Estatal

Cuidad de las pasiones del corazón, ya que en ellas media casi siempre la sin razón

Por jueves 15 de diciembre de 2016 Sin Comentarios

Por: Nicolás Avilés González

El Brebaje

Desde que la conoció nunca ha dejado de estar presente en su corazón, se le entreveró hasta en el tuétanopasiones del corazon de sus huesos, fue amor a primera vista; las curvas y los labios carnosos de la morena le habían hecho perder el seso. No dejaba pasar oportunidad alguna para hablarle de su pasión, sin embargo ella se comportaba esquiva hasta la pared de enfrente, pero el desdén no contenìa el deseo de tenerla a su lado de una vez para siempre. Abonando, no dejaba de enviar presentes, algunos muy caros que los hacía llegar a través de una amiga en común.

Los embates no eran lo suficientes para derrumbar la resistencia de la joven, esta era impenetrable, pero él no cejaba en el intento de conquistarla, se le había convertido en una obsesión. Después de mucha insistencia se convenció que su plan no surtiría efecto alguno por lo que decidió echar mano de las malas artes, la brujería; enseguida se encaminó río arriba hasta que llegó a la choza Carmelo al que llamó a grito abierto

-¿Carmelo estás ahí? Lo hacía con tal intensidad e insistencia que inmediatamente este lo invitó a pasar.
-¿Qué te trae por acá Martín?
– Vengo a solicitar tus servicios
-Desde luego que si está a mi alcance cuenta con el, dime
– Se trata de un mal de amor, mira he tratado por todos los medios de que me haga caso Chepina, la hija de Espiridiòn, la muchacha que vive junto a la iglesia del pueblo y no la consigo
– Ah, la conozco es muy bonita- afirmó el brujo
– Esa misma, ¿se puede?- ¡Claro, amigo para la hechicería no hay imposibles!
– Gracias, Carmelo
-No hay de que darlas, pero para comenzar este trabajito voy a necesitar un calzón, una foto y un mechón del pelo de la plebe
-Va estar difícil. Pero, ah ya sé, la Josefa lo conseguirá, pronto estaré de vuelta con el encarguito.

– En cuanto lo tengas, hago lo demás. Esa tarde, Martín se marchó de la choza con el sol frente a sus ojos, pardeaba la tarde, además soportaba un calor sofocante que parecía quemarlo todo. Josefa, creo que sabes del interés que tengo por la Chepina, mira he tratado de conquistarla de muchas maneras, cartas, serenatas, regalos y me sigue ignorando, me gusta mucho y la quisiera para novia.
-Crees que no he mirado tamaños ojos que le pelas cuando pasea por la plazuela

-¿Entonces ya te habías dado cuenta?- Pero cómo no, si es muy notable, pero ¿Estás seguro que la quieres, ya te fijaste bien?
-No sólo la quiero, la adoro, creo que diosito me la mando para que fuera feliz
– Quiero pedirte un favor
– Claro, dime como te puedo apoyar
– Necesito una pantaleta, una fotografía y un mechón de su pelo negro
-¿Y, se puede saber para qué quieres eso?
-Me los pidió Carmelo
-¿El brujo?
-Sì, ese
-Ya te metiste en problemas, esas cosas no se hacen Martín
-Estoy de acuerdo, pero el perdido a todas va, verás que con ésta ayuda la conseguiré. Días después su amiga le entregó las prendas. Las tomó como trofeo preciado, enseguida las acercó a su pecho percatándose de que sus latidos eran rápidos y muy fuertes, luego encaminó sus pasos rumbo al río.

-Bien, tardará un poquito, esperaré hasta que la luna esté sazona para hacer la pócima, esto ocurrirá hasta dentro de dos semanas, regresas en cuanto cambie. Antes iré al panteón a buscar huesos, toloache y gobernadora para que el trabajo no falle.

