cuando se reparten entre los cuates ni cuando se buscan. Pero la gente no cambia hasta que se cansa de fingir.

Por cierto; cuate en el sentido de amistad es una palabra que atacaban los puristas porque argumentaban era un error emplearla de esa manera ya que estaba registrada en el diccionario únicamente como un mexicanismo de gemelo, por ello -por gemelos- se decía que “cuates, los huevos”.

Hoy; cuate, debido a su uso cotidiano principalmente en México es ya una palabra registrada por el Diccionario de la Real Academia Española como “amigo íntimo” (así); es un dialectismo que viene del náhuatl cóatl que significa mellizo, o víbora (sic). Pero debemos tomar en cuenta que el diccionario registra palabras, incluso apropiadas -en el sentido de raptadas para uso distinto al propio- sólo para que podamos entender lo que escuchamos y leemos y esto no significa que sean las propias o correctas como sí lo son las de casta.

*Cronista Cuernavaca.

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