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Seres nocturnos en la Peña de Bernal

Por domingo 14 de diciembre de 2014 Sin Comentarios

Por Andres Garrido*

pag 12 andres garrido1Referiré lo ocurrido en el ruiseño pueblecito de Bernal el último domingo de febrero de 1994, cuando su servidor se aprestaba a competir en la final por el Premio de la Pregunta de los 64,000 pesos que conducía don Pedro Ferriz Santa Cruz. Se me hizo fácil decidir refugiarme a estudiar en mi casa bernalense para afrontar tan difícil compromiso y, esa noche mis hijas Conchita y Andrea, mi esposa, mi hermana Lucy y mi cuñado Justo Segura, me llevaron para luego ellos regresar a Querétaro y que el martes 1 de marzo me recogieran para enfrentarme a los judíos patrocinadores del programa encabezados por Telmex, los cuales no querían que yo ganara. Decidí estudiar en Bernal porque dicen los gnósticos que en ese centro de energía mundial la buena vibra se potencializa hasta quince veces la que se da en la ciudad de Santiago de Querétaro.

Antes de llegar a la casa dimos una vuelta por el centro del poblado mágico y, al estar en la fuente del portal de los flojos (en todas partes existen), un ruido que venía del cielo nos hizo voltear a todos. El sonido era el de una turbina de avión y, efectivamente, vimos que la velocidad y las luces correspondían a esa clase de aeronaves, la cual iba en dirección suroeste-noreste, es decir, como que provenía del municipio de Amealco de Bonfil y se dirigía a la Sierra Gorda pasando por encima de la Peña de Bernal. Hasta este punto todo iba bien, lo malo fue cuando mi parentela y yo, al llegar  a mi finca y subimos al cuarto más alto, observamos una luz que se desprendía de la punta del monolito y lanzaba señales hacia abajo y a los lados del mismo, precisamente hacia donde están unas inmensas rocas en forma de tortuga y en forma de león, si es que se mira al gran peñón desde la calle Independencia o de la carretera Bernal-San Antonio de la Cal.

Las luces siguieron prendiendo y apagando de manera intermitente por varios minutos y era tal la intensidad que parecían reflectores profesionales, los cuales no he visto en Bernal ni en la gran fiesta nocturna de diciembre de 1992, en que los esforzados pobladores llevaron a las faldas de la Peña un espectáculo de luz, sonido y danza, queriendo iluminar la eminencia y no consiguieron más que reflejar débiles sombras. Con esto quiero decir que las luces que mis familiares y yo observamos en 1994 eran mucho más brillantes de las que un equipo bien organizado había utilizado con motivo del festejo de los quinientos años del encuentro de dos mundos.

pag 12 andres garrido2Lo que sí puedo asegurar es que la luz situada arriba del monolito (estaba suspendida sobre la punta, nunca se posó en él) era la misma de la nave que divisamos cuando estábamos en el centro del pueblo, pero sin duda alguna el sonido era de un motor de avión y no de helicóptero, nave que sí puede quedar suspendida por un tiempo sobre la cima de cualquier promontorio. Al otro día me fui a correr rumbo a las comunidades y barrios que están bajo la montaña, y al preguntar a los moradores si habían visto o escuchado algo raro en la Peña la noche anterior simplemente me contestaron: ¡que eran las brujas y que ya estaban habituados a esas extrañas presencias! Regresé al poblado y pregunté al delegado municipal si sabía de algún dispositivo de rescate o de algún simulacro que hubiera tenido efecto la noche anterior y me contestó en sentido negativo. Claro que la intensidad de las tres fuentes de luz no se asemejaba a la de una fogata que en tantas noches de 21 de marzo y 3 de mayo he descubierto en las faldas del peñón.    Como si no hubiera sido suficiente con esta experiencia de avistamiento de un objeto volador no identificado, cuántas veces no observamos mis compañeros de meditación y yo en el cielo nocturno bernalense la trayectoria nada lineal de diferentes cuerpos de luz blanquísima y muy brillante a los que mi profesora Lupita Sánchez llamaba “seres de luz” y que no le provocaban espanto sino alegría y bienestar. Esos objetos luminosos para nada contaban con luces rojas como los aviones o los helicópteros.

Pero el evento que más me impresionó fue el 21 de marzo de 2011 al amanecer. Resulta que un grupo de estudiosos de lo extraordinario, entre los que se encontraban Carlos Martínez y Carlos Vázquez, decidió pernoctar en lo alto de la Peña para recibir la energía del equinoccio de primavera a las siete de la noche del día 20 y regresar al día siguiente al poblado. Pues resulta que al amanecer del día 21 se despertaron apenas salieron los primeros rayos del sol y enfocaron las miradas hacia el oriente, como si buscaran entre los cerros de Tolimán algo, y es el caso que al mirar hacia el místico cerro de “El Frontón” –el hermano de “La Peña de Bernal” y de “El Zamorano”- descubrieron cómo un objeto redondo, de color plateado, de considerable tamaño, volaba entre los rayos del astro rey haciendo piruetas que resultarían imposibles para una nave con tripulación humana. Atónitos se quedaron los investigadores por varios minutos observando el fenómeno, hasta que el disco volador se perdió hacia levante cuando el sol comenzó a subir en el horizonte. La conclusión de los amigos Carlos Martínez y Carlos Vázquez es que son seres extraterrestres que acuden de manera regular a abastecerse de energía en el famoso monolito, el cual cumple como una especie de “gasolinera del Universo”. También se corre la versión de que son seres de luz y no de oscuridad, mismos que vienen a advertirnos de los desatinos de nuestra conducta respecto a nuestro planeta y semejantes. ¡Algo nos están avisando!.

*Doctor en Derecho y Cronista del Estado de Querétaro.

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