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LAS IGNOMINIAS CONTRA EL ARTE Y LOS ARTISTAS

Por viernes 15 de julio de 2016 Sin Comentarios

Por: Alberto Ángel “El Cuervo”

—¿Cruel… El público es cruel, dices…?
—Por supuesto, es sumamente cruel en muchas ocasiones… Cruel y ofensivo contra el arte y los trabajadores del mismo, es decir, los artistas…
—Bueno, para empezar, habría que ver a qué te refieres cuando hablas de “artistas”, porque es un término que se ha desvirtuado mucho ¿no crees?
—Absolutamente de acuerdo. Pero estoy hablando de arte, no de espectáculo. Son dos cosas completamente distintas… Arte no es aquello que se muestra en las televisoras y la mayor parte de las estaciones de radio y demás… Si acaso, esa cadena de manifestaciones diversas podría aspirar a ser llamada espectáculo, nada más. Pero aún en este renglón, hay quien desarrolla un trabajo por demás digno y dignificador del oficio en cualquier rubro del espectáculo en que se desempeñe llámese cantante, músico, actor dramático, comediante, etc e incluso en todos estos géneros del espectáculo, en incontables ocasiones, la crueldad, la ignominia en contra de quienes trabajan en él, es más que evidente y constante…
—No estoy de acuerdo contigo… Lo que pasa, es que los artistas… Bueno, digamos que los trabajadores del espectáculo, creen que son semidioses y se comportan como si el suelo que pisan no los mereciera…
—Pero es que no es eso a lo que me refiero, insisto… Tú estás hablando acerca de esos productos publicitarios que, salvo honrosas excepciones, no son más que monigotes inconscientes a quienes se les hace creer que son grandes ídolos inmortales… Y bueno, eso es en parte el mundo del espectáculo y su vanidad estúpida, pero no hablo de ello al mencionar la crueldad que se da en el entorno… Hablo por ejemplo de que de la misma manera en que el público puede encumbrar a alguien hasta el grado de convertirlo en ídolo, de la noche a la mañana lo destruye hasta llevarlo al suicidio…
—Pues no te entiendo muy bien, pero creo que estás exagerando…
—No, no exagero. He sido testigo de las palabras insultantes, hirientes, ofensivas burlándose de alguien que ha sido un gran cantante, por ejemplo, y que de pronto tiene una mala noche y por querer cumplir con el axioma “la función debe continuar”, intenta no obstante su concidión disminuída, desarrollar su oficio, y al romper alguna nota porque su cansancio o afonía no le permite cantar a plenitud, le empiezan a burlar y a comentar que ya está acabado o cosas parecidas… Aquellos mismos que en otras ocasiones le aplaudían a rabiar, ahora sólo profieren vituperios al por mayor… Y en el terreno del arte, que no del espectáculo, la crueldad, la ignominia, se da a grados superlativos y así ha sido desde el principio de la historia.
—Sigo pensando que exageras…
—Bueno, el que tú pienses que exagero, no modifica la realidad. Y para ser más claro en esto, te pido me permitas mencionarte algunos casos de cómo se ha dado la ignominia en contra de grandes artistas en sus lugares de origen para después de muertos hablar de ellos como hijos pródigos y les conviertan en fuente de ingresos a todo nivel, desde el que vende recuerditos hasta la industria del turismo que explota su memoria y la de su obra…

Cuando miraba aquel retrato que de Goitia, había hecho mi suegro, el Maestro Rafael, extraordinario fotógrafo, me quedaba maravillado y bajo un hechizo que me hacía divagar de manera azas deliciosa hasta la época en que ese gran pintor se dedicaba a crear y a repartir el mísero ingreso que recibía por parte de quienes hoy en día se ufanan de haber “protegido” al maestro gracias a la oferta oficial del gobierno por medio de sus “beneméritas instituciones” para que Goitia tuviera una vida digna… Si revisamos la manera en que vivía Goitia, nos daremos cuenta que el discurso oficial en torno a proporcionarle al artista una calidad digna de vida, no es más que un fárrago nauseabundo. Goitia vivía en un jacalito en una chinampa en Xochimilco.

Ahí, en ese jacal, tenía acumuladas sus pinturas a la espera de la posibilidad de obtener sustento gracias a algún comprador. Cada mes, iba a Bellas Artes por un cheque miserable que a duras penas le alcanzaba para su alimentación… Y ahí, en las oficinas, se le hacía esperar horas y horas dándole un trato insultante. Esto, lo sé por información de testigos presentes en varias ocasiones. Claro, en la actualidad, el discurso político pondera las bondades de la presidencia, la secretaria de cultura y todas las oficinas gubernamentales que quiera usted agregar, gracias a las cuales el Maestro Goitia, excelso artista plástico, tuviera una “vida digna”… ¡Qué ignominia!

Juventino Rosas… Inmortal músico compositor del inmortal vals “Sobre Las Olas”, vivió obteniendo su emolumento en gran parte trabajando como músico callejero y cuando tuvo la ocurrencia de escribir un vals titulado Carmen que dedicara a la esposa de Porfirio Díaz, fue invitado a palacio a la ejecución de la obra solamente para encontrarse con el deprecio y la burla de la ridícula “aristocracia mexicana” que se diera cita en esa reunión murmurantes todos ellos de la duda por la autoría de ese “indígena” de tan bella obra. Debido a esto, juventino detuvo a la orquesta, hizo a un lado la partitura y al director y condujola orquesta de memoria para comprobar que la obra era suya.

