Nacional

Xavier Mina, un español en la Guerra de la Independencia de México

Por domingo 4 de julio de 2010 Sin Comentarios

Por José Antonio Cruz Álvarez*

Así se expresó Pablo Neruda de Xavier Mina, hombre comprometido con los principios liberales. Su vida se desarrolló entre la acción y el pensamiento, no importando el territorio ni la nacionalidad de sus compañe­ros de lucha en contra del absolutismo.

Originario de Navarra en España, abandonó sus estudios de jurisprudencia para pelear en dos guerras de indepen­dencia: en 1808 la de su propio país en contra del ejército napoleónico invasor, cuando apenas tenía 19 años.

En 1817, la de México en contra de España. Convertido desde joven a la ideología liberal, debió vivir en el exilio en Inglaterra. En Londres frecuentó a importantes pensadores y luchadores comprometidos con la causa liberal: Blanco White, Flórez Estrada y los Istúriz; los Ingleses Lord Holland y Lord Russell y los americanos Sarratea, Palacio Fajardo, Ló­pez Méndez, Servando Teresa de Mier y los Fagoaga. Su trato con estos últimos, lo convenció de dirigir una Expedición li­bertadora en apoyo del general Morelos y el Congreso mexi­cano que en la Nueva España se enfrentaba al absolutismo de Fernando VII.

Su gesta en tierras mexicanas fue penosa y difícil: comen­zó desde Inglaterra donde en mayo de 1816 fletó un bergantín en el que, acompañado de fray Servando y un grupo de oficia­les españoles, italianos e ingleses, se dirigió a Estados Unidos. Allá pasó grandes dificultades hasta lograr armar tres embar­caciones que dirigió a Puerto Príncipe, de ahí a Galveston.

Por fin llegó a territorio mexicano casi un año después de su partida, el 15 de abril de 1817. Navegando hacia el sur, lle­gó con 300 hombres a Soto la Marina, población que tomó y desde la que imprimió una proclama, siendo el primer do­cumento impreso en el noreste de México, que incluye Ta­maulipas, Nuevo león, Coahuila y Texas, haciendo saber los motivos de su intervención en la guerra de independencia de México y pidiendo a sus hombres disciplina, respeto a las personas y sus propiedades, y a la religión.

Una fragata realista hundió uno de sus barcos, pero él pudo escapar en otro y apoderarse de 700 caballos en San Juan Bautista de Horcasitas, hoy el pueblo y congregación de Magiscatzin en el municipio de González, Tamaulipas.

Recordar que había sido la única Ciudad de todas las villas fundadas por el colonizador español Don José de Escandón y de la Helguera entre la Ciudad de González y Ciudad Mante Con los caballos y sus 300 hombres inició su expedición tie­rra adentro, tomando Valle del Maíz, Peotillos y Real de los Pinos.

El 22 de mayo pudo unirse a una partida independentis­ta, con la que llegó al fuerte del Sombrero, defendido por Pedro Moreno, otro de los insurgentes con los que estuvo vinculado, mientras los hombres que había dejado en Soto la Marina fueron derrotados; entre ellos se encontraba el padre Mier, quien fue aprehendido.

Debió ser muy difícil para Mina acostumbrarse a las ca­racterísticas del territorio y la lucha en nuestras tierras, pero continuó peleando hasta llegar a Jaujilla, donde se encon­traba la Junta de Gobierno, el 12 de octubre. Adentrándose más en el centro del país tomó rumbo a Guanajuato pero sus tropas fueron dispersadas. Logró refugiarse con Pedro Moreno en el rancho de El Venadito, donde fueron atacados el 27 de octubre. Moreno cayó muerto y Mina fue apresado y fusilado en el cerro del Borrego el 11 de noviembre.

Durante su campaña llevaba una imprenta consigo, de manera que la lucha siempre estuvo acompañada de pro­clamas y cartas en las que se trasluce un rotundo liberalis­mo y su plena defensa de la independencia de las Américas. En una de sus proclamas afirmó: “Si la emancipación de los americanos es útil y conveniente a la mayoría del pueblo es­pañol, lo es mucho más por su tendencia infalible a estable­cer definitivamente gobiernos liberales en toda la extensión de la antigua monarquía. Sin echar por tierra en todas par­tes el coloso del despotismo, sostenido por los fanáticos y monopolistas, jamás podremos recuperar nuestra dignidad. Para esa empresa es indispensable que todos los pueblos donde se habla castellano aprendan a ser libres, a conocer y practicar sus derechos… La patria no está circunscrita al lugar en que hemos nacido sino, más propiamente, al que pone a cubierto nuestros derechos personales”.

Su figura y hazañas están envueltas en un halo de aven­tura: La toma de los caballos, los víveres y el dinero realistas, las derrotas que infringió a ejércitos mucho mayores en nú­mero y disciplina militar, sus rápidos y brillantes movimien­tos y escapadas de fuertes sitiados, el cuidado que siempre puso en acompañar sus acciones militares con proclamas en las que explicaba sus razones y principios, jalonaron su ma­lograda y fulgurante campaña en México.

Su figura y sus escritos han sido recuperados por escri­tores e historiadores de nuestro país como Lucas Alamán, Carlos María de Bustamante y Martín Luis Guzmán. Aunque pertenece a la saga de luchadores que prefiguraron lo que du­rante todo el siglo XIX sería un movimiento liberal de carácter internacional, poco ha sido estudiado en su país de origen. Tal vez, como apuntan varios de los que escribieron sobre él, lle­gó muy temprano a este movimiento en Europa y demasiado tarde a nuestra gesta insurgente, cuando ya no le fue posible unirse a las campañas de José María Morelos. También fue muy temprana su cita con la muerte y se le recuerda como Mina El Mozo (además de por su juventud, para diferenciarlo de su tío, el liberal y guerrillero español Espoz y Mina). Otros lo llaman “El héroe de Peotillos”, él firmaba como Javier y, ya durante su campaña en México, como “General del Ejército Auxiliador de la República Mexicana”.

Hoy en el marco de las conmemoraciones del Bicentena­rio de la Independencia, del Estado de Tamaulipas y de nues­tra Patria que es México, honramos la memoria y reconoce­mos su figura como luchador sin fronteras, ejecutado por la defensa de la libertad de nuestra patria, para él un paso ne­cesario en la lucha por conseguir las libertades de todos los hombres.

Mina, de las vertientes montañosas
llegaste como un hilo de agua dura.
España clara, España transparente
te parió entre dolores, indomable,
y tienes la dureza luminosa
del agua torrencial de las montañas.
A América lo lleva el viento
de la libertad española…
Pablo Neruda Los libertadores
parte IV de Canto General

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