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JUSTICIA HUMANA O JUSTICIA DIVINA

Por sábado 31 de octubre de 2015 Sin Comentarios

Por: Faustino López Osuna

Ya hemos transcrito lo que el Diccionario consigna como justicia (del latín iustitia): virtud que nos hace dar a cada cual lo que le corresponde. Sinónimos: derechura, equidad, imparcialidad, rectitud. Esto en el mundo material. Pero en el mundo religioso, justicia es una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en conformarse con la suprema voluntad de Dios.

En el caso de la injusticia cometida con Genaro Estrada, retirando y arrumbando su estatua de la glorieta sobre la avenida Camarón Sábalo frente al bar Valentino, en Mazatlán, para colocar en su lugar, de manera oportunista y aberrante, un adefesio (disparate, adorno ridículo, cosa fea o extravagante), no fue darle (a Estrada) lo que le correspondía en reconocimiento a la Doctrina que lleva su nombre y que fue un aporte de México a todos los pueblos de la tierra; se le agravió, pese a estar inscrito su nombre con letras de oro en el Congreso de la Unión y ser el único sinaloense en la Rotonda de los Hombres Ilustres de México.

Ya hemos dicho que nadie, ni El Colegio de Sinaloa, condenó dicho ultraje a la historia y los valores del pueblo de Sinaloa. En relación a la reflexión anterior, muchos me dicen que más recientemente sucedió algo no menos vergonzante para dicho Colegio: que en Culiacán le quitaron el nombre a la avenida Diego Valadés Ríos, miembro del mismo Colegio desde 2000, para ponerle el nombre de un ex gobernador, y que, como en el caso de la estatua de Genaro Estrada, sucedió lo mismo: nada. (¿Será el principio del fin de El Colegio de Sinaloa?) ¿De ese modo se le correspondió a Valadés el haber servido a México como Procurador General de la República? Ah, canija justicia humana. Es de recordarse la brillante exposición que sobre este desatino hizo desde la tribuna del Congreso del Estado el diputado Melesio Cuén.

Luego entonces, como redundantemente se dice cuando se quiere puntualizar una deducción en Matemáticas, si en esos casos no ha brillado la justicia humana, ello da pie para pensar que hay que conformarse con la suprema voluntad divina, aunque aceptar tal virtud contravenga el razonamiento científico de laicos y filósofos materialistas, pues, mientras son peras o manzanas, así sea a medias, el desagravio a Estrada llegó cuando menos y por donde menos se esperaba: que Obras Públicas del Ayuntamiento mazatleco decidió modificar el paso vehicular en la tal glorieta, angostando guarniciones y banquetas; que el Colegio de Ingenieros local les señaló deficiencias y se echó abajo la glorieta con todo y el adefesio colocado donde estuvo la estatua de don Genaro (¡por fin!), y que ahora tienen encima a la opinión pública y a los medios informativos, y que es momento que no muestran planos convincentes de cómo va a quedar la cosa. (Y eso que no se envió por nadie carta al Papa pidiendo su intervención en el caso, como sí se hizo con lo del alumbrado público del puerto que ha quedado en suspenso).

Circunstancias providenciales, pues, dirían algunos, dieron un desagravio a medias a don Genaro Estrada. A medias, porque nunca será repuesto en su lugar. La Escuela Secundaria que lleva su nombre en la colonia Francisco Villa hasta donde fue a parar la estatua, para gusto y contento de los grafiteros del rumbo que la mantienen pintarrajeada, no supo ni cómo le cayó del cielo y seguramente ni el alumnado sabe de él, de su vida y de su obra. Mucho menos quién la hizo, por órdenes de quién y cuándo.

De manera breve habrá que destacarse que un ilustre mazatleco, el doctor Héctor González Guevara (cuyo nombre está inscrito en el nuevo edificio del Instituto Mexicano del Seguro Social, del puerto), en 1982 solicitó al no menos ilustre escultor yucateco Rolando Arjona Amábilis, la realización de la magnífica escultura de don Genaro Estrada, motivo de este reclamo.

Sépase que con don Rolando Arjona Amábilis también se hizo escarmiento, pues murió en el olvido, anciano y enfermo, sin ayuda alguna, pese a ser el autor (escultor) nada menos que del Escudo Oficial del Estado de Sinaloa y, entre otros, del de Mazatlán, mismos que se pueden apreciar en el monumento frente a Olas Altas (1959), en el otro extremo del malecón donde se había erigido la escultura de Genaro Estrada. Tal monumento con los dos escudos también lo construyó, siendo presidente municipal, el doctor González Guevara, cuando gobernaba el Estado el General de División Gabriel Leyva Velázquez.

Pese a haberle alcanzado también a Arjona un poco de desagravio divino por lo del arrumbamiento de su escultura a Estrada, sólo falta que a alguien se le ocurra retirar el escudo mazatleco y arrumbarlo por lo menos en la Isla de la Piedra y en su lugar colocar la alegoría de una Banda regional, que inspire, más que un Escudo cívico, a consumir cerveza, al cabo que, por lo que vemos, la vida es un carnaval, como dice en la canción Celia Cruz.

* Economista y compositor

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