Pero el reconocimiento que México oficial hiciera del gran compositor, no llegaría hasta después de su muerte. Juventino Rosas se vio en la necesidad de autoexiliarse en Cuba para poder comer y a quince años de su fallecimiento ya cuando Juventino cobraba cada vez mayor fama y reconocimiento mundial, entonces sí, un grupo de melómanos y políticos mexicanos, hizo traer sus restos que fueron recibidos con vivas y discursos oficiales… Así, aquel genial autor, que escribiera Sobre Las Olas bajo el título inicial de “Junto al Manantial” en honor de Mariana Carvajal, de quien estaba enamorado y que llegaba a lavar ropa al manantial de contreras donde vivía para después cambiar el nombre a “Sobre Las Olas”, recibió el reconocimiento de aquellos que hicieron de su figura, burla y escarnio y le mantuvieron viviendo de la caridad del que pasaba por la calle donde tocaba su violín… ¡Ignominia!

Y no pensemos que este tipo de manifestaciones nefastas en contra del arte y los artistas son privativas de nuestro país, no. Wolfgang Amadeus Mozart, cuyo nombre original fuera Joannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart, sufrió por parte de aquella sociedad que hoy recibe enormes ganancias por el turismo constante que derrama millones de euros a Salzburgo con tal de visitar la que fuera ciudad natal y la casa donde habitó. Ese Salzburgo que le vio a él y a su esposa Constanze suplicar sin éxito, ayuda para sortear los gastos de su enfermedad y de su muerte, ahora le aplaude y lo pondera… Curiosamente, al sepelio, solamente llegaron algunas personas dentro de las cuales se cuenta a Antonio Salieri, a quien se acusara constantemente de rival envidioso de Mozart adjudicándole incluso, de manera injusta, la causa de su muerte.

Aquel Salzburgo que oprobiosamente lo enviara a la fosa común dado que el dinero reunido por la familia solamente alcanzó para pagar un sepelio de los llamados de tercera clase, ahora recibe una derrama inmensa de divisas por visitar la tumba del genio musical cuando quizá el cadaver que repose ahí ni siquiera sea en verdad el de Mozart dado que se le enterró junto con muchos otros desposeídos y nadie de todos aquellos que le aplaudieron en vida y se peleaban el derecho a sus composicione y ejecuciones magistrales tuvieron la delicadeza de contribuir a darle un sepelio digno de su aportación cultural y artística de la cual ahora sí, después de muerto, se enorgullecen y explotan ante el turismo… ¡Una ignominia más contra el arte y el artista!. Y para rematar, aunque hay miles y miles de casos más dentro de este ignominioso modo de tratar al arte y los artistas, Dante Aligheri, de nombre completo Durante Di Alighiero degli Alighieri, quien tuviera una preparación artística, social y científica digna de la envidia y admiración de cualquiera, sufrió en vida el exilio y la condena máxima, es decir la pena de muerte por parte de su natal Florencia.

Debido a ello, Dante, que resulta ser un hipocorístico de su nombre, tuvo que vivir prácticamente a salto de mata dada la persecusión de que fue objeto por parte de los enemigos políticos que tuvo por defender la verdad, la justicia, la honestidad. Defendió la unidad italiana a capa y espada, lo que le valió para que la crueldad en su persecusión fuera mayor. Escribió varios tratados de Literatura, Política y Filosofía, en los cuales destacaba ya desde aquel entonces, la imperiosa necesidad de separar los intereses de la Iglesia y el Estado (cualquier parecido con la realidad actual es mera coincidencia) No hay un conocimiento exacto de su fecha de nacimiento, y las inferencias y deducciones acerca del mismo, se dan gracias a sus menciones semi ocultas en el texto de su obra máxima “La Divina Comedia” donde proporciona datos que llevaron a los estudiosos de su vida a considerar el año 1265 como el de su nacimiento.

Fue el alcalde de Florencia, ciudad natal de Dante Aligheri, quien lo condenó al exilio perpetuo en el año de 1302 y de manera oral emitió la sentencia: Si alguna vez Dante, es atrapado por soldados florentinos, será ejecutado inmediatamente. Así, vergonzozamente exiliado, Dante murió en la ciudad de Ravena. Con los años, Florencia, que ha sido considerada por muchos como la capital del arte mundial, en un por demás tardío arrepentimiento del desprecio insultante que hiciera de el genio nacido en su seno, intentó pagar culpas construyendo en el año de 1829 en la basílica de Santa Cruz, una tumba fastuosa en cuyo frente se puede leer: “Onorate l’altissimo Poeta” (Honrad al más excelso poeta)…

La tumba permanece vacía hasta la actualidad como una especie de mudo testimonio de la conducta vergonzante de la ciudad natal del enorme artista, luchador social y científico que fuera Dante Aligheri… Los restos del poeta, del artista, del ser humano, permanecen en su tumba en la ciudad de Ravena… ¡Ignominia contra el arte y los artistas!
—Bueno, viéndolo de esta manera, estoy de acuerdo contigo, no exageras…
—¡Caray, qué bueno que me concedes el gran privilegio de tu aprobación…!

* Pinto, autor e intérprete

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