Nacional

Recordando a Felipe Llera

Por domingo 22 de enero de 2012 3 Comentarios

Por Juan Cervera Sanchís*

En la calle Mar Mármara número 148, entre Mar de la Banda y Mar de Arafura, colonia Popotla de la ciudad de México, hay una placa que recuerda a Felipe Llera y, ahí mismo, existe un pequeño jardín donde podemos ver su busto.

Fue el lugar donde nació y vivió este compositor y cantante, que tanto hizo por difundir la música mexicana.

Llera vino al mundo el 8 de diciembre de 1877 y falleció el 6 de septiembre de 1942.

Desde niño se sintió atraído, o mejor dicho, cautivado por la música. Pasión y afición que cultivó de manera autodidacta.

Nunca tomó clases con ningún maestro. No porque él no quisiera, sino porque su familia quería que Felipe siguiera la carrera militar. Fue pues inscrito en el Honorable Colegio Militar.

Ello no obstante, Llera, perfeccionó sus conocimientos musicales de manera admirable.

Siendo cadete, cada vez que obtenía permiso, asistía a la ópera a la que entonces había una notable afición en el México de su tiempo.

Llera poseía el don de memorizar con suma facilidad aquellas partes de las obras que más le gustaban con solo escucharlas una sola vez y, como era dueño de una hermosa voz, disfrutaba luego interpretándolas a la perfección, y como los mejores cantantes, en reuniones de amigos.

En cierta ocasión en que estaba en la capital de la República una compañía italiana de ópera que hacía una temporada en el teatro Nacional, se enfermó el barítono titular. El director de la compañía ante el hecho estaba profundamente angustiado, ya que no tenía con quien substituirlo.

La ópera del programa era “Aída”. Un amigo de Llera que tenía relación con el director, al ver a éste tan atribulado, le dijo que conocía a un joven mexicano que podía sacarlo de aquel gran
apuro, ya que cantaba estupendamente y, además, se sabía la obra de memoria.

El director, aunque con natural desconfianza, mandó llamar a Felipe. Después de ensayar con él quedó gratamente impresionado de su voz y, de inmediato, decidió contratarlo.

Llera obtuvo un indiscutible éxito y, de un día para otro, su fama recorrió, no nada más la ciudad de México, sino todo el país.

Tras cantar en “Aída” lo hizo en “Fausto”. La consagración del joven cantante mexicano fue definitiva.

Su destino cambió por completo. El cadete, que a su vez trabajaba como profesor de educación física, fue propuesto para que viajara al extranjero con el fin de que desarrollara sus facultades.

Él, inopinadamente, declinó la invitación con gran sorpresa para todos. ¿Qué fue pues lo que lo motivó a ello?

Felipe Llera, sencillamente, adujo que él en realidad lo único que deseaba era interpretar y difundir la canción mexicana y, por tanto, se quedaba en México.

Y así fue: Felipe Llera se quedó en México y fue el primero en interpretar en los salones de la alta sociedad de su tiempo música genuinamente mexicana, “rompiendo la injusta tradición,” como acentuó en su día Hugo de Grial, “que había eliminado de los salones de la sociedad mexicana la música de autores nacionales.”

El éxito de Llera con las composiciones nacionales no se hizo esperar.

Poco después contrajo matrimonio con la mezo-soprano Julia Irigoyen. Ella, a más de cantar, tocaba excelentemente la guitarra y el salterio.

Unidos formaron un dueto que hizo historia y que llevó a lo ancho y a lo largo del país la música nacional.

En plena Revolución de 1910, Julia y Felipe, recorren la República difundiendo las mejores canciones de entonces.

La pareja viajaría a Cuba y a Estados Unidos obteniendo estruendosos éxitos e interpretando canciones de Lerdo de Tejada y Mario Talavera, con letras de Amado Nervo.

Felipe y Julia, que fueron personas muy cultivadas, tuvieron entre sus amigos a los mejores poetas de México, como José Juan Tablada, e hicieron de la música, la poesía y la amistad su diario alimento, consagrados por completo al arte y al amor.

La música mexicana comenzó a ser conocida en numerosos países.

A la edad de 65, cuando al parecer Felipe poseía una estupenda salud y preparaba con Julia una gira por el estado de Veracruz, repentinamente, el día 6 de septiembre de 1942, lo sorprendió la muerte.

México entero lloró su irreparable pérdida recordando su obra a favor de la difusión de la música nacional y también sus bellas canciones, algunas muy populares en su época e inolvidables y presentes en la memoria viva del México entrañable, como, por ejemplo, “La Casita” o “El Sarape de Saltillo”.

*Poeta y periodista andaluz.

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3 Comentarios

  • dolores dice:

    Gracias por honrar su memoria y por dar a conocer su trayectoria y sus aportaciones a la música mexicana. Ha sido muy grato encontrar su artículo.

  • Yvonne Tovar Vera dice:

    Yo tuve el gran placer de conocer a la Sra Julia, una gran mujer, dulce, amorosa quien era alguien importante para mi madre que tuvo la bella oportunidad de conocer tanto a Doña Julia como a Don Felipe, una casita muy linda, no muy grande, pero con un jardín lleno de flores y plantas muy agradable. Me parece un homenaje muy merecido el que hayan colocado su efigie para recordarlo. Lo lamentable es que los cantores actuales recuerdan únicamente las versiones de Oscar Chávez, no las menosprecio, hago la aclaración, mas la original es bellísima y sería motivo de orgullo para los cantantes interpretarla como fue escrita.

  • F. MANUEL LLERA dice:

    Me gustaría obtener su biografía completa, el nombre de sus padres, etc. y.conocer por correo electrónico a Yvonne Tovar Vera.para comentar sobre mi tío.

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