Pronto fue el mes de las lunas bellas, octubre, en una noche de tantas San Ignacio estaba bañado de plata, todo lucía esplendoroso. Cuando se terminó el espectáculo celeste, Martín se mostraba desesperado mientras que el de la magia negra le entregaba lo convenido. El hombre se dirigió hacia el fondo y de entre las cenizas de la hornilla sacó un pomito de vidrio que dentro llevaba un líquido color verdoso, se lo pasó al enamorado; ya, en sus manos preguntó:

-¿Cuánto es?
– Cinco mil pesos- Dijo el brujo
-¿Pero por qué tanto?
– ¿Se te hace caro?, ¿no que la quieres mucho?- Sì, pero se me hace mucho
-Con éste caerá rendida ante tus galanteos, no tengo duda, está bien preparada la “agüita”
– Bueno, bueno, no se hable más, te voy a dar dos mil y el resto será a resultas. Recibió el dinero, enseguida le recomendó lo siguiente:
– Cuida que no se revuelva y que no le pegue directamente el sol podría perder la fuerza y no hacer el provecho que se espera ¡Tiene mucha sustancia el pomito!
– No te preocupes lo protegerè como si fuera un tesoro. Se retiraba cuando se acordó como se lo administraría. ¿Y, cómo se lo daré?
-Ah, que bueno que me preguntas ¿Quién hará la chamba?
-Una amiga
– Dile que espere la luna llena, antes nada, en cuando esta se ponga que le de cinco gotas durante el tiempo que tarde en cambiar. El amarre no fallará.

De nuevo partió, mientras las estrellas adornaban de manera esplendorosa el cielo de ese pueblo colonial del sur de Sinaloa.

Se esperaba plenilunio, era la señal para iniciar el goteo. Después de sacarlo de un paño fino donde estaba envuelto se lo entregó. Esta al ver el color del contenido del pomo se sobrecogió.

-¿Estás seguro que no es veneno esta cosa, que no le haremos un mal a mi amiga?
-El brebaje solo hará que me quiera ¿Cuánto le daré?
-Cinco gotas diarias mientras esté sazona la luna
– Tírame con unos doscientos pesos para invitarla a la cafetería para hacerlo Enseguida le dio un billete de a quinientos- Descuida será por tu felicidad amigo.

Las gotas llegaron a su destino. Con el paso de los días, la insistencia, serenatas y regalos terminaron por funcionar, la bella dió señales de interesarse por Martín. Las cosas se sucedieron, paseos, bailes y largas estancias en la plaza, consiguió lo que deseaba y algo más al cabo de un mes la tenía en la alcoba del motel Arlequín en Mazatlán.

-Ahora serás mía y de nadie más Chepina, te prometo luna de miel interminable. Después de decir lo anterior empezó con caricias suaves en cara mismas que luego se tornaron atrevidas ya que de pronto le acariciaba sus pechos palpitante con ambas manos,- besaba sus labios con frenesí, mientras que sigilosamente avanzaba su mano hacia la parte media del cuerpo de la morena y cuando llegó a la entrepierna, con un movimiento certero tocó sus genitales. ¡Oh, desilusión! Sintió algo duro que llenaba su mano. ¡Un tambache! era diferente a lo carnoso, suave y húmedo que esperaba encontrar- Inmediatamente como cuando se toca un tizón ardiendo, retiró sus mano y luego su cuerpo, exclamando.

– ¡Pinche brujo, pero esta me la paga! Se vistió y salió apresurado hacia su camioneta. Después de manejar durante dos horas llegó a la tierra de Heraclio Bernal y se dirigió río arriba. Ya frente al de las malas artes le dijo:
¡Me la cambiaste, cabròn, era bato lo que me llevé al Motel, eres despreciable! Lo quiso agredir a golpes, pero se defendió
-Cálmate, cálmate Martín ¿Qué tienes? No te hagas Guey, bien sabes lo que hiciste, ¿te quisiste reír de mí? Te diré de mí nadie se ríe ¡No te voy a pagar el resto y devuélveme los dos mil pesos que te adelanté, como que presentía que ésta porquería valía puro queso!

Lo que dices te hubiera costado caro, me pagaste solo porque te hiciera caso ¿la conseguiste o no? -Sí, pero era bato, insisto me la cambiaste para burlarte de mí.
-Lo que pasa es que no te fijaste bien. Aquí tengo la foto que me trajiste ¿Es la misma o no? Al mirar la imagen, el joven se quedó desconcertado, petrificado como la mujer de Lot, estupefacto- Aprovechando aquel momento el señor de la magia negra insistió-
-No te la cambié, el encargo era paraque te hiciera caso, la brujería tiene imposibles, pero te equivocaste ¡Que nunca se te olvide nunca Martín, la magia jala parejo!.

* Medico y autor